Sevilla.-Innova.-Un equipo del Cebas investiga en Aznalcóllar la regeneración de los suelos tras diez años del vertido

Actualizado: miércoles, 30 abril 2008 14:38

MURCIA, 30 Abr. (EUROPA PRESS) -

Un equipo de investigación del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC) investiga la regeneración del suelo y la vegetación en el entorno de la mina de Aznalcóllar (Sevilla) diez años después de romperse la balsa de residuos cuya riada tóxica contaminó 4.600 hectáreas de la región y del río Guadiamar, principal afluente del Parque Nacional de Doñana.

En concreto, los trabajos del Cebas, que comenzaron en el año 2000, consistieron en el desarrollo técnicas biológicas de recuperación de estos suelos, mediante el uso combinado de plantas y de enmiendas orgánicas, según informó a Europa Press la investigadora científica responsable de este proyecto, Pilar Bernar.

El equipo de Murcia, que estuvo compuesto por otros científicos como Rafael Clemente, y David Walker --actualmente en el Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario-- además de otras personas en formación, actuó en la zona más contaminada y más cercana a la mina, "con una gran variabilidad de PH y concentración de metales", dijo Bernar.

Después de estos años de investigación, el proyecto se encuentra actualmente en la fase final de restauración, ya que el equipo reconoció las especies vegetales más apropiadas para la repoblación, así como las condiciones de su cultivo, y lo que se está probando es establecer definitivamente esta vegetación, esencialmente taraje, retama, romero, y enhiesto.

Los trabajos de Bernar comenzaron en el año 2000, una vez que se habían retirado los lodos y se había hecho la limpieza mecánica de la zona, y cuando se establecieron los niveles de contaminación por grupos, e intervino en las labores de recuperación de la zona.

Desde entonces, el Cebas participó en diversos trabajos de investigación, uno de ellos fruto de la colaboración entre el CSIC y la Junta de Andalucía, que financió esta última, y posteriormente en proyectos financiados por el Ministerio de Educación y Ciencia --en otros años Ciencia y Tecnología--.

El equipo de Bernar desarrolló técnicas de recuperación mediante el uso combinado de plantas y de enmiendas orgánicas. Y es que "cuando se quitaron todos los lodos, se quitó también la primera parte del suelo, la más contaminada, por lo que el suelo se quedó desnudo, sin la capa superficial de suelo, que es la más fértil".

Por este motivo, la investigadora dijo que era necesario incrementar la fertilidad y disminuir la toxicidad de los metales pesados, por lo que el equipo se planteó la recuperación de la zona con especies vegetales tolerantes con las condiciones de metales y acidez de la zona, así como enmiendas orgánicas para incrementar su fertilidad biológica y la biomasa microbiana del propio suelo.

La enmiendas orgánicas cubren un amplio abanico de materiales, entre los que se encuentran el compost, residuos agroalimentarios principalmente de la industria del aceite de oliva, así como estiércol de vaca, que es el fertilizante tradicional. En cualquier caso, el equipo tuvo en cuenta que los materiales no tuvieran problemas, ellos mismos, de contaminación.

FASES DEL ESTUDIO.

El estudio se dividió en varias fases, la primera de ellas duró dos años, cuando los metales estaban más disponibles y móviles en el suelo, momento en el que el equipo ensayó con enmiendas calizas para aumentar el PH del suelo, que era muy bajo, y empleó la planta de la especie Brassica juncea --mostaza india-- que acumula metales (especialmente zinc) y es una especie de gran biomasa.

El objetivo de esta fase era disminuir la toxicidad de los metales mediante su fijación en el suelo, y que los elementos que estuvieran móviles pasaran a la parte aérea de la planta y cosecharla para eliminar los elementos más móviles.

La segunda etapa consistió en una 'atenuación natural' durante la que el equipo de Bernar dejó que creciera la vegetación en el suelo espontáneamente durante dos años, en los que no hubo intervención ni adición de enmiendas orgánicas ni calizas.

Con ello, pudieron comprobar "la capacidad del suelo de regenerarse por si mismo, y en función del tratamiento que había tenido permitía crecer una vegetación espontánea que no crecía en otras", destacó Bernar.

La tercera etapa, aunque aún continúa, fue de establecimiento de cierta vegetación natural de la zona, una labor para la que contó con el apoyo de la Junta de Andalucía, que proporcionó las especies naturales que querían implantar, se establecieron y se midió los inconvenientes que encontraron los ejemplares en función del suelo.

Actualmente, el equipo se encuentra en la fase final de restauración, en la que se comprobaron las especies que se adaptaron mejor, en qué condiciones lo hicieron, y lo que se encuentra en pruebas es establecer esta vegetación definitivamente.

Además, el equipo trata de ver en el suelo el efecto que producen las raíces de la vegetación. "Sabemos que las plantas actúan físicamente en el suelo facilitando la formación de agregados, y actúan incentivando los procesos biológicos y pueden modificar las formas químicas en que se encuentran los metales en el suelo variando su movilidad o biodisponibilidad", precisó.

En este momento, el equipo prueba las especies vegetales taraje, retama, romero, así como el enhiesto, que Bernar descartó "porque ha dado mal comportamiento". Sin embargo, la retama "es la que mejor se comporta, porque además sobrevive en suelos bastante ácido, hasta de PH 4, lo que es bastante difícil", confesó.

Esta última etapa comenzó hace seis meses, con la firma del proyecto que financió el Ministerio de Educación y Ciencia en octubre y tendrá de una duración de tres años, aunque la Junta de Andalucía siguió colaborando y puso a disposición del equipo parcelas experimentales y material y equipos.

INVESTIGACIÓN.

No obstante, Bernar explicó que "hay que diferenciar muy bien entre los estudios científicos del plan de recuperación", ya que, advirtió, el trabajo del Cebas "se limita a nivel de las bases científicas que han permitido establecer esas condiciones y las razones porque las especies que se implantaron actúan de una forma u otra".

Por el contrario, el plan de recuperación dependió de la Junta de Andalucía y consistió en la remediación masiva de la zona con técnicos de la propia Administración y con enmiendas calizas y materia orgánica en cantidades muy grandes "porque necesitaban establecer una vegetación rápidamente".

Y es que la Junta "no puede esperar diez años para regenerar y tuvo que actuar más rápidamente con los resultados de la primera fase de fitoremediación, en la que nosotros les asesoramos", mientras que el equipo del Cebas continuó con las investigaciones "para añadir conocimiento a esta situación para futuras actuaciones semejantes".