Igor Paskual: "Sin cocaína ni cafeína la sociedad capitalista se vendría abajo"

Cultura.- Igor Paskual: "Sin cocaína ni cafeína la sociedad capitalista se vendr
Cultura.- Igor Paskual: "Sin cocaína ni cafeína la sociedad capitalista se vendr - DAVID JARL - Archivo

MADRID, 19 Feb. (EUROPA PRESS - David Gallardo) -

'La Pasión según Igor Paskual' es un opulento e intrincado paseo emocional por la furia, la ironía, el arrebato optimista, la crítica social, el sexo en tiempos de excesos, el odio, la paz con uno mismo, la muerte y el agradecimiento vital. Es la vida misma a golpe de un rock tan rotundo como la propia existencia, según resume a Europa Press el autor: "Es una apología de la vida en un momento en el que nadie sabe qué esperar del futuro en este mundo tan inestable".

A partir de esta premisa, concede Igor Paskual (San Sebastián, 1975) que este tercer disco en solitario puede considerarse "rock de combate" a la vieja usanza, como los Clash, por qué no, pues "en el fondo va muy a contra pie" con los tiempos modernos.

"Es un canto a la vida, a estar vivos, a la felicidad y al optimismo", algo que no se estila todo cuanto debería porque "nos hacen cínicos" en el día a día: "Como si el cinismo fuera una mirada inteligente, cuando lo inteligente es el optimismo y el vitalismo. Pero todos los mensajes que nos llegan son para que estemos alerta y tengamos miedo, no para estar bien o ser feliz".

'La pasión según Igor Paskual' es, en definitiva, toda una declaración de intenciones motivada por la muerte de una persona muy querida por el músico, Jéssica M. de la Paz, bajista y coproductora de sus dos anteriores entregas como solista.

"De ahí nacen preguntas que siempre me había hecho pero no había afrontado: ¿Por qué triunfa el mal? ¿Por qué a la gente buena le cuesta tanto hacerse oír? Pasa en todas partes, siempre gana el malo. Si algo me gusta del cine es que acabe bien, porque lo contrario ya lo tengo en la vida", reflexiona.

Con su proverbial verborrea, asegura Igor que él no es "de esos artistas que quieren que el público se haga preguntas", pues considera que todos estamos ya suficientemente "inquietos". "No pretendo sacar a la gente de su zona de confort. La vida mola, pero no es siempre un lugar confortable. A partir de ahí el disco fue cambiando y ha acabado siendo muy vitalista, porque no va conmigo ser oscuro ni triste", explica.

No duda Igor en hablar del álbum como "ambicioso y extremo, porque lo punk es muy punk y lo dramático muy dramático". Todo ello, en cualquier caso, porque incluye una colección inabarcable de mensajes que "necesitan de un desarrollo". Por eso, aún asegurando que no quiere que a la gente le "cueste esfuerzo" escucharle, sí que reclama "un mínimo de atención". "Que me dediquen media hora, que ya sé que es mucho tiempo", apostilla.

DIOS ES COLOMBIANO

El álbum se abre con 'Dios es colombiano', un tema torrencial que es al mismo tiempo "punk y antipunk", pues tiene toda la rabia y la energía esperable, pero desarrollada durante seis minutos. "Tiene más que ver con Bob Dylan que con los Sex Pistols", bromea Igor quien, hilando con la anterior petición de atención y algunos de sus versos sentencia: "Si Dios no fuera colombiano nos vendríamos abajo. Sin cocaína ni cafeína la sociedad capitalista se vendría abajo. Literalmente, porque no se podría soportar este ritmo".

Se suceden después composiciones bien diferentes como 'Cansado de la vida' -"un tema anticenizos que iba a titularse 'Canción de Thom Yorke', desvela entre risas-, la optimista 'Con la suerte de nuestro lado' o 'Cristo de los mineros' y 'Nuestra Señora de la Consolación', en las que se adentra en la crítica social o la masturbación femenina como solución ante el fallo del amante pasado de vueltas. "Me he cansado de hablar del rock como un ejercicio de poder, glorificación y exhibición", señala risueño sobre esta última.

CRECER CON EL ROCK

Temáticas muy diversas y nada obvias que surgen a partir de otra pregunta: "Siempre me pregunto cómo podemos crecer con el rock. En mi anterior disco hay una canción llamada 'Poemas' que habla de mezclar rock con gastronomía. Los músicos españoles estamos todo el día comiendo por ahí, pero no hay canciones sobre comida porque hay muchas temáticas que no empleamos".

Defiende en este punto que "hay muchas cosas en la vida cotidiana" que pueden formar parte del rock, "inquietudes que no teníamos con veinte o treinta años, que no están en los arquetipos del rock". "Quería ampliar la paleta estilística y temática. Busco constantemente una tercera vía en el rock. Quiero seguir haciendo rock pero que suene contemporáneo", argumenta.

"El rock no ha muerto, todavía tiene muchos caminos y tiene mucho que decir", subraya, al tiempo que apunta que el problema es que en España "cuando un rockero quiere madurar se vuelve un coñazo". "Yo estoy en un momento en el que quiero que el rock sea algo más que rock. El rock tiene mucha dignidad, yo trato al rock con muchísimo respeto, no me parece cualquier cosa. Y tengo 44 años y estoy en un punto de madurez y de crecimiento como autor también", indica.

'Para mí el rock n' roll, para ti el indie pop, so cabrón', canta Igor en 'Maquiavelo iba en serio'. Una sentencia ante la que se ríe y, sin recular, le lleva a plantear que él escucha "de todo" y jamás se va a "meter con la capacidad musical, compositiva y comunicativa que tienen algunos de los grandes y no tan grandes nombres del indie pop".

"Pero los que procedemos del rock en general venimos de una especie de rabia que no encuentro en esa música", plantea, para luego remarcar: "Al rock me aferré como una especie de ascensor social y mucha gente del indie no lo siente así, porque para ellos es hacer canciones y ya. Siento que tengo el rock como un agarradero para la vida. Al rock me agarro para salvarme, con un punto redentor. El rock me abrió al mundo y me sacó del barrio. Si no fuera por el rock, hubiera tenido muy pocas otras maneras de salir de un sitio que no me gustaba".

SUEÑOS CUMPLIDOS

En 'Waterloo', otra de las canciones del álbum, habla Igor sobre las subidas y bajadas de la vida de los músicos. Algo vivido en primera persona por él que, aparte de sus primeras bandas y su carrera como solista, lleva ya casi veinte años como guitarrista de Loquillo -y compositor de algunos de sus temas-.

"He cumplido muchos sueños y vivir de la música es un sueño, pero el ser humano es inconformista por naturaleza", lanza divertido, pasando a contar una de esas anécdotas que ayudan a mantener los pies en el suelo: "A veces, cuando tengo la pequeña tentación de quejarme hablando con mis amigos de toda la vida, me miran con cara de incredulidad. Les digo que trabajar con Loquillo mola mucho pero a veces es agotador, y me preguntan dónde está el problema".

Antes de volver al redil con Loquillo -que tiene que presentar su propio nuevo disco a partir de abril-, disfruta Igor llevando su pasión por las salas de todo el país en un periplo que llega este jueves a la Copérnico de Madrid con una intención clara: "Quiero que la gente salga transformada, mucho mejor de lo que entró. Que salga removida para bien. Quiero que sea una catarsis, que la gente llore y se ría".

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