Actualmente, la oferta que se dedica a los créditos es tan extensa que podemos encontrar distintos tipos de préstamos personalizados en el mercado.
Sobra decir que cada producto de este tipo cuenta con unas ventajas y otros aspectos no tan favorables, en los que son más débiles con respecto a la competencia. Es ley de vida (y de mercado). Hoy, nos ocuparemos exclusivamente de los préstamos rápidos. Habitualmente, tiende a recurrirse a ellos tanto en situaciones consideradas como de dificultad económica, así como por simple organización presupuestaria, ya sea a escala personal o familiar.
Si tuviéramos que definirlos, diríamos que los préstamos rápidos son algo así como aquellos créditos otorgados a un cliente privado por parte de una entidad crediticia: ni a una organización de otro tipo, ni tampoco a un trabajador por cuenta propia (autónomo).
Finalmente, deberá ser el propio cliente quien estime a qué pretende destinar su dinero, ya que, a diferencia de otros créditos concedidos por los bancos tradicionales, su entrega no está relacionada estrechamente con un fin determinado, como podrían ser los ejemplos de la financiación de un automóvil o de la hipoteca de una vivienda.
Otro de sus aspectos favorables es la velocidad con que pueden resolverse a menudo sus trámites de solicitud. Este auge de los créditos rápidos en cierto modo se explica por el enorme ‘boom’ de Internet en los últimos años. Las empresas han visto un filón en la red y andan en proceso de modernización, sabedoras de que las habas pueden cocerse en este universo que seguramente seguirá creciendo imparablemente durante los próximos lustros. Y es que, con no mucho más que un clic del ratón, se puede pedir dinero de forma prácticamente inmediata por la Red. Esto provoca que los trámites se agilicen cuantiosamente, significando un indudable componente diferencial con respecto a los otros préstamos, y llamativo para un gran abanico de clientes.
Ahora, en la segunda parte del post, y para concluir, procederemos a valorar diversos aspectos que presentan, en comparación con las entidades bancarias clásicas:
Factores
Cantidades: los créditos rápidos ofrecen sumas monetarias no tan elevadas. Habitualmente, no ascienden de los 800 euros.
Sin embargo, los préstamos bancarios tienden a presentar importes superiores, de un mínimo de 500 euros.
Documentos: estos préstamos no demandan papeleo alguno para ser solicitados. Únicamente hay que ser mayor de edad, tener DNI y número de cuenta bancaria personal, además de facilitar nuestra dirección de email.
Por otro lado, los bancarios suelen exigir más requerimientos a sus clientes. Aparte de nóminas recientes, en ocasiones también el IRPF de los años previos.
Comodidad: si desea solicitar un crédito en alguna entidad crediticia física, no le quedará otra que moverse hacia su sucursal más cercana, en la que tal vez tenga que hacer frente a colas y otras posibles eventualidades desagradables.
Con los microcréditos online, únicamente necesita que su aparato electrónico (ya sea PC, smartphone o tablet) disponga de conexión a la red.
Tiempo de tramitación: los bancos suelen tardar más en gestionar sus créditos e ingresar luego el dinero a sus clientes que aquellas empresas que conceden créditos de este tipo por Internet.
Estas organizaciones que actúan de forma virtual, una vez se haya cerrado el acuerdo, apenas suelen demorarse unos quince minutos o media hora en enviar al usuario su importe estipulado, con la consecuente ligereza que ello conlleva para el proceso.
En base a su situación financiera y aquellas explicaciones que aporte la entidad, valorarán la conveniencia de concedérselo o no. Sin duda, otro aspecto favorable para los créditos online.
Si quiere y puede pedir un préstamo, la última palabra será en base a su decisión, y poco más. Pero no podemos obviar, que cierta información puede resultar de ayuda para decantarnos, y eso es precisamente lo que esperamos con éste, nuestro artículo sobre los préstamos rápidos.
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