La Habana se rinde a los cambios sin perder su espíritu

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CHIP SOMODEVILLA

(Por Daniel Herrero)

La Habana, capital y principal emblema turístico de Cuba, respira en sus calles los aires de cambio que soplan desde hace unos años en la isla sin perder de vista el espíritu que ha marcado a esta ciudad y sus gentes durante las últimas décadas. Para el turista, las opciones se amplían, por ejemplo con un mercado gastronómico al alza.

El centro histórico y el sistema de fortificaciones que vigila La Habana fueron declarados en 1982 Patrimonio Cultural de la Humanidad. Treinta y cinco años después de este hito, las autoridades castristas buscan lavar la cara a una ciudad en la que se hace más que evidente el paso implacable del tiempo.

Asomarse a La Habana con un punto de vista crítico implica asumir que apenas sólo un puñado de edificios han logrado beneficiarse de las por ahora escasas reformas, pero desde el lado artístico supone ver una ciudad marcada por su historia y consciente de que su pasado es, al mismo tiempo, su principal lastre e incentivo.

El "mayor museo rodante del mundo", como denominan los habaneros al desfile automovilístico que recorre las calles de la ciudad, es buena muestra de este gusto por lo antiguo y de cómo el país ha sacado partido a una austeridad impuesta desde el triunfo de la revolución en 1959.

En La Habana Vieja, los edificios comienzan poco a poco a recibir lavados de cara que dejan ver lo que hoy ya muestra, por ejemplo, el Gran Teatro de La Habana 'Alicia Alonso'. A apenas una decenas de este edificio reformado se encuentra el Capitolio, que aspira precisamente a volver a funcionar como sede parlamentaria una vez concluyan las obras que hoy ocultan su encanto.

Entre los lugares de interés de obligada visita figuran también alguno de los numerosos museos que salpican La Habana, como por ejemplo el Museo de la Revolución, o la plaza desde la que los retratos de Ernesto 'Che' Guevara y Camilo Cienfuegos vieron pronunciar a Fidel Castro algunos de sus más celebres y largos discursos.

Para ver el principal monumento de la capital cubana, sin embargo, basta con recorrer cualquiera de sus calles, especialmente en La Habana Vieja. El buen ambiente que salpica momentos del día como el atardecer, la música de salsa saliendo de algunos establecimientos y una sensación constante de seguridad conquistan al paseante.

A nivel social, La Bodeguita del Medio y el Floridita se han convertido en el símbolo de una hostelería que lleva el ron y el puro por bandera y que, a nivel gastronómico, asiste ahora al auge de los denominados 'paladares', como se conoce a los restaurantes o cafeterías montados por empresarios autónomos, en muchos casos en los bajos de viviendas.

OFERTA GASTRONÓMICA.

Los 'paladares' son ahora el centro de la noche turística habanera y en ellos se puede degustar platos clásicos como la ropa vieja, productos marinos como los camarones o una carne en la que destaca el cerdo. Los sabores, olores y colores dan cuenta en este caso de la combinación de artes culinarias con distintos orígenes.

Para moverse por la ciudad, la opción del transporte público se antoja complicada para el recién llegado, aunque es sin duda la más barata. La opción más rápida suele ser recurrir a los taxis o coco-taxis --vehículo peculiar y 'souvenir' por excelencia-- o incluso contratar paseos en coches antiguos que te permiten al mismo tiempo desplazarte por La Habana, ver sus monumentos y disfrutar una experiencia única.

PLAYAS.

La Habana mira al mar desde su simbólico malecón y con un puerto habilitado para cruceros. La capital cubana cuenta también con más de 14 kilómetros de playas, aunque no son pocos quienes optan por buscar esta modelo de oferta vacacional en otros puntos de la isla como la zona de Los Cayos o Varadero.

Esta última localidad se encuentra a unas dos horas en coche, por lo que se convierte en el complemento preferido para quienes optan por un viaje de corta estancia y quieren combinar una visita a La Habana con algún destino de playa. Varadero alberga más de 20 kilómetros de playa salpicados por numerosos hoteles en primera línea.

Los hoteles, especialmente en el caso de La Habana, conviven con el alojamiento en casas particulares, una opción más asequible en la mayoría de los casos y preferida para quienes quieren conocer Cuba desde dentro. Se trata de un sector tan regulado por el Gobierno como puede ser el resto, bajo riesgo de multas para quienes alquilen su vivienda sin permiso.

No en vano, la mano del régimen sigue estando presente en prácticamente todo lo que ocurre en Cuba e incluso en avances tecnológicos. Internet está aún en pañales en la isla y depende del Wifi que se ofrece en parques públicos u hoteles, previo pago o cesión de una tarjeta que permite --a duras penas-- la conexión durante un número determinado de horas.

DOS MONEDAS.

En Cuba conviven dos monedas y, por extensión, dos realidades. Los cubanos cobran su sueldo en CUP y al cambio sus casi 600 pesos mensuales --salario promedio-- apenas les llega para cubrir las necesidades básicas. Al cambio, los CUP apenas representan 0,04 euros, por lo que les deja fuera de un mundo al que sí pueden llegar los turistas de forma relativamente asequible.

Los extranjeros se mueven con pesos convertibles (CUC), con una equivalencia prácticamente similar a la unidad de dólar o euro. Las cartas de los 'paladares', por ejemplo, reflejan este tipo de moneda, por lo que el cliente habitual es el turista o el cubano que sí tiene acceso por su trabajo al CUC: muchos profesionales cualificados renuncian a su carrera a cambio del sector turístico y sus propinas.

El presidente, Raúl Castro, ha prometido eliminar esta dualidad, pero en las calles de La Habana se percibe con una mezcla de cautela y preocupación la promesa, conscientes de que la inflación podría dispararse si se unen las dos realidades que discurren de momento de forma paralela.