La explosión punk: 40 años del primer disco de los Ramones

RAMONES
RAMONES - ARTURO VEGA
Actualizado: sábado, 23 abril 2016 12:45

MADRID, 23 Abr. (EDIZIONES - David Gallardo) -

   En esta época en la que tantas efemérides se celebran, convirtiendo cotidianemente el pasado en noticia presente, cobra especial relevancia la fecha del 23 de abril de 1976, pues fue cuando llegó a las tiendas el acelerado fornido primer álbum de los Ramones, marcando así el inicio oficial de toda la hostilidad punk que estaba a punto de reventar.

   "Empezamos a grabar nuestro primer álbum el 2 de febrero de 1976 y lo mezclamos el 19 del mismo mes. Acostumbrado a tocar solo en directo, no entendía por qué se tardaba tanto. Yo imaginaba que uno iba allí y en un día tocaba las canciones y, al siguiente, las cantaba".

   Es el mismísimo Johnny Ramone, guitarrista y mano de hierro del grupo, quien así de impaciente y urgente se expresa en las páginas de su autobiografía, 'Commando'. Y la verdad, una vez asumido este primigenio planteamiento que sostenía a los Ramones, su frenética historia se presenta con la claridad de la gran verdad definitivamente revelada.

   A pesar de que empezaran a grabar el 2 de febrero e hicieran las mezclas el 19, tuvieron tiempo para publicar su primer single incluso antes de que acabara aquel mes. Algo que resulta asombroso, más aún si se tiene en cuenta que no es que tuvieran prisa por asaltar el mundo, sino que sencillamente iban a su velocidad de crucero.

   Y así fue como a finales de febrero de 1976 llegó a las tiendas 'Blitzkrieg Bop': un puñetazo en la mesa, una pedrada en la cabeza, una motosierra partiendo en dos el Brooklyn Bridge, un autobús sin frenos circulando por el East Village de Manhattan que inevitablemente se empotra contra la entrada del CBGB, el legendario club donde empezó todo.

   Aquel fue el comienzo porque en ese adorable y sudoroso antro, ahora reconvertido en tienda de tendencias, tocaron los Ramones noche tras noche agrandando su fama hasta conseguir firmar un contrato con Sire Records en enero de 1976. Así comenzó el punk rock tal y como lo conocemos, a base de tesón, cabezonería y decibelios acompañados de una imagen casi de tebeo que les hacía irresistibles.

   Porque sí, ahí estaban los Stooges de Iggy Pop y los MC5 de Wayne Kramer y los New York Dolls de Johnny Thunders, pero entonces aparecieron estos cuatro freaks neoyorkinos y, sin querer, consiguieron mejorar la fórmula del proto punk metiéndole ingredientes tan dispares como los Rolling Stones, los Beatles, los Beach Boys, los Bay City Rollers y las melodías de Phil Spector y sus grupos de chicas como The Ronettes o The Shirelles.

   Los que estaban al tanto de lo que se cocía en Nueva York ya les conocían bien, pero fue el single 'Blitzkrieg Bop' su carta de presentación oficial. Una primera acometida para empezar a transformar el mundo a su manera, a pesar de que en ningún momento de su trayectoria disfrutaran los Ramones de un éxito realmente masivo, salvo quizás en sus últimos años antes de separarse en 1996.

   Pero hablar de su final es separarse demasiado del asunto que nos ocupa, que no es otro que el advenimiento de su primer álbum, uno de los más laureados de la historia a pesar de que las ventas no acompañaran, siendo esto una constante en su trayectoria que les llevó a convertirse en la más famosa y grande banda de culto de la historia. Porque es señalado como un trabajo de infinita influencia posterior, pero que fue certificado como Disco de Oro en 2014 al alcanzar las 500.000 copias vendidas... ¡despues de 38 años!

   Yendo al meollo de sus surcos, en este álbum titulado sencillamente Ramones y que dura apenas 29 minutos, encontramos canciones inspiradas en experiencias personales (53rd & 3rd por ejemplo, sobre el tiempo del bajista Dee Dee Ramone como gigoló en Manhattan), surf, chicas, películas de serie-b y actividades tan cotidianas como esnifar pegamento.

   Con un corazón dulce y pop, las canciones eran vestidas con una violencia distorsionada que las hacía inapelables a la par que tremendamente originales, algo que hay que acreditar al productor Craig Lenon, junto al batería Tommy Ramone. Entre todos, en apenas siete días (tres para los instrumentos y cuatro para las voces) y con un coste de 6.400 dólares, dieron forma a este tratado fundacional del punk, para el que se utilizó una mezcladora de cuatro pistas.

   Sus canciones son todas clásicos del grupo, entre las que destacan 'Blitzkrieg Bop', 'Beat on the brat', 'Judy is a punk', 'I wanna be your girlfriend', 'Now I wanna sniff some glue', 'I don't wanna go down to the basement', 'Havana affair', '53rd & 3rd', 'I don't wanna walk around with you' y 'Today your love tomorrow the world'.

   "Escribíamos las canciones y nos reíamos pero no nos parecía que estuviéramos pirados, sino que éramos una banda de rock normal. Sin embargo, muy pronto se hizo visible que estábamos algo descentrados", explicaba Johnny Ramone en su autobiografía, lo cual no hace sino confirmar el talento natural de estos cuatro díscolos muchachos que encontraron en la música el asidero a un mundo razonablemente real.

   "Y las primeras canciones... ¿sobre qué íbamos a escribir, de chicas? La verdad es que no las teníamos, así que como o éramos artistas o nada, escribimos sobre cosas sencillas que podíamos contar. Nos parecía que los comunistas y los nazis eran graciosos, que también era divertido esnifar pegamento, pero ni pensábamos que había gente que se lo metía", rememora Johnny.

   Con las canciones preparadas, llegó el turno de ocuparse de la portada, para la que su idea era conseguir algo similar el disco 'Meet The Beatles!' de 1964. Tras desechar unas primeras fotografías que le costaron 2.000 dólares a Sire Records, optaron por contactar con Roberta Bayley, fotógrafa que en su momento recordó que conseguir que los Ramones posaran "era como hablarle a la pared".

   Y así fue como posaron, ante una pared de ladrillos, los cuatro miembros originales de la banda: Johnny, Tommy, Joey y Dee Dee Ramone. Como si estuvieran deseando largarse de allí para dar uno de sus sudorosos conciertos de media hora de frenesí sónico a vida o muerte. Porque hasta en las imágenes transmitían la impaciencia de quien tiene otras muchas cosas mucho más importantes que hacer que estar ahí viendo la vida pasar.

   Viendo sus gestos cabe preguntarse si eran conscientes los Ramones de la relevancia de lo que estaban construyendo. Evidentemente no. Al menos Johnny no tenía ni idea, aunque sí tenía una determinación pétrea por seguir su instinto: "Grabamos las canciones en el mismo orden en que las tocábamos entonces en nuestras actuaciones, un patrón que también seguimos en nuestros dos álbumes siguientes. Hasta en eso éramos los Ramones una unión de hábitos".

   Una unión de cuatro tipos por los que nadie daba un duro y que sufrieron al ver cómo otros que llegaron después conseguían mayor reconocimiento. A pesar de ello, solo sabían seguir su camino y eso hicieron sin mirar alrededor, marcando su propio ritmo. Y ahora, después de que sus cuatro miembros originales murieran entre 2001 y 2014, los Ramones son leyenda cultural... y exitosa marca comercial. Porque la realidad siempre es más cruelmente punk que la ficción.