Es hora de pasar de las palabras (vacías) a los hechos

Refugiadas nigerianas en Chad
SYLVAIN CHERKAOUI/COSMOS 
Actualizado: lunes, 19 septiembre 2016 14:21

Interrogantes para la Reunión de Alto Nivel sobre Refugiados y Migrantes

MADRID, 19 Sep. (Por Aurélie Ponthieu, asesora humanitaria sobre Desplazamiento de Médicos Sin Fronteras) -

La Asamblea General de la ONU acoge hoy la Reunión de Alto Nivel sobre Refugiados y Migrantes, la primera en su género. Concluirá con la adopción de la Declaración de Nueva York, cuyo borrador promete un enfoque más coordinado, humano y receptivo hacia quienes se ven forzados a dejar su hogar; es un texto con objetivos ambiciosos pero estos contrastan con las prácticas radicalmente opuestas de muchos de los Estados miembros que van a firmarlo.

En lugar de respetar los derechos de las personas y reafirmar las obligaciones contraídas en otros tratados que ya han adoptado, demasiados gobiernos están reforzando las restricciones y adoptando perjudiciales enfoques que se dirían especialmente diseñados para agravar el sufrimiento de personas que se encuentran ya en una situación de gran vulnerabilidad y para mantenerlas lejos, fuera de la vista si es posible.

Estas políticas tienen consecuencias destructivas que nuestros equipos presencian a diario al prestar atención médica urgente a estas personas en los países que recorren en su huida y en los países a los que llegan para buscar refugio.

Un ejemplo es 'el Berm', la franja de territorio en la frontera entre Jordania y Siria donde unos 75.000 sirios -de los que cuatro de cada cinco son mujeres y niños- se consumen en condiciones inhumanas a apenas unos kilómetros de una zona de guerra.

Foto: MSF

Para cuando la frontera cerró el pasado junio, nuestras clínicas móviles llevaban ya semanas asistiendo a los desplazados; atendimos a más de 200 niños con desnutrición y a unas 500 mujeres embarazadas, algunas de ellas con embarazos de alto riesgo que requieren estrecha vigilancia médica. Estas personas no pueden cruzar la frontera, tampoco pueden volver a sus casas porque la guerra se lo impide y ahora mismo ni siquiera reciben la asistencia básica y vital para su supervivencia.

¿Qué será de los sirios del Berm cuando acabe la Reunión de Nueva York? ¿Cómo encajan ellos en este nuevo modelo?

CIERRE DE LAS VÍAS SEGURAS

El cierre de las vías seguras de acceso a los países que pueden darles protección obliga a quien huye a arriesgarse a peligrosas rutas que a veces les cuestan la vida. En el continente americano, unas 300.000 personas procedentes de El Salvador, Honduras y Guatemala se dirigen hacia el norte cada año para escapar de la pobreza y de una violencia a manos de bandas criminales tan intensa como la que se pueda vivir en una zona de guerra.

Su esperanza es obtener asilo en México o en Estados Unidos; sin embargo, México, con respaldo norteamericano, concede protección legal a menos del 1 por ciento de estas personas y la mayoría son devueltas a los peligros en sus países de origen. En México, el 68 por ciento de las personas a las que dimos atención médica habían sido víctimas de la violencia durante el viaje y concretamente una de cada tres mujeres había sufrido algún tipo de agresión sexual.

¿Van a abordar esta situación los Estados firmantes de la Declaración de Nueva York?

AGRESIONES DURANTE EL VIAJE

En todo el mundo, personas que huyen de la violencia son sometidas a nuevas agresiones durante su viaje. En el Mediterráneo, donde mantenemos operaciones de rescate y asistencia, más de 3.200 personas han muerto solo en 2016; nuestros equipos han sacado del mar a 35.000 personas, entre ellas un número creciente de menores no acompañados.

Foto: Anna Surinyach/MSF

Y en cada rescate somos testigos de las secuelas de la violencia física y psicológica que sufren quienes cruzan Libia a manos de brutales traficantes de personas, guardias fronterizos y otros depredadores de personas.

Estimamos que nueve de cada diez personas que hemos rescatado han sufrido algún tipo de violencia: nos cuentan que han sido detenidos, golpeados a culatazos, azotados con mangueras, agredidos sexualmente, o que les han robado o retenido a cambio del pago de un rescate. Y en las fronteras europeas también sufren violencia; en la serbo-húngara, por ejemplo, uno de cada tres pacientes que atendemos dicen haber sido agredidos, a menudo por las autoridades estatales.

¿Serán capaces los líderes de la ONU de proporcionar a estas personas vías de entrada mejores y más seguras? ¿O seguirán erigiendo nuevos muros y aplicando métodos de disuasión cada vez más crueles?

CÍNICO ACUERDO CON LA UE

Han pasado seis meses desde el cínico acuerdo entre la Unión Europea y Turquía, y todo indica que, frente a la crisis de desplazamiento global, la disuasión seguirá siendo la estrategia preferida por la mayoría de los países. Este acuerdo, destinado a impedir que los solicitantes de asilo lleguen a las costas europeas, es aclamado como un éxito a pesar de sus consecuencias palpables: 60.000 hombres, mujeres y niños, la mayoría huidos de las guerras de Siria, Irak y Afganistán, han quedado atrapados en las islas griegas en verdaderas prisiones de las que no pueden salir o en la Grecia continental en campamentos sin recursos.

Foto: Ikram N’gadi

Por culpa de su incierto futuro, de las detenciones arbitrarias y de las inadecuadas condiciones de vida, la salud física y mental de muchas de estas personas se está deteriorando conforme pasan los días.

Y este acuerdo ha servido de "modelo" para otros. En mayo, Kenia lo citó al anunciar el próximo cierre del mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab, donde 350.000 somalíes expulsados de su país por el conflicto, las sequías y las privaciones llevan años e incluso décadas malviviendo en el limbo.

Una encuesta realizada por nuestros equipos el pasado agosto revelaba que, a pesar de las tristes condiciones de vida, la mayoría de los refugiados preferían quedarse en Dadaab antes que volver a Somalia. Dejar a cientos de miles de personas en estas condiciones, dependiendo enteramente de la ayuda, no es una solución, pero obligarlos a regresar a Somalia es inhumano y contrario al principio de no devolución.

¿Será la Reunión de la ONU capaz de aceptar que las únicas opciones que les quedan a estas personas es quedarse a vivir en un campo inadecuado o regresar a una zona de conflicto abierto? ¿O harán algún cambio concreto?

Podríamos citar más ejemplos y hacer más preguntas a los líderes mundiales reunidos en Nueva York. En este estado revuelto de las cosas en el que la vida y la dignidad humanas son pisoteadas, deberíamos sentirnos animados por el lenguaje que emana de la Declaración. Pero si no hay cambios radicales en las políticas de muchos gobiernos, esta reunión de la ONU no pasará de la retórica autocomplaciente y las promesas vacías, y solo conseguirá prolongar el sufrimiento de millones de personas.