MADRID, 6 Jul. (CHANCE) -
Armani puso el punto final a la penúltima jornada de Alta Costura en París. Tras el espectáculo de Karl Lagerfeld, era complicado brillar, pero Armani lo logró mirando atrás, al pasado, a los años 80.
Para el próximo otoño invierno, la firma italiana, que siempre se ha jactado de vestir a mujeres trabajadoras, propone maxi hombreras que tan de moda estuvieron hace 20 años y que tras su esplendor dejaron de brillar. Nadie se atrevía con algo tan osado hasta que hace unos meses, en su última colección para Yves Saint Laurent, Slimane lo hizo.
Pero no todo es exageración. Lo nuevo de Armani está plagado de prendas dignas de la working girl más sofisticada, esa misma que viste con trajes grises, abrigos azules y cuellos Mao pero que derrocha elegancia.
Para la noche, los vestidos se vuelven largos, se ciñen al cuerpo y tienen escotes asimétricos. Son vestidos sensuales, pero nunca sexys. Insinúan, pero no enseñan demasiado. A Armani no le merece la pena arriesgar. Así, tan sobrio, con su estampado de pata da gallo, gusta. Y mucho.
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