Oslo grita arte

Museo Munch
IRENE DE LA TORRE
Actualizado: viernes, 7 junio 2013 13:33

Por Celia Gilpérez

Karl Johans Gate, Ekebergasen o el fiordo son algunos de los lugares de Oslo que Edvard Munch plasmó en sus pinturas. Ahora la antigua Kristiania rinde homenaje al pintor noruego más famoso de todos los tiempos, en el 150 aniversario de su nacimiento, y da a los visitantes la oportunidad de conocer en profundidad su obra.

Desde 'El Grito' hasta 'Amor y Psiche' pueden contemplarse en la Galería Nacional, que alberga sus obras entre 1880 y 1904, y en el Museo Munch, que acoge los cuadros que pintó el artista desde este último año hasta 1944, un paseo por sentimientos como la angustia, el amor, los celos o la muerte.

No obstante, la devoción por Munch de la 'llanura de los dioses', como muchos definen la capital noruega, va más allá y el Gobierno se ha propuesto construir un nuevo museo en el que concentrar todas las obras del pintor, una pinacoteca que podría estar construida para 2015 y que llevará la firma del arquitecto español Juan Herreros.

Pero no solo por la obra de Munch grita arte Oslo, sino porque la ciudad alberga un museo a cada paso. El Museo Astrup Fearnley es un buen ejemplo de ello, su moderno edificio a pie de fiordo y con playa privada reúne una colección privada con exposiciones de artistas noruegos e internacionales.

A ellos se suman el Museo de Historia Nacional, el del Pueblo Noruego, el Ibsenmuseet o el Museo Kon-Tiki, que ofrece la posibilidad de conocer la historia de la navegación a través de Thor Heyerdahl, quien cruzó el Pacífico a bordo de la embarcación que da nombre a este espacio.

Además, para los visitantes más curiosos la urbe dedica muestras a muchísimos de los avances o aficiones del día a día, tales como el fútbol, la tecnología, las telecomunicaciones, el pop e incluso las botellas en miniatura.

DE LOS VIKINGOS A LOS POLOS.

A unos 15 minutos en ferry se encuentra el Frammuseum, un museo para los amantes de las aventuras y el frío que permite subir abordo del Fram el barco que usaron los exploradores noruegos, cuyo mayor representante es Fridtjof Nansen, para llegar hasta las regiones árticas y antárticas.

Después de sumergirse en el barco, los visitantes pueden atravesar el túnel de hielo, un corto recorrido no apto para frioleros en el que experimentar lo que sentían estos aventureros en sus expediciones a los polos.

En el mismo área y con solo tomar un autobús se puede visitar también el Museo Vikingo y observar de cerca tres de las embarcaciones mejor conservadas y representativas de la cultura vikinga que fueron enterradas en el fiordo de la ciudad hace más de 1.100 años.

TOCAR EL CIELO EN LA ÓPERA.

Ya sea por mar o por tierra, uno de los edificios que no deja indiferente a nadie que visite la capital noruega es la Ópera, que custodiada por una escultura en forma de iceberg, da la bienvenida a cruceristas y turistas en general.

La oportunidad de recorrer su tejado y admirar la inmensidad del fiordo la hacen estar entre los mayores reclamos turísticos tanto de día como de noche, cuando muchos noruegos y foráneos escalan por sus paredes en busca de grandes instantáneas.

Lo mismo ocurre con el Parque Vigeland, que con casi un millón de visitantes al año y más de 200 esculturas, recoge la obra del escultor Gustav Vigeland, transportando a los que discurren por él a un mundo de emociones y sentimientos.

El Centro Nobel de la Paz, el castillo medieval de Akershus, el Parlamento y el Ayuntamiento de la ciudad, en el que cada 10 de diciembre se entrega este Premio Nobel, son una buena opción para sin salir del centro conocer mejor la historia de Noruega.

PLACERES DEL MAR.

Con unos 100 kilómetros de extensión, el fiordo de Oslo acerca a la mesa todos los placeres del mar, desde el marisco hasta el conocido salmón, el bacalao o el arenque pueden degustarse en los florecientes fogones noruegos.

Una divertida opción de aunar gastronomía y turismo es realizar el crucero por el fiordo con cena incluida, por unas 395 coronas noruegas (52 euros), se puede navegar durante unas tres horas con buffet libre de gambas, un marisco que ellos acompañan con pan, mantequilla y mayonesa, todo un emparedado marino.

El paseo descubrirá a los viajeros las espectaculares casas que los noruegos esconden a las afueras de la ciudad, muchas de ellas con pequeños embarcaderos y trampolines al mar en los que refrescarse durante el verano, todo ello junto a puestas de sol interminables.

Para los bolsillos más holgados, restaurantes como el Lofoten, situado en el muelle, cuentan con menús degustación en los que saborear platos como sopa de cangrejo o pescado fresco regados por una amplia carta de vinos blancos por unas 345 coronas noruegas (45,3 euros) persona.

DE TERRAZAS Y COMPRAS.

Durante el verano los noruegos se echan a la calle para disfrutar del buen tiempo, las terrazas inundan las plazas y se expanden a lo largo del muelle, mientras las actividades al aire libre son bastante frecuentes en los numerosos espacios verdes de los que dispone la capital.

En concreto, se dice que Oslo tiene más conciertos y festivales musicales por habitante que cualquier otra ciudad en Escandinavia, algo no muy complicado dado que solo alberga unos 600.000 habitantes.

Cabe destacar que Noruega, pese a ser uno de los países más caros del mundo, es 'tax free' y se puede conseguir hasta un 20% de deducción de los precios, una "excusa" ideal para ir de compras.

Así, los adictos a las grandes cadenas de moda y complementos encontrarán las principales en las céntricas calles de la ciudad, aunque cabe destacar algunas que cuentan con escasa o nula presencia en España como Cubus, Bik Bok, Vero Moda o Gina Tricot.

Por su parte, si lo que se busca es diseño escandinavo basta por visitar los establecimientos de Moods of Norway o Nina Skarra, sin perder de vista las tiendas de decoración como House of Oslo.

CONSEJOS PRÁCTICOS.

Aunque los amantes del esquí rehuirán de este argumento, la primavera y el verano se presentan como las oportunidades idóneas para visitar la ciudad, conocer de cerca su vida social e incluso darse un chapuzón.

Si lo que se quiere es descubrirla en profundidad el 'Oslo Pass' resulta una buena opción para ahorrar dinero y acceder a muchos de sus museos, al transporte público y al ferry con el que ir a su archipiélago, por unas 270 coronas suecas (35,5 euros) por el pase de 24 horas.

En busca de alojamiento, la cadena hotelera Thon, con fuerte presencia en Noruega, dispone de habitaciones a partir de 595 coronas noruegas (78 euros) y cuenta con apartamentos con cocina incluida ideales para familias con niños.