Publicado 16/01/2020 08:00

Rafael Torres.- La igualdad de la ministra

MADRID, 16 Ene. (OTR/PRESS) -

La ministra de Igualdad debe tener un extraño concepto de la igualdad si es cierta la noticia según la cual ha suprimido totalmente la presencia masculina entre los altos cargos de su departamento. Según parece, siete mujeres han sido designadas para ocupar la cúpula dirigente del mismo, lo cual no sólo recuerda los ominosos tiempos en que sólo los varones ocupaban esos cargos, sino que nos enfrenta al absurdo de eliminar una de la partes, la masculina, que en justicia debe ser igual a la otra, la femenina, haciendo imposible, por incomparecencia de la dicha parte laminada, la equiparación, esto es, la igualdad, en la mismísima institución que debe promoverla y asegurarla.

Acaso la señora Montero se ha equivocado de cartera, y cree que le han asignado la de Extravagancia, que no la hay pero que podría perfectamente haberla. A tiempo está, pues acaba de aterrizar, de entender su error y reparar en la necesidad de predicar con el ejemplo en su influyente posición de ministra de Igualdad siendo lo más igualitaria posible en la asignación por méritos de los puestos de mayor responsabilidad. Ahora bien; conociendo a la señora Montero sería vano sugerirle que reparara también en otra cosa, o principalmente en ella: que tanto como a las mujeres hay que comprometer a los hombres en la lucha por la efectiva igualdad ante la ley y de oportunidades entre los sexos. Vedándoles los puestos de mayor compromiso no parece, ciertamente, que sea la mejor manera de estimulárselo.

A una señora que promete su cargo diciendo "Consejo de Ministras", como si todos los miembros del gabinete fueran del género femenino, o que fuerza el cambio de denominación de su propio partido para dejarlo en un Unidas Podemos de peliaguda comprensión al tratarse de un partido no compuesto exclusivamente por mujeres, a una señora que se gasta esas ocurrencias, y que además tiene la fuerza de imponerlas, debe ser casi imposible hacerle recapacitar ni sobre la desarmonía de sus nombramientos de altos cargos ni sobre nada.

Diríase que señora Montero no suma a sus muchas y reconocidas cualidades la de la claridad de ideas: ¿No ve que con la exclusión de ciudadanos varones en la vanguardia de la lucha institucional por la Igualdad se da pábulo a la reaccionaria falacia que equipara el feminismo y el machismo? ¿No conoció los infaustos tiempos, o no ha leído algo sobre ellos, en que todos los puestos de responsabilidad eran ocupados por personas de un mismo sexo?