Venerar el agua

Imágenes de la sequía en el pantano de Sau, en Vilanova de Sau, Barcelona
Imágenes de la sequía en el pantano de Sau, en Vilanova de Sau, Barcelona - Lorena Sopna - Europa Press
Publicado: sábado, 1 abril 2023 8:22

MADRID, 1 Abr. (Por Pablo Alcalde, responsable de Agua, Saneamiento e Higiene de Acción contra el Hambre) -

"Nuestros abuelos y abuelas nos dijeron que aquí era el paraíso y que por eso teníamos que venerar el agua: porque es parte de nuestra vida; la lluvia, porque nos permite cosechar la comida; el bosque, porque nos da agua y aire. Siempre hemos querido vivir en armonía con la madre tierra. Nuestra comunidad quiere y debe definir las labores para que en la microcuenca haya más agua y mejores suelos para sembrar".

Así es cómo Pedro Pérez Carazo, secretario del consejo de Ancianos del Pueblo Indígena de Totogalpa, en Nicaragua, se expresaba en uno de nuestros encuentros. No hallo mejores palabras para ilustrar la importancia de la conferencia del agua de Naciones Unidas celebrada en Nueva York la semana pasada: el agua como base de la vida, de una vida digna y plena, vertebradora de comunidades y sociedades, base de las culturas, del desarrollo socioeconómico y la prosperidad.

Acabamos de regresar de la ciudad paradigma, del famoso "vive y deja vivir", que ha contrastado con la repetida estos días "no dejar nadie atrás", compromiso tácito, pero no vinculante en los discursos de la conferencia. Desde el sector se esperaba este encuentro desde su primera edición en 1977 en el Mar de Plata. Una vez más, la problemática de la falta de acceso al agua, saneamiento e higiene se ha vuelto a poner sobre la mesa en un foro internacional. Trece años han pasado desde que el acceso al agua potable y al saneamiento seguro fue reconocido como derecho humano por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y todavía 2.200 millones de personas no tienen acceso a agua segura. Más de la mitad de la población mundial carece de acceso a saneamiento digno.

Alrededor de 500 millones de mujeres carecen de instalaciones adecuadas para la gestión de la higiene menstrual en escuelas, lugares de trabajo, centros de salud... Sin acceso a agua, las familias pierden sus cosechas y sus medios de vida. Sin acceso a agua suficiente y limpia, al saneamiento y la higiene, las personas, especialmente niños y niñas menores de cinco años, quedan expuestos enfermedades, pueden sufrir desnutrición con un impacto negativo e irreversible en su crecimiento físico, mental e intelectual. Sin acceso a agua y saneamiento, mujeres y niñas están expuestas a sufrir violencia, abusos y a abandonar la escolarización.

Ante esta realidad, hemos conseguido sumar hasta 700 compromisos para acabar con esta lacra. La mala noticia: ninguno de ellos vinculante; la buena: es un paso más para que la seguridad hídrica se convierta en un elemento central en las políticas.

Solo asegurando el acceso podemos romper el círculo vicioso entre hambre y falta de seguridad hídrica, este término incluye todas las dimensiones que el acceso al agua supone para una vida digna y plena; y que se refiere a que el acceso suficiente, equitativo y asequible es garantía de desarrollo y de construcción de sociedades. En Acción contra el Hambre trabajamos este vínculo desde una visión holística. Nos alejamos del concepto de acceso como una mera cobertura de necesidades básicas. Hablamos de derechos de las personas, de no dejar a nadie atrás, y de nuestra responsabilidad como sociedad de no permitir que la realización de estos derechos dependa del lugar en el que las personas nacen o viven, ni por las condiciones del entorno en el que habitan.

En países como Guatemala, nuestros proyectos impulsan la buena gobernanza de los recursos naturales. Trabajamos desde un enfoque participativo para que mujeres de comunidades se conviertan en líderes en la toma de decisiones, gestión y abastecimiento sostenible de agua segura. Este enfoque apoya la formación de mujeres en áreas técnicas y las transfiere a puestos de trabajo y responsabilidades que normalmente ocupan hombres. Trabajamos la transformación de género a partir de conocimiento técnico aplicado a los contextos y hecho desde dentro.

No debemos olvidar la dimensión económica. En muchos de los lugares donde estamos trabajando, el coste de los servicios de agua y saneamiento no está regulado y suele ser entre seis y siete veces mayor al coste del servicio público. En el territorio palestino ocupado, el acceso a los servicios de abastecimiento puede alcanzar más del 30% de los ingresos de una familia. El Derecho Humano al Agua y al Saneamiento nos dice que no debe superar el 3%. Medidas como la conservación del agua reducen esta brecha.

También es fundamental apoyar las fórmulas de liderazgo local. En Níger, trabajamos con los agentes de salud, institucionalizando su figura y garantizando retribución digna. Son las personas que mejor conocen a las comunidades, a las familias, y pueden identificar barreras y escuchar preocupaciones y soluciones. El trabajo a nivel personal facilita que las soluciones salgan de las demandas de la comunidad. Trabajamos en el cambio de comportamiento social, el análisis de las barreras que la población enfrenta y el enfoque de género para combatir la desnutrición desde su causalidad, desde el tratamiento y la prevención, las buenas prácticas higiénicas, y la gestión del recurso hídrico que les permita asegurar el acceso para uso doméstico, pero también romper su vínculo con la estacionalidad, y diversificar la producción agrícola y su dieta.

Asegurar la seguridad hídrica --el control del recurso hídrico, sus diferentes usos su buena gobernanza-- es clave para la resiliencia, para fortalecer los medios de vida, para organizarse y evitar los desastres naturales y para asegurar un servicio asequible. Es responsabilidad de los gobiernos, los actores humanitarios, el sector privado y la sociedad en su conjunto trabajar juntos y juntas bajo el paraguas del Derecho Humano al Agua y al Saneamiento. Si no lo proclamamos como tal, no podemos reclamarlo como universal. No podemos pedir responsabilidades a los actores del agua, demandar leyes que los conviertan en servicios básicos asequibles, o reivindicar el acceso para todas las personas, sin desigualdades ni discriminaciones.