TWIN PEAKS
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Actualizado: lunes, 22 mayo 2017 9:16

MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -

Lynchiano. Un concepto que, respondiendo a la propia esencia del creador que le da nombre, se antoja etéreo, difuso y extremadamente facilón, pero que bien puede ser el único legitimado para referirse con cierta certeza el regreso de Twin Peaks. Dos primeros capítulos en los que lo único que el padre de la criatura deja claro y diáfano es que en esta resurrección del tótem televisivo de los noventa el juguete es suyo... y va a hacer con él lo que le dé la real gana.

El reinicio del críptico viaje por los tiempos y los espacios concebidos y ahora -después de hacerse mucho de rogar- repensados por Lynch arranca con una pequeña gran trampa. El cineasta que solo quería pintar y su compinche Mark Frost retoman la trama justo en el esotérico y colosal cliffhanger que dejaron hace cuarto de siglo. El agente Dale Cooper sentado en la Habitación Roja. Todos -o al menos alguno- los secretos de la Logia Negra (antaño conocida como Guarida Negra) serán al fin revelados. Mentira.

Inmediatamente el desconcierto y el desasosiego se apoderan de la escena -de esa y de las que luego vendrán- arrinconando coherencia narrativa, siempre accesoria en el pueblo de los abetos Douglas. Cada vaga y rácana respuesta acarrea, 'doppelgänger' mediante, otro ramillete de nuevas preguntas que, en comparación con lo que se viene teorizando desde hace 25 años, se antojan incluso más disparatadas.

Y es que esto es solo el principio de algo que se sirve troceado en 18 tomas pero que hay que entender como un todo indómito que, por lo visto en sus dos primeras horas, entre sus dispersos planes para su yo de este siglo no tiene previsto someterse al corsé de las demandas episódicas.

Ni al de la nostalgia. Así, y siempre en aparente modo random, viejos conocidos y flamantes fichajes se dan cita en lugares familiares y, sobre todo, en nuevas -algunas casi impensables- localizaciones en las que Lynch va poniendo encima de la mesa las primeras piezas de un puzle que en algún momento de estas casi 18 horas más de juego encajará... o tal vez no.

Nuevos crímenes. Idéntico mal. La misma insólita sensación de desconcierto. Así de familiar y de extraña a la vez es Twin Peaks, porque, para bien o para mal, así es David Lynch.

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