MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -
La pareja de modistos sevillanos ha realizado una brillante oda el arte de la costura apostando por un juego brillante de superposiciones en el que se han mezclado tejidos muy nobles como la organza, el encaje y la piel. Una propuesta muy romántica y recargada que ha vuelto a mirar a las raíces andaluzas de la mano de colores como el morado zamorano o el granate.
La siluta globo ha sido la gran apuesta para el próximo invierno. Ya sea con maxi abrigos cerrados o con vestidos cortos, el oversize es la nota predominante en los looks diurnos. No han faltado los modelos con una cintura muy marcada tanto en en vestidos largos como dos piezas , en los que se veía aun más acentuada gracias a faldas y cuerpos en ebasé o abullonados.
El terciopelo y la organza se entremezclaban grácilemente con otras texturas de sabor lencero como el encaje. Modelos cargados de mucha rigidez que evocaban a un pasado ambientado en esos barrocos años 50 y 60 de la mano de dos piezas o vestidos sin escote.
La piel vuelve a subirse a la paserela en pequeñas dosis a modo de patchwork, adornando bolsillos XXL en las faldas o bien el los cuellos. El complemento estrella ha sido los sombreros, que trasladaban por un momento a los fríos inviernos de la Rusia zarista.
El acento andaluz ha venido de la mano de elegantes toreras, elaborados encajes, algún que otro volante y colores potentes como el rojo, el negro o el morado zamorano.
El pitón multicolor ha sido la calidad elegida para los complementos, tanto en botas altas como botines de cordones de tacón redondo con la suela de color rojo.
