Actualizado 02/04/2008 19:57

Innova.- La UPCT y el Cifea obtienen un melón con aroma a partir de dos variedades inodoras

MURCIA, 2 Abr. (EUROPA PRESS) -

La Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT) y el Centro Integrado de Formación y Experiencias Agrarias (Cifea) de Torre Pacheco desarrollaron un melón con aroma a partir del cruce de una variedad coreana y otra de piel de sapo, ambas inodoras, mediante técnicas de mejora vegetal clásica.

Esta investigación, que los dos centros desarrollaron en colaboración con un equipo de una universidad de Lovaina (Bélgica), se encuentra a punto de publicarse en papel y ya se encuentra disponible en Internet, según explicó el investigador de la UPCT, Juan Pablo Fernández Trujillo.

El proyecto, que se tituló 'Aromas volátiles del fruto melón. Aspectos fisiológicos y genéticos', consistió en un proceso de selección, de mejora vegetal clásica y de generación de líneas "muy sencillo", declaró Fernández, "se trata de hacer un primer cruce y luego, el resultado vuelve a retrocruzar con el parental piel de sapo", precisó.

Con este sistema, el equipo consiguió un melón aromático a partir de dos líneas que no poseen esta cualidad, como la modalidad piel de sapo "que es verde y todo el mundo conoce", según Fernández, y otra variedad "rara" que fue una cesión coreana "que está en un banco de germoplasma y no es comercial", aclaró.

El equipo trabajó con estas dos modalidades y realizó los cruces "suficientes" para obtener otra variedad que "curiosamente produce aroma", algo que "generó bastante impacto científico porque era algo que nadie había podido hacer antes", sostuvo. "La conclusión es que se pueden obtener cosas diferentes y modificarlas sin necesidad de transgenia", determinó.

"Digamos que en los dos estaba la característica inhibida y al mezclarlos se desinhibe", algo que calificó como "el misterio" que ha causado el impacto". Estos aromas "están tipificados y son característicos de cierto tipo de frutos, que son los climatéricos", destacó.

CLIMATÉRICO.

Así, el nuevo melón fue climatérico, una propiedad nueva que no tenían sus predecesoras, y que consiste en una "subida de respiración y etileno que dan los frutos cuando maduran". Sin embargo, los melones que son climaterio "normalmente son de corta duración", dijo Fernández, quien indicó que el nuevo melón era también perecedero.

"Utilizar esta técnica para crear un corta vida en vez de un larga vida es la gran novedad, porque los genes, que son los que en definitiva se tratan de averiguar, son los mismos", declaró. "Esto tiene aplicaciones interesantes de cara a poder en el futuro diseñar variedades nuevas", consideró.

Fernández indicó que el problema en poscosecha "normalmente es que se crean variedades nuevas que duran más pero que no saben ni huelen a nada". Sin embargo, Con este material "estamos intentando desarrollar nuevas variedades que conserven las características que hacen que la gente consuma el producto", aseguró.

En este sentido, aclaró que al hablar de largo plazo de conservación, "se trata de unas tres semanas en un piel de sapo, por ejemplo, aunque depende de las condiciones de conservación", y explicó que la nueva variedad dura un 50 por ciento menos.

Así, manifestó que su equipo seguirá trabajando en el alargamiento de la vida del melón, y dijo que los resultados estarán preparados "dentro de poco, porque es algo importante, determinar los genes de los que dependen la duración", justificó.

PROCESO.

La variedad resultante recibe el nombre de Introgression Line (IL), ya que se utiliza para su consecución el proceso de introgresión, que consiste en introducir un fragmento del donante al fondo genético del otro melón, pero sin ingeniería genética. El cruce se hace "como lo sabe hacer cualquier agricultor, aunque hay alguna particularidad", determinó.

Como resultado, quedaron en posesión de "un único cromosoma de la variedad piel de sapo, que tiene 12, y quedó un fragmento del donante, que es el coreano, y el todo el resto perteneció a la variedad del primero", aunque dijo que "a veces queda algún fragmento más, porque no es tan sencillo hacer el proceso", advirtió.

De esta forma, se preguntó "cómo sabe cada uno lo que hay dentro, lo que ha dado el donante y lo que no", a lo que respondió que la solución es emplear marcadores moleculares, una parte de la que se encarga el Laboratorio de Genética Molecular Vegetal del instituto de investigación de la Generalitat de Catalunya (IRTA) y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con los que colaboran.

Y es que el mapa del melón "está muy incompleto todavía, no estamos al nivel del genoma humano, es muy básico", dijo Fernández, motivo por el que reconoció que su equipo de investigación "va poco a poco" en sus estudios.

COMERCIALIZACIÓN.

Dentro del proyecto, los investigadores hicieron encuestas de preferencia y test triangulares, para comprobar realmente si los consumidores percibían un aroma distinto, así como diferencias en la pulpa al comerlo.

En estos análisis sensoriales, la parte que más llamó la atención a los encuestados fue el aroma, según Fernández, quien añadió que se trata de un olor que "se conserva incluso pasado el tiempo, cosa que en los normales se pierde, mientras que la nueva variedad sigue estando dulce y buena".

En cuanto a las posibilidades de comercialización, matizó que la empresa española Semillas Fitó S.A. "está trabajando para desarrollar alguna variedad comercial que pueda utilizar esta información genética para hacer modalidades nuevas".

Al respecto, adelantó que la idea "es diseñar un fruto a medida para consumidores especiales, variedades buenas, sabrosas, que se van a vender bien y puedan competir con los de Brasil, Senegal y Castilla La Mancha", y que entre otras propiedades "sea un fruto de temporada", precisó.

OTRAS LÍNEAS.

Fernández dijo que su equipo "trabaja en esto desde el año 2003", y señaló que se trata una línea "que va más allá de los aromas y está relacionada con las características de calidad, producción y poscosecha". "Ahora el trabajo modelo es con melón, aunque hemos trabajado con casi todo", apostilló.

Además, sus investigaciones se orientaron también a la mejora genética vegetal y a encontrar las bases genéticas y fisiológicas, es decir, las bases científicas de porqué se desarrolla un fruto de calidad, y también cuales son los genes que intervienen en la configuración de un fruto de calidad.

Sin embargo, dijo que en este momento "estamos metidos en aspectos de volátiles, porque estamos tratando aspectos más sensoriales, orientados al consumidor, como, por ejemplo, determinar porque un fruto tiene aroma, porque lo mantiene mejor".

Igualmente, el equipo se encargó de hacer cosas de cualidad y de forma, como frutos más grandes, redondos, y alargados, una práctica que no consideró "como algo raro, puesto que sabemos donde están los genes".