Un estudio advierte de la escasez de intervenciones "eficaces" para abordar la tartamudez y de información "contrastada"

Actualizado: jueves, 14 febrero 2008 14:13

SEVILLA, 14 Feb. (EUROPA PRESS) -

La Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (Aetsa), dependiente de la Consejería de Salud andaluza, ha realizado un estudio sobre los tratamientos empleados para tratar la tartamudez, en el que se concluye, atendiendo a la literatura científica, la "escasez" de intervenciones eficaces para abordar este problema. Además, revela la "inexistencia" de información "contrastada" sobre la eficacia de las terapias empleadas.

No obstante, el citado informe admite que, dado el bajo poder estadístico de todos los estudios realizados --que recogen muestras pequeñas y presentan problemas de validez interna-- se podrían haber dejado de detectar algunos efectos realmente existentes.

La tartamudez es una alteración de la fluidez y la organización temporal del habla, caracterizada por las repeticiones y prolongaciones de sonidos y sílabas, bloqueos y palabras fragmentadas. Según informó hoy la Consejería del ramo en una nota, esta alteración se diagnostica cuando se registra en más de 10 de cada 100 sílabas.

Con todo, explicó que la tartamudez suele aparece a la edad preescolar, erradicándose de forma espontánea en un 80 por ciento de los casos. La de aparición tardía es poco frecuente y puede asociarse a lesiones neurológicas.

Pese a la escasez de tratamientos eficaces, Salud reconoció que la presencia de la tartamudez puede conllevar el sufrimiento de la persona afectada, fracaso escolar, estando tipificada inclusive como minusvalía. No obstante, puntualizó que no siempre se encuentra una relación directa entre la severidad de tartamudeo y el impacto en la calidad de vida.

Agregó que los abordajes e intervenciones empleadas para el tratamiento de esta alteración "son muchos y muy diversos", si bien reiteró que las evidencias disponibles sobre su eficacia "son de baja calidad".

Por este motivo, Salud justificó la realización de este estudio, el cual ha llevado a cabo una revisión sistemática de la literatura disponible, con el fin de comparar la eficacia de las distintas intervenciones.

ESTUDIOS EN NIÑOS Y ADULTOS.

En el caso de los niños, se han hallado dos estudios sobre el 'Programa Lidcombe', basado en que los padres ofrezcan directrices durante las conversaciones con sus hijos, a través de mensajes positivos y de refuerzo. Así, consiste en aprobar ante los menores sus periodos sin tartamudez, pedirles que la corrijan cuando aparece o valorar que lo hagan de forma espontánea.

De estos dos estudios, uno muestra una mejoría en los menores en el porcentaje de sílabas tartamudeadas tras la intervención, mientras que en el otro se observa también una tendencia a lograr mejores resultados con el programa. Sin embargo, el informe de Aetsa señala que estas diferencias no fueron significativas estadísticamente. Además, los estudios que comparaban distintas intervenciones en niños no arrojaron diferencias claras a favor de una u otra.

USO DE LA OLANZAPINA.

En el caso de los adultos, se han evaluado cinco estudios en los que se describían los resultados de intervenciones de reeducación del habla y un ensayo clínico sobre el fármaco olanzapina. En este último caso se observó que el empleo de este medicamento obtenía mejores resultados que con placebo.

De este modo, las personas tratadas con olanzapina mejoraron tanto en lo que respecta a la severidad del tartamudeo como a la impresión de los clínicos, aunque los resultados sólo se evaluaron a corto plazo (tres meses de tratamiento).

Por su parte, la reeducación del habla comprende distintas técnicas, como el entrenamiento para que la persona que tartamudea mantenga un flujo de aire mientras habla; técnicas de prolongación; de continuidad de la dicción o de incremento gradual en longitud y complejidad del discurso. En todos estos estudios se describían mejoras del tartamudeo tras la intervención, pero disminuían a lo largo del seguimiento.

Por último, el informe de la Aetsa subraya que ninguno de los estudios seleccionados realizó una valoración adecuada del impacto de la tartamudez en la vida de los individuos.