La ocupación del suelo en la zona metropolitana de Barcelona crece un 36,5% en los primeros 23 años de democracia

Actualizado: jueves, 29 junio 2006 17:38

BARCELONA, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -

La ocupación del suelo en la región metropolitana de Barcelona creció en un 36,5% desde 1997 a 2000, aunque con la llegada de la democracia se llevó a cabo una reorganización del territorio y una desclasificación del suelo urbanizable, según el estudio 'Transformaciones urbanizadoras 1977-2000' de la Mancomunidad de Municipios de Barcelona.

El informe, presentado hoy en Barcelona, señala que durante estos 23 años descendió el suelo urbanizable en este área del territorio. Tras el franquismo se desclasificaron 23.320 hectáreas de suelo urbano y urbanizable, que pasaron a ser no urbanizable, a la vez que se clasificaron 10.001 hectáreas de suelo no urbanizable como suelo urbano o urbanizable.

En el año 2000, existían 9.004 hectáreas menos de suelo urbano e urbanizable de las que había en 1980, que responden al "papel que han desarrollado las administraciones e instituciones democráticas para intentar controlar el consumo del suelo", según explicó el director del informe, Antonio Font.

Por su parte, el jefe del Servicio de Información y Estudios Territoriales de la Mancomunidad del Área Metropolitana de Barcelona, Josep Maria Carreras, negó que la situación en este territorio "siga como el periodo anterior", aunque "seguramente continúa existiendo un crecimiento indebido de la ocupación del suelo", reconoció.

Carreras defendió la actuación y el "esfuerzo" de las administraciones, para "llevar a cabo un aumento concentrado del consumo del suelo".

A pesar de que el estudio demuestra que se ha producido un aumento objetivo del consumo del suelo, este representante advirtió que "se desmienten algunas cifras que circulaban y que apostaban por un aumento aún superior de la ocupación del suelo".

Carreras destacó la necesidad de huir de posiciones alarmistas y aseguró que "aún hay espacio disponible" en la zona metropolitana de Barcelona, ya que hace seis años, según el régimen jurídico del suelo, "aún quedaban 15.428 hectáreas para transformar", apuntó.

IMPULSO DE LAS ZONAS VERDES Y EQUIPAMIENTOS.

El director del estudio destacó el incremento del 75% del suelo destinado a equipamientos, donde se pasó de 4.671 hectáreas en el año 1977 a 8.171 hectáreas en el año 2000, y expresó que "se trata de otra contribución de las instituciones democrácticas para acercar los servicios a los ciudadanos".

En la misma línea, los espacios destinados a los parques pasaron de las 2.838 hectáreas en 1977 a las 7.611 hectáreas, experimentando un incremento del 168%, según señala el mismo informe.

En relación a la ocupación industrial en el periodo establecido, el crecimiento fue del 53%, con 3.988 hectáreas, mientras la ocupación residencial sufrió un incremento del 16%, con 5.878 hectáreas.

CIUDAD METROPOLITANA "SIN LÍMITES".

Font aseguró que actualmente "no se le pueden poner límites a la ciudad metropolitana", ya que "la gente decide donde vivir a través de la oferta". La creación de viviendas situadas de forma dispersa, mayoritariamente agrupadas en urbanizaciones, supone un 41,5% respecto al suelo residencial total.

Sin embargo, la ocupación dispersa en el periodo entre 1977 y 2000 tan sólo ha sufrido un incremento de 542 hectáreas, pues "se trata de urbanizaciones creadas en los años 60 y 70, concebidas como segunda residencia que, a través de la descentralización, se han ido convirtiendo en primera vivienda de las familias", señaló.

El informe señala que este tipo de viviendas, algunas de ellas unifamiliares y que se extienden fuera del área urbana, ocupaban en 1977 un total de 16.507 hectáreas: 9.807 hectáreas eran consolidadas y la otras en vías de urbanización.

En cambio, en el año 2000, la superficie de este tipo de suelo disperso alcanzaba 17.049 hectáreas, de las cuales 13.924 eran consolidadas y 3.125 en indicios de urbanización.

El responsable del estudio justificó esta evolución, asegurando que en 1977, "las zonas residenciales ya estaban creadas, delimitadas y planificadas, pero los ciudadanos no tenía sus casas construidas, sino que tenían la parcela".

"Más tarde, la conversión en primera residencia de estas viviendas hizo que los propietarios pasaran a vivir en ellas", pero ello no se contabiliza como "una nueva ocupación del suelo", ya que tenían el terreno, matizó Carreras.

Pese a existir "voluntad política" por parte de las administraciones de "contener" este tipo de ocupación dispersa, este "fenómeno sigue teniendo una gran presencia", argumentó el responsable del estudio.

Para resolver esta situación y que "no cause problemas en el futuro", Font aseguró que "se debe densificar, es decir, intentar que estos núcleos no se conviertan en ciudades dormitorio, otorgándoles servicios y equipamientos".