Egipto, bajo las pirámides en El Cairo

Actualizado: jueves, 7 abril 2011 13:00

No hay libro de historia que no se haya ilustrado con las fotografías de las pirámides de Keops, Kefrén y Micerinos, por la Esfinge del propio Kefrén o por la necrópolis de Sakkara; interminable sucesión de bloques de piedra que aún resiste, después de miles de años, a la fuerza de la erosión. Pero muy equivocado estará el viajero que sólo espere testimonio del pasado, pues Egipto resistió al tiempo; los faraones murieron, pero la ciudad que creció en los alrededores de las pirámides, El Cairo, a orillas del Nilo, no puede estar más viva...

El Cairo

En el extremo oriental del norte de África se levanta la mayor de las ciudades de África y Oriente Medio: El Cairo, capital de Egipto. Un país que de inmediato nos traslada a tiempos antiguos, a dinastías, divinidades y pirámides que han ilustrado nuestros libros de texto; cuna de civilizaciones, el Nilo divide Egipto en dos partes desde la época de los faraones: El Bajo Egipto al norte, y el Alto Egipto al sur.

Donde hoy aparece El Cairo se levantó en su día la sociedad faraónica, y más tarde la civilización persa, a la que siguieron los poderosos romanos, que controlaron el Nilo desde la mítica Babilonia. Más tarde, en el s.VII de la era cristiana, una vez muerto Mahoma, llegó hasta aquí uno de sus seguidores, Amr Ibn Al As, que fundaría cerca de Babilonia la ciudad de El Fustat, y que traería hasta estas tierras la religión islámica.

Varias ciudades serían fundadas en los años siguientes, hasta que finalmente el general Ghauhar bautizaba en el año 969 la nueva Al Mansuriya, que cambiaría un poco más tarde su nombre por el de Al Qahira, precedente de El Cairo.

Hay quienes creen en una antigua leyenda para explicar el nombre de la ciudad; Marte sería el fundador de El Cairo; en el momento en el que se disponía sobre el suelo la primera piedra que edificaría la ciudad, apareció en el cielo el planeta Al Qahira Al Falak, o lo que es lo mismo, el Señor del Cielo.

Mucho más tarde llegarían primero Saladino, después mamelucos y otomanos, y más tarde, Napoleón Bonaparte. Y a continuación el albanés Mohamed Ali y los británicos. No sería hasta el 26 de enero de 1952 cuando se incendió la rebelión del Sábado Negro, que daría paso a la declaración de independencia y a la proclamación de la república en marzo de 1953.

La visita

El Viejo Cairo: Aquí se encuentra la mayor concentración de monumentos coptos de la ciudad. Nos encontramos en el lugar en el que se elevó la fortaleza de Babilonia, a la altura de la isla de Roda. Son varios los templos que han de visitarse. Se puede empezar por la iglesia de Al-Mu'allaqa, o 'iglesia colgante'; fue construida en el s.IV, suspendida sobre una de las torres de la fortaleza.

Otro de los más importantes templos coptos es la basílica de Abu Serga, o San Sergio, data del s.V y se halla construida sobre la cripta en la que, si se atiende a la leyenda, se refugió la Sagrada Familia en su fuga a Egipto. El recorrido por el Viejo Cairo no puede finalizar sin visitar el Museo Cóptico más importante del mundo, que fue fundado en 1910 y que contiene una valiosa colección de iconos, manuscritos y tejidos.

El Cairo Islámico: Se trata de uno de los barrios más populares de El Cairo; la visita puede iniciarse por la Ciudadela de Saladino, que fue ordenada construir en 1171 por el citado Saladino, nada más llegar al poder. Posteriormente, en tiempos de mandato de Mohamed Ali, la Ciudadela alcanzó su mayor esplendor. Fue en ese tiempo cuando se edificó la mezquita de alabastro dedicada al propio Ali, una de las más bellas de la ciudad. En la misma Ciudadela se levantan otras mezquitas interesantes, como la De Al Nasr Mohamad, o la dedicada al Sultán Hassan, ambas del s.XIV.

Siguiendo por el barrio que recoge con más intensidad las tradiciones musulmanas de El Cairo, no hay que dejar de visitar la mezquita de Ibn Tulun, construida en el S.IX, con su gran patio central y donde se recomienda subir a lo alto de su alminar y divisar desde allí la panorámica. En este somero recorrido no hay que olvidar la que fue la primera universidad del mundo islámico, en la mezquita de El Azhar, que fuera levantada por el fatimí Ghauhar en el año 972.

Es apasionante el recorrido por estas calles, entre los continuos alminares, visitar las madrassa, mezquitas y mausoleos del Complejo de Barquq, obra de los sultanes mamelucos; y acercarse, por supuesto, hasta el Museo de Arte Islámico, fundado en 1880, con una envidiable colección que abarca un período de tiempo que empieza por el alumbramiento del Islam, y acaba con el final de la etapa otomana.

Museo Egipcio de El Cairo:

Estamos ante una de esas privilegiadas colecciones, uno de los imprescindibles del mundo, todo un recorrido a través de cincuenta siglos de historia faraónica. Se halla ubicado, desde 1902, en la Plaza de El Tahrir y su nacimiento original se debe al egiptólogo Auguste Mariette, cuyos restos descansan en un sarcófago situado en los jardines del Museo. Entre sus piezas, destacan las procedentes del famoso tesoro del faraón Tutankhamon.

Khan el-Khalili y otros mercados: Todo el sabor de los mercados tradicionales orientales; su historia nace en el s.XIV, y no ha cambiado mucho desde entonces en lo que a su estructura se refiere; la plata y el oro de los orfebres, el trabajo sobre la madera, el marfil, y el cobre; tejidos, pieles y vestidos bordados; especias y los perfumes en esencias; cristal y cerámica; todo en un escenario incomparable, un museo vivo, al que no hay que dejar de acudir. En El Cairo existen otros mercados dignos de visitar, como el de Wekalet al-Balah, o la calle Mohamed Ali, y sus múltiples establecimientos de instrumentos musicales; el mercado de Souk El Gomoa, de segunda mano, en el que encontrar prácticamente de todo; el mercado de los pájaros de la plaza de Sayeda Aisha; o el madrugador mercado de camellos, del barrio de Imbaba.

Saber Más

Menfis, la capital del Antiguo Imperio de Egipto: Una de las ciudades más antiguas de la Tierra; se encuentra emplazada 25 kilómetros al sudoeste de El Cairo y data del 3200 a.C., cuando fue fundada por Narmer, faraón de la primera dinastía. Menfis se halla presidida por la estatua colosal de Ramses II, construida con piedra caliza, de trece metros de altura y 120 toneladas de peso. La esfinge de alabastro, posiblemente dedicada a la reina Hatshepsut y el templo utilizado para embalsamar al buey Apis son sus otros grandes atractivos.

Las pirámides de Gizeh:

Seña de identidad de Egipto y una de las proclamadas como las Siete Maravillas del Mundo. Hay que viajar en la máquina del tiempo hasta el s. XXVII a.C, a la IV dinastía de los faraones egipcios, cuando los míticos monarcas levantaron estos imponentes barcos para la marcha a lo desconocido, el trayecto hacia el otro mundo, rodeados de toda su riqueza, fuera del alcance de asaltos y robos. La planicie de Gizeh fue el escenario elegido para los grandes monumentos de Keops, Kefrén y Micerinos.

La primera escala de la visita será en la Gran Pirámide, la que guarda los restos de Keops, una pirámide que alcanzó en su día los 146 metros de altura, y en la que existen dos cámaras principales, la destinada a la reina y la cámara dedicada a ser la última habitación terrestre del propio Keops. Junto a la Gran Pirámide existe un museo en el interior de un pabellón de cristal; en su interior se puede admirar el Barco Solar del Rey Keops, de madera, que debía de conducir al faraón hacia el nuevo mundo.

Al sudoeste de la pirámide de Keops se halla la construida para su hijo, Kefrén, y en el extremo sur de la planicie, la pirámide que guardó los restos del hijo de Kefrén, la del faraón Micerinos. Al margen de las pirámides, en Gizeh se encuentra también la célebre Esfinge, con su cuerpo de león y su cabeza humana, que dicen representa la del faraón Kefrén; en árabe, la misteriosa efigie recibe el nombre de Abu el Hol, 'El padre del terror'. Junto a la Esfinge se hallan los restos del Templo del Valle, obra del reinado de Kefrén.