El presidente del Parlamento de Líbano, Nabih Berri
REUTERS / MOHAMED AZAKIR
Publicado: jueves, 1 febrero 2018 17:18

MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -

El partido del presidente del Parlamento de Líbano, Nabih Berri, ha pedido este jueves a sus seguidores que cesen las protestas en las calles contra el presidente libanés, Michel Aoun, por los insultos que su yerno, Jebran Bassil, dirigió contra Berri y que han desencadenado la enésima crisis política del país.

El Movimiento AMAL ha instado a "cesar cualquier acción callejera para no dar una excusa a quienes están intentando desviar la atención de la cuestión principal".

Además, ha esgrimido que "algunas protestas espontáneas de motorizados han provocado altercados que no reflejan ni la imagen ni las posiciones de AMAL.

En estos tres días de manifestaciones se han llegado a producir tiroteos en Beirut y en otras ciudades de los que el Movimiento Libre Patriótico de Aoun ha acusado a AMAL.

"El Movimiento agradece a todos los que han expresado su condena y solidaridad después de las insultantes declaraciones contra el presidente del Parlamento", ha dicho en un comunicado recogido por Naharnet.

Aoun advirtió el miércoles de que "las calles nunca han sido el lugar adecuado para resolver las disputas políticas", porque eso "daña la estabilidad de la que Líbano está disfrutando a pesar de estar en una región explosiva".

El desencadenante de esta última crisis en Líbano fue un vídeo filtrado en el que Bassil llama "matón" a Berri durante una reunión a puerta cerrada en Batroun, unas palabras que han avivado el enfrentamiento entre ambos líderes políticos.

La rivalidad entre Aoun, un cristiano maronita, y Berri, un musulmán chií, se ha hecho patente desde que el presidente emitió en diciembre un decreto con el que promocionó a decenas de oficiales sin la firma del ministro de Finanzas, Alí Hasan Jalil, miembro de AMAL, el partido del dirigente parlamentario y uno de sus aliados más cercanos.

Líbano vive una frágil situación debido al obligado equilibrio de poder entre las distintas facciones políticas y religiosas, que se vio amenazado el año pasado cuando el primer ministro, Saad Hariri, anunció su dimisión desde Arabia Saudí. El jefe de Gobierno finalmente regresó a Beirut y dio marcha atrás pero la crisis aún colea.

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