Feministas católicas claman por la igualdad en la Iglesia: "No podemos seguir fuera de los círculos de poder"

Miembros de Asociación Mulleres Cristiás Galegas-Exeria
Miembros de Asociación Mulleres Cristiás Galegas-Exeria - EXERIA
Publicado: sábado, 4 marzo 2023 11:14

   La asociación gallega Exeria lleva casi 30 años luchando contra una Iglesia patriarcal: "En otros ámbitos existe igualdad al menos sobre el papel, aquí no tenemos ni eso"

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -

   A finales de la década de los 90 el Papa Juan Pablo II publicó una Carta Apostólica en la que cerraba la puerta "de forma definitiva e irrevocable" al sacerdocio femenino; un documento en el que se recomendaba "que las niñas no subieran ni al altar". "Nadie hizo caso pero el hecho de que lo dijera fue un chispazo. Ahí las mujeres dijeron: Tenemos que hacer algo".

   Así relata a Europa Press Marisa Vidal, teóloga feminista y presidenta de la Asociación Mulleres Cristiás Galegas-Exeria, el nacimiento en 1996 de una asociación "circular y participativa", formada por --tal y como ellas mismas se definen-- "mujeres católicas, gallegas y feministas" que buscan la igualdad en el seno de la Iglesia.

   "Sí, somos feministas, luchamos por nuestros derechos. En otros estamentos por lo menos la igualdad está sobre el papel, aunque luego las cosas no sean tan fáciles, pero en la Iglesia, no tenemos ni eso", afirma Elvira Santos, tesorera de la asociación.

   El feminismo, "aun sin ponerle esa palabra", siempre ha estado presente en la vida de Elvira, la primera mujer en A Coruña en una clase de Profesor Mercantil ("una profesión que ya no existe"), que a finales de los años 60 sacó plaza para trabajar en la Junta de Puerto de Marín y que fue testigo de los ataques "machistas" por parte de jefes y compañeros a la primera directora general del Ministerio. "Todo eso fue, dentro de mí, removiéndome. ¿Qué está pasando aquí?", cuenta.

   Con esa agitación, y con los periodos de formación que organizaban las mujeres cristianas gallegas, empezó a "hacer una reflexión profunda, a encontrar respuesta a esas inquietudes".

   Para Marisa hubo "diferentes malestares". "Llevo en la Iglesia toda la vida y cuando te decían, 'tú ahí quietecita', eso picaba. Pero descubrir la teología feminista fue el clic. Recuerdo un encuentro en 2001 en el Monte do Gozo con 350 mujeres, hablando de cristología feminista y pensar: esto era".

CONTRA EL CLERICALISMO

   Para que Exeria emplee palabras como patriarcado sin ambages, el viaje no ha sido sólo personal, también ha habido todo un aprendizaje dentro de la propia asociación, que cuenta ya con 27 años de trayectoria. "Tuvimos que crecer, que entender lo que significaba ser cristiana y feminista. Del feminismo yo sabía muy poco, aunque tenía muchas intuiciones, pero a base de leer y reunirnos, comprendimos que era algo lógico porque el cristianismo es realmente eso, la igualdad entre todos. Lo que pasa es que, como en el resto, a lo largo de los siglos las cosas fueron inclinándose más para un lado que para otro", relata Elvira.

   Preguntadas por sus pretensiones, matizan enseguida que no se trata, "como muchos piensan", de que quieran "ser curas". "No. Queremos ser lo que queramos ser", declara la tesorera, que asegura que la Iglesia ya no puede dejar fuera de los estamentos de poder a la mujer.

   "Yo no quiero mujeres ordenadas sólo para que hagan lo mismo que ellos. No llegamos hasta aquí sólo para poder ponernos una casulla", interviene Marisa. Abogan por otro tipo de presbiterado, que sea de servicio y en base a una comunidad de iguales.

   Las mujeres católicas, explica la teóloga, están en contra del clericalismo, "el mal más grande que está en la base de los abusos". "Todo se basa en darle toda la potestad al clero y eso no era así en un principio. Jesús predicó una revolución en el judaísmo que precisamente buscaba acabar con la clase sacerdotal", justifica.

   Argumenta que tenía sentido en la Edad Media, dado que la Iglesia debía encajar en una sociedad organizada jerárquicamente. "No sería lógico pensar en una institución organizada al contrario de su sociedad, y eso es justo lo que ocurre hoy. Y eso nos está matando", lamenta.

   El cambio, inciden, debe empezar por la propia liturgia. "No pensamos igual ahora que hace x siglos. Hay que revisar los textos bíblicos, no para corregirlos, sino para actualizarlos", señala Elvira. "No se pueden decir cosas como 'Marido, ama a tu mujer, y Mujer, sométete a tu marido. Eso no se puede proclamar hoy".

   "La liturgia nos configura y no se la cuestionan. No hay sentido crítico", interviene Marisa. Apuestan también por un lenguaje "comprensible y coherente con la creencia" para que a la gente le llegue. Elvira incluso va más allá e insta a "aclarar esa imagen de un Dios tan masculino y poderoso" y buscar caras más plurales.

"NO LES QUEDA MÁS REMEDIO QUE ESCUCHAR"

   Aprueban los pasos dados por el Papa Francisco, "interesantes, valientes y que no son tan tímidos como parecen". "Este hombre está acometiendo, de tapadillo, una reforma total de la curia. Si podemos hacer palanca en algún momento, será cuando la estructura pueda responder a esa palanca", apunta Marisa.

   Sin estas transformaciones, no vaticinan un futuro muy halagüeño para la Iglesia, con cada vez menos adeptos. "Este es el momento en que la jerarquía eclesiástica debe escuchar lo que tenemos que decir. Si no quieren cambiar, el último que apague la luz".

   Elvira intercede, más optimista: "Yo quiero pensar que no habrá un último que apague la luz, que habrá otros antes que enciendan otras. Lo triste es que escuchen porque no les quede más remedio, porque si no, tienen que cerrar. Porque las que estamos sosteniendo la Iglesia, en la base, somos las mujeres".

   La invisibilidad, aceptan, es algo que va aparejado al binomio 'feminista católica', incomprensión que muchas veces encuentran también en el propio movimiento. En esto influye, según relata Marisa, el pasado franquista de España. "La Iglesia estuvo muy identificada con Franco. Y aún llegas a cualquier sitio y dices que eres cristiano y se sorprenden porque parecías de izquierdas. Esa identificación con la derecha, con lo conservador, también nos juega en contra".

REVUELTA DE LAS MUJERES

   Eso y el desconocimiento de la Iglesia en general, y de cristianas feministas de siglos pasados en particular, tampoco ayuda a la causa. "Ahora se empiezan a dar pasos, se está descubriendo a estas figuras dentro del feminismo, pero es verdad que se sigue valorando menos", reconoce Elvira.

   Admite Marisa que la suya es una posición complicada, de estar al filo de todo. "Forma parte de nuestra identidad, estar en la frontera. Del feminismo, de laicos y creyentes. Y con la polarización que hay, esto es ir contracorriente y es difícil. Nos marcan una agenda a nivel político y social donde todo es blanco o negro, sin matices, y si dices que los hay, te censuran. Y eso es penoso y peligroso, y favorece los intereses de aquellos contra los que luchas", lamenta.

   Cuestionadas sobre los motivos por los que no se pone el foco en su lucha, también contestan sin rodeos. "Porque los escándalos solo interesan si afectan al poder, y las mujeres en la Iglesia no lo tenemos". "Cosas como los abusos sexuales o la homosexualidad afectan directamente al clero, y eso tiene un tratamiento distinto", razona Marisa.

   Empiezan a ver la luz al final de ese túnel de lo que llaman un "hervir" que se extiende por toda Europa. En España, lo hacen bajo el paraguas de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, que nace en marzo de 2020 partiendo de la plataforma Alcem-la-Veu, creada en Barcelona por diferentes colectivos de mujeres feministas católicas. Aquel año, rememora Marisa, eran ocho las ciudades que se habían sumado a una concentración reivindicativa --que borró la pandemia--, y este ya son 21 las localidades que este 5 de marzo acogerán actos.

   Elvira responde rápidamente y sin rodeos una última pregunta sobre si desean aclarar algo: "Que hay esperanza". "Nuestra aportación no puede quedar oculta, no queremos estar calladas. Ahí está nuestra lucha y se irán consiguiendo cosas, aunque nosotras ya no lo veamos". "La piedra irá 'abalando', tercia Marisa.

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