Georgia aún mira de reojo a Rusia diez años después de la guerra

Memorial por los fallecidos en la guerra en Tiblisi
REUTERS / DAVID MDZINARISHVILI
Actualizado: lunes, 6 agosto 2018 16:08

Georgia mira hacia la OTAN mientras denuncia la presencia militar rusa en las regiones separatistas

MADRID, 6 Ago. (EUROPA PRESS) -

Hace diez años de la primera guerra europea del siglo XXI. Tropas rusas y georgianas se enfrentaron durante unos pocos días por el control de las regiones de Abjazia y Osetia del Sur, en el marco de un conflicto que aún despierta recelos en Georgia, donde los actuales líderes políticos siguen mirando de reojo al vecino del norte mientras intentan dar pasos hacia foros occidentales.

Georgia, escenario histórico de pulsos entre distintas potencias, se convirtió de nuevo tras la caída de la Unión Soviética en un foco de disputa. Independiente desde 1991, el creciente interés estadounidense por un país que aspiraba a salirse de la órbita rusa generó los primeros recelos en Moscú, reacio a perder la influencia de la que venía gozando desde el siglo XIX.

El año 2008 fue sembrando las pistas de lo que, en agosto, terminaría por convertirse en un abierto y desigual enfrentamiento. Rusia había intensificado sus lazos políticos con Abjazia y Osetia del Sur, dos regiones georgianas del norte donde había calado el sentimiento separatista.

La chispa prendida durante años explotó en agosto, cuando una serie de movimientos rusos --había desplazado a cientos de tropas a Abjazia-- terminó de desatar el temor entre la élite política de Tiblisi. El entonces presidente, Mijail Saakashvili, ordenó recuperar por la fuerza el control de Osetia del Sur ante la posibilidad de un ataque inminente ruso.

La respuesta de Rusia no se hizo esperar y, durante cinco días, las dos partes libraron unos enfrentamientos que se saldaron con más de 800 fallecidos y casi 200.000 desplazados. Un alto el fuego paró la guerra, pero no sirvió para que se rompiesen los hilos entre Moscú y las dos regiones separatistas ni para solventar una disputa política que sigue latente.

A nivel internacional Rusia sigue siendo el principal valedor de Abjazia y Osetia del Sur, cuya independencia reconoce formalmente. Siria fue en mayo el último país en sumarse a la reducida lista de países que consideran a ambos territorios países independientes y de la que también forman parte Venezuela, Nicaragua y Nauru.

A corto plazo, no existen perspectivas de mejora de las relaciones entre Tiblisi y Moscú, a pesar de que la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, aseguró en una reciente entrevista a un canal georgiano que había "cambios positivos" a tener en cuenta. Así, llamó a su vecino a actuar con "voluntad política" y "realismo" para avanzar en un acercamiento al que, según sus palabras, Moscú "no opone ningún obstáculo".

LA VÍA DE LA OTAN

La guerra separatista iniciada en 2014 en la parte este de Ucrania, en la que Rusia se ha posicionado política e incluso militarmente del lado de los rebeldes, devolvió a Georgia viejos temores, especialmente después de que la península de Crimea decidiese en un controvertido referéndum anexionarse a la Federación Rusa.

Las similitudes entre los dos escenarios y el temor a las aspiraciones expansionistas de Moscú han servido de argumentario para los actuales líderes políticos georgianos, que de forma recurrente recuerdan que sigue habiendo presencia militar rusa en un territorio que consideran propio.

El Gobierno ucraniano, de hecho, es uno de los principales asistentes a los actos de conmemoración del conflicto, a los que también están invitados altos cargos de las administraciones de Polonia, Lituania y Letonia, entre otros países igualmente dudosos de las intenciones de Rusia.

El presidente de Georgia, Giorgi Margvelashvili, recordó la semana pasada al inaugurar unas maniobras militares que la amenaza persiste. "Estáis en el territorio de un país que tiene un 20 por ciento ocupado ilegalmente por nuestra vecina Rusia", lamentó, de cara a unos ejercicios que han movilizado a más de mil efectivos estadounidenses.

Estados Unidos es precisamente el principal garante de una Georgia que quiere retomar la integración internacional paralizada por la guerra de 2008. El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, prometió en mayo una mejora de las relaciones en materia económica y exigió la retirada de las tropas rusas.

El primer ministro de Georgia, Giorgi Kvirikashvili, ha expresado su deseo de que el ingreso de la antigua república soviética en la OTAN tenga lugar en torno al año 2021 y el ministro de Exteriores, Mijail Dzhanelidze, ha insistido en que el país está dispuesto a "dar los siguientes pasos".

Georgia está también inmersa en un proceso de reconversión política que ha implicado el traspaso de parte de las competencias del presidente al primer ministro y que supondrá, el 28 de octubre, la celebración de las últimas elecciones presidenciales directas. En la votación siguiente, la elección del jefe de Estado corresponderá a 300 delegados.

RENDICIÓN DE CUENTAS

A nivel judicial, la guerra de Georgia sigue siendo también un tema por resolver. El Tribunal Penal Internacional (TPI) autorizó en enero de 2016 una investigación formal, después de que la Fiscalía de dicha corte denunciase "la falta de procesamientos a nivel nacional" para depurar responsabilidades dentro de los ejércitos georgiano y ruso y de las fuerzas surosetias.

Entre los delitos que se analizan figuran crímenes contra la Humanidad --asesinato, traslado forzoso de población y persecución-- y crímenes de guerra --ataques contra la población civil, asesinatos, ataques intencionados contra las fuerzas de paz, destrucción de propiedad y saqueos--.

Este caso ha puesto por primera vez a Rusia bajo la lupa del TPI, con potestad para analizar graves crímenes ocurridos en sus estados parte --Georgia ratificó el Estatuto de Roma en el año 2003--. El tribunal también analiza si dar pasos en firme en relación al conflicto de Ucrania.

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