MADRID, 17 Ago. (EUROPA PRESS) -
Desde el pasado 17 de febrero nada es igual para la familia real holandesa. Ese día el príncipe Friso quedó atrapado durante más de veinticinco minutos bajo un alud de nieve mientras esquiaba en la localidad austriaca de Lech. Tras pasar 25 minutos sin óxigeno y tras cincuenta minutos de reanimación fue trasladado en estado grave al hospital de Innsbruck, donde emitieron un pronóstico nada alentador. El príncipe se encontraba en estado de coma irreversible.
Desde entonces nada ha cambiado, Friso fue trasladado a un centro de Londres, ciudad en la que vivía junto a su esposa Mabel y sus dos hijas Luana y Zaira, de siete y seis años. Su mujer acude cada día al centro a visitar a su esposo y la reina Beatriz viajá a la capital inglesa una vez por semana.
Sin embargo, tras medio año, los médicos que le atienden están considerando suspender el tratamiento y así se lo han manifestado a la familia. Por ahora, ni su esposa Mabel ni la familia real se han pronunciado al respecto y aunque es una decisión extremadamante complicada y no exenta de polémica, parece que Friso de Holanda tiene pocas esperanzas de recuperarse.
Mientras, su esposa Mabel celebró esta semana su cuarenta y cuatro cumpleaños, sin duda el más triste de toda su vida, con un sólo deseo: que su marido despierte.
