Víctimas rescatadas de una escuela coránica en Nigeria relatan sus experiencias de abusos y terror

Un adolescente de 15 años, uno de los cerca de 400 rescatados de una escuela coránica en Nigeria en la que eran sometidos a palizas y abusos
Un adolescente de 15 años, uno de los cerca de 400 rescatados de una escuela coránica en Nigeria en la que eran sometidos a palizas y abusos - REUTERS / AFOLABI SOTUNDE
Publicado: domingo, 29 septiembre 2019 15:57

Algunas familias de las víctimas defienden la disciplina impuesta a "niños problemáticos"

KADUNA (NIGERIA), 29 Sep. (Reuters/EP) -

Un grupo de víctimas rescatadas recientemente de un edificio de una escuela coránica en la ciudad nigeriana de Kaduna (norte) han empezado a relatar sus experiencias de terror, incluidas torturas y abusos sexuales.

Cuando Jibril intentó escapar siendo un niño de esta institución fue colgado por los brazos hasta que se le rompieron los huesos de los hombros.

Otro adolescente, uno de los cerca de 400 hombres y niños liberados el jueves durante la operación de las fuerzas de seguridad, ha relatado que los niños eran encadenados frecuentemente y que los que eran capturados robando eran sometidos a latigazos hasta que sangraban.

"Usaban cadenas del motor de los coches y cables eléctricos para azotarnos", ha dicho Suleiman, de 15 años, en declaraciones a la agencia de noticias Reuters. "Los profesores solían acosarnos sexualmente (...) Intentaron bajarme el pantalón una vez pero me resistí y me golpearon", ha agregado.

Las historias de terror sobre la vida en este edificio de dos plantas se suceden mientras las autoridades intentan localizar a los familiares de las víctimas, que a menudo permanecieron durante años en este lugar.

La Policía arrestó a siete adultos durante la redada en el edificio, que tiene un cartel en árabe en la entrada según el cual se declara "Casa del imam Ahmad bin Hanbal para la Aplicación de Enseñanzas Islámicas".

Algunos padres pagaban tasas, creyendo que se trataba de una escuela islámica. Entre ellos, varios la han descrito como una buena institución y han rechazado las acusaciones sobre abusos, mientras que otros hablan de ella como un correccional.

A pesar de las diferentes versiones acerca de su finalidad, los abusos denunciados por las víctimas han puesto a Nigeria bajo los focos debido a sus dificultades para garantizar plazas escolares a su creciente población, dejando un espacio en el que las familias pobres recurren a instituciones no reguladas.

La población del país aumentará de 190 a 400 millones de cara a 2050, según estimaciones de Naciones Unidas. La educación primaria es gratis, oficialmente, pero cerca de 10,5 millones de niños de entre cinco y catorce años no están escolarizados en el país.

"Nigeria hace frente a una ola demográfica", ha explicado Matthew Page, del Programa para África del Instituto Real Británico sobre Asuntos Internacionales. "La viabilidad a largo plazo de la economía nigeriana, y del Estado en sí mismo, depende de que las instituciones gubernamentales, religiosas y tradicionales desarrollen un plan para hacer frente a este desafío antes de que sea imposible de remediar", ha argumentado.

Antes de la redada, los que salieron de la institución fueron a veces devueltos por sus familias. Algunos padres arguyeron que era necesario meter en vereda a niños problemáticos y otros que eran demasiado pobres como para hacerse cargo de ellos.

Las autoridades del estado de Kaduna han detallado que entre los liberados hay 77 menores de edad, el más joven de los cuales tiene cinco años de edad.

ENCADENADOS

Todas las víctimas entrevistadas por Reuters han indicado que las palizas eran habituales y que los niños y los hombres eran encadenados de forma frecuente. Las comidas eran distribuidas dos veces, a las 10.00 y las 23.00 horas.

El hermano de Suleiman le envió a la institución hace cinco meses por saltarse las clases en su escuela. "Nos golpeaban en todas las partes de la casa, incluso en la mezquita", ha manifestado.

"Si intentabas hablar con tu familia, te encadenaban", ha agregado el adolescente, que muestra cicatrices, llagas y costras en su espalda. Así, ha relatado que fue desnudado y azotado cuando le pillaron junto a otros tres amigos intentando robar comida.

Suleiman ha descrito que durante la redada policial "todo el lugar era un pandemonio". "Estábamos muy felices. Lo que quiero es volver a casa. Seré un niño bueno", ha señalado.

Jibril, de 17 años y que fue colgado de los brazos por intentar huir cuando tenía diez, ha apuntado que los niños hacían frente a las opciones de someterse ante las agresiones sexuales o ser golpeados por resistirse.

"Los profesores y monitores violaban a los niños. Los que sufrían abusos eran persuadidos con pescado en lata. Los que se negaban eran azotados", ha relatado, tras afirmar que una de las cicatrices en su cara fue consecuencia de un varazo.

El joven sufre ahora problemas para levantar los brazos a causa del castigo al que fue sometido. Pese a que fue enviado a su casa durante seis meses tras el incidente, la familia le devolvió a la institución una vez estuvo recuperado.

En la institución, los familiares no tenían permiso para ver a los niños durante los tres primeros meses tras el ingreso y tenían derechos de visita limitados tras ello, según han dicho tanto los padres como los hijos. "Si alguien intentaba decírselo a su familia, eran colgados de una pared o encadenados", asegura Umar, de catorce años y cuyo abuelo le envió al centro hace dos años por saltarse las clases.

ABUSOS SEXUALES

Alrededor de 40 agentes participaron en la redada tras una denuncia presentada por un hombre al que la institución denegó el acceso a sus sobrinos. La Policía ha señalado que halló a numerosos niños y hombres encadenados.

Varios niños han apuntado que estaban encadenados a generadores de electricidad que tenían que arrastrar por las instalaciones, también cuando se iban a la cama o al baño. Las autoridades han manifestado que esperan imputar a los siete detenidos por las denuncias de abusos físicos y sexuales.

Las escuelas islámicas, conocidas como almajiris, son comunes en el norte de Nigeria, de mayoría musulmana. La organización Muslim Rights Concern, calcula que cerca de diez millones de niños acuden a estos centros.

El Gobierno del presidente Muhammadu Buhari ha intentado animar a los niños a acudir a la escuela pública con programas que incluyen comidas gratuitas en los comedores y que llegan a unos 9,8 millones de niños en 32 de los 36 estados del país.

Nigeria sólo invierte el 0,5 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB) en sanidad y un 1,7 por ciento en educación, una de las tasas más bajas del mundo, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Ante la falta de opciones, algunos padres defienden la institución, que cobraba 35.000 nairas nigerianas (cerca de 88 euros) por trimestre. "No hay problema en esta escuela", dice Zainab, madre de siete alumnos y cocinera en el centro.

Ahmed Balrabe, un sastre que vive en un edificio adyacente, asegura que dos de sus hijos iban a esta escuela y que nunca vio abusos. "Era buena para ellos, se convirtieron en (niños) más calmados. Les enseñaron cómo leer el Corán. Me gustaba", ha remachado.

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