Ricardo Serra cree que la agricultura biotecnológica "es una herramienta que Europa no puede perder"

Ricardo Serra En Alejandría
ASAJA
Actualizado: miércoles, 14 abril 2010 20:55

ALEJANDRÍA (EGIPTO), 14 Abr. (EUROPA PRESS) -

El presidente de Asaja-A, Ricardo Serra, consideró hoy que la agricultura biotecnológica "es una herramienta que Europa no puede perder" durante una intervención en un encuentro en Alejandría (Egipto), donde expuso las aportaciones de los cultivos transgénicos a la agricultura y al medioambiente y donde reclamó que el debate sobre la biotecnología agraria gire sobre criterios exclusivamente científicos.

Según una nota de Asaja se indicó que el también vicepresidente nacional de la organización agraria intervino hoy en representación de los agricultores europeos en el encuentro BioVision Alexandria 2010, un encuentro de carácter bienal en el que participan las universidades y los institutos de investigación más prestigiosos del mundo para analizar el avance y el desarrollo de la biotecnología y las nuevas ciencias de la vida en todas las áreas de investigación, como medicina, salud, medio ambiente, energías renovables o agricultura.

El encuentro, desarrollado bajo el título 'Nuevas Ciencias de la Vida, perspectivas de futuro', se celebró durante los últimos tres días en Egipto en las instalaciones de la mítica biblioteca de Alejandría, edición en la que participaron hasta seis premios Nobel de distintas disciplinas (química, medicina, economía e incluso literatura) y más de 200 científicos de todo el mundo que desarrollan sus investigaciones en áreas tan diversas como la genómica, la bioquímica, la biología molecular, el cambio climático, la robótica, las energías limpias y la mejora vegetal, entre otros asuntos.

Por su parte, el presidente de Asaja-A, que participó en representación de los agricultores europeos, expuso el desarrollo de la biotecnología agraria en Europa, donde España "se sitúa claramente en cabeza, al contar con casi 80.000 hectáreas de maíz sembradas con alguna de las 88 variedades de maíz mejorado genéticamente que están autorizadas en España".

En su ponencia, titulada 'La agricultura biotecnológica en Europa, una herramienta que no podemos perder', el presidente de Asaja-A expuso las importantes mejoras económicas y medioambientales experimentadas en las explotaciones españolas de maíz con la implantación de estas nuevas tecnologías, que ocupan ya casi el 22 por ciento de toda la superficie sembrada de este cereal en España.

Precisó que la principal ventaja que encuentran los agricultores en el maíz Bt "es la resistencia que muestran estas variedades a la plaga del taladro, un lepidóptero que en las variedades convencionales causaba auténticos estragos en toda la cuenca mediterránea, puesto que horada el tallo y la mazorca, debilita la planta y provoca una merma importante de cosecha y graves pérdidas económicas a los agricultores, además de un daño notable al medio ambiente y a la fauna auxiliar, puesto que para evitar estos estragos el agricultor se ve obligado a someter a la plantación a varios tratamientos con fitosanitarios".

En su intervención, Ricardo Serra destacó que estas variedades de maíz, al igual que todas las variedades genéticamente mejoradas que se aprueban en Europa, "son las más seguras del mundo, puesto que la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) exige controles sumamente rigurosos a los que no se somete las variedades convencionales, así, en los trece años que llevan cultivándose en España no se ha producido ni un solo problema".

Asimismo, entre los beneficios de estas variedades, además de su competitividad y su mayor productividad, Serra destacó la "importante reducción de la huella ecológica, puesto que necesitan muchos menos pesticidas, reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y permiten la utilización de nuevas tecnologías de agricultura de conservación, una tecnología fundamental en la lucha contra la erosión".

El presidente de Asaja-A se felicitó por la aprobación el pasado 5 de marzo de la patata Amflora, la primera variedad de patata transgénica que se aprueba en la Unión Europea, y señaló que "es de esperar que esta aprobación indique que, de una vez por todas, se produce un cambio de actitud y los políticos y legisladores comunitarios dejan de guiarse por prejuicios o por cuestiones políticas y sentimentales y atienden a criterios absolutamente científicos a la hora de afrontar el mundo de la biotecnología agraria".

Ricardo Serra recordó también la "indefensión" en la que se encuentra el algodón griego y andaluz "tras el endurecimiento de la legislación europea, que ha obligado a retirar del mercado un elevado número de insecticidas, muchos de ellos necesarios para combatir las plagas de este cultivo". Agregó que las consecuencias de esta retirada para el algodón andaluz "están siendo catastróficas, la heliothis y el gusano rosado, las principales amenazas del cultivo del algodón, provoca pérdidas del 50 por ciento de la cosecha".

Ante esta situación, y para evitar que el algodonero siga perdiendo dinero, consideró necesario que "se produzca cuanto antes la aprobación de las variedades de algodón mejorado genéticamente que son inmunes a las plagas, variedades que llevan más de 14 años cultivándose en los principales países productores y de ellas se obtiene el 50 por ciento de la producción mundial de algodón".

Se lamentó que "sin embargo en Andalucía, región pionera que contó con los primeros ensayos de algodón Bt en Europa a finales de la década de los 90, seguimos sin poder cultivarlo pese a que ya han invadido nuestros mercados, pues está presente en la mayor parte de las prendas de algodón con las que nos vestimos".

Añadió que, en estas circunstancias, en la pasada campaña la producción andaluza de algodón se situó en 67.500 toneladas, "una cifra ridícula si se compara con las medias históricas, con producciones que en Andalucía superaban las 300.000 toneladas".

En el ejercicio de 2009 la superficie mundial cultivada con semillas transgénicas se incremento en un nueve por ciento, de forma que en la pasada campaña 14 millones de agricultores de 25 países cultivaron 134 millones de hectáreas de plantas genéticamente mejoradas, cifra que volverá a incrementarse de nuevo en esta campaña.