MADRID, 24 Ago. (CHANCE) -
Isabel Preysler está viviendo uno de los momentos más delicados de su vida a causa de la reciente muerte de su madre, Beatriz Arrastia. Después de un año muy delicada de salud, la filipina, de 98 años, fallecía el pasado domingo en la casa que la socialité posee en la madrileña urbanización Puerta de Hierro, rodeada de su hija, de su 'yerno' Mario Vargas Llosa y de sus nietos Tamara Falcó y Enrique Iglesias.
Después de velar a Beatriz en su hogar, al margen de miradas indiscretas y como a la 'matriarca' del clan le hubiese gustado, los restos mortales de la madre de Isabel Preysler eran trasladados este lunes al tanatorio de Fuenlabrada, donde era incinerada en la más estricta intimidad y sin la presencia de ningún miembro de su familia.
Horás más tarde, Tamara Falcó reaparecía visiblemente afectada y completamente de luto, abandonando la residencia familiar conduciendo su propio coche y regresando poco después sin hacer declaraciones sobre el fallecimiento de su abuela 'Beba', a quien estaba muy unida.
Devastada, Isabel Preysler ha preferido no abandonar su domicilio por el momento y, arropada por su pareja, Mario Vargas Llosa, y por su hija Tamara - ya que Enrique regresó a Miami horas después de la muerte de su abuela - llora la pérdida de su madre, de quien no se separó en los últimos días.
Sin embargo, e intentando retomar poco a poco la normalidad, esta misma mañana veíamos a Vargas Llosa por primera vez desde el fallecimiento de Beatriz, con quien tenía una relación de lo más cómplice desde que comenzó su noviazgo con Isabel en el año 2015.
El premio Nobel de literatura, con atuendo deportivo, apoyado en su bastón y escuchando música con unos auriculares, ha salido a dar un paseo por las inmediaciones de 'Villa Meona' y, muy serio tras la muerte de su 'suegra', ha evitado contarnos cómo está la familia en estos duros momentos ni cómo ha sido la emotiva despedida de Beatriz. Recogiendo un periódico del suelo y dando los buenos días a la prensa, Vargas Llosa ha entrado en su casa sin confesar cómo lleva Isabel la dolorosa marcha de su madre.
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