Los expedicionarios de la Ruta BBVA descubren el origen del chicle y hacen su propia goma de mascar

Un chiclero escala un árbol en Tres Garantías (México) durante la ruta BBVA
EUROPA PRESS
Actualizado: martes, 12 julio 2016 20:53

TRES GARANTÍAS (MÉXICO), 12 Jul. (De la enviada especial de EUROPA PRESS, Ana Moreno) -

Todos los ruteros mascando chicle sin saber que estaban en la tierra donde se inventó y sin saber tampoco que iban a poder hacer su propia goma de mascar. Es lo que ha ocurrido este martes en una de los últimos días de la etapa americana de la XXXI Ruta BBVA, en la que los ruteros han aprendido uno de los oficios más antiguos de la zona.

Y es que en la Ruta BBVA, antes conocida como Ruta Quetzal, no sólo se descubren antiguas civilizaciones o se emprenden largas y costosas caminatas, sino que también da tiempo a conocer un poco más a fondo a la población de la zona que se visita a través de su modo de vida.

Este modo de vida en el sur de la península de Yucatán, en el estado mexicano de Quintana Roo, es la obtención de chicle a través de la savia del árbol del chicozapote para la posterior fabricación de goma de mascar. Y es que se cree que la palabra 'chicle' proviene de la unión de dos expresiones mayas: 'chi', que significa boca, y un sonido parecido a 'clé', que significa masticar.

ARMADOS CON MACHETE

El chicozapote es un árbol que sólo crece en esta zona del sur de México y en el norte de Guatemala, pero los denominados chicleros no utilizan ni su tronco ni sus ramas, sino que solamente realizan unos cortes con machete para extraer toda la resina que pueden.

Para ello, los chicleros escalan por todo el tronco del árbol, realizando cortes en diagonal, unos encima de otros, de modo que toda la savia o chicle vaya a caer a una misma bolsa en la que se va almacenando hasta que el chicozapote queda 'seco'. De este modo, el árbol no muere, sino que puede recuperarse con los años para seguir dando savia. Eso sí, han de pasar unos diez años hasta que ese árbol se recupere y pueda volver a ser útil.

En la zona del sur de Yucatán hay aproximadamente un millón de hectáreas certificadas de chicozapote y una parte es explotada por el Consorcio Chiclero, un grupo de cooperativas del que todos los trabajadores son socios y cobran en función de la cantidad de resina que van obteniendo.

Este consorcio lleva exportando la materia prima, es decir, la savia o chicle, desde el año 1993, pero a partir de 2009 está comercializando su propia marca de goma de mascar, Chicza, que exportan a 26 países, incluida toda Europa, en dos formatos, de 15 y 30 gramos, de sabor canela, menta, limón y hierbabuena.

EL ÚNICO CHICLE TOTALMENTE ORGÁNICO

Según ha explicado el gerente de producción del Consorcio Chiclero, Gerardo Ramírez, a los periodistas que acompañan a la Ruta BBVA por su periplo por México, el Chicza es el único chicle totalmente orgánico del mundo, ya que ni en su obtención ni en su fabricación intervienen elementos químicos.

Los chicleros empiezan en torno a los diez años de edad a aprender a extraer la savia del chicozapote. Es un trabajo que suele pasar de padres a hijos, como le ocurrió a Manuel Pech, un chiclero de 43 años que ya lleva 30 escalando el tronco de chicozapotes.

Armado con su machete, Manuel empieza limpiando de ramas y hojas la base del árbol, para después realizar los primeros cortes en la parte baja del tronco. Cuando ya ha hecho unos cuantos y la resina empieza a caer, coloca una bolsa en la base para almacenar el producto.

Después, comienza la escalada. Tan sólo con una cuerda y una especie de crampones de hierro en las botas, inicia el ascenso, a lo largo del cual va realizando los cortes en el tronco. Y cuando termina con un árbol, sigue con el siguiente. Es a la mañana siguiente cuando los trabajadores recogen todas las bolsas con la savia.

SIN MEDIDAS DE SEGURIDAD

Manuel asegura que le gusta su trabajo, pero es indudable que se trata de una actividad peligrosa para la que, además, no se disponen medidas de seguridad adecuadas. Él mismo sufrió un accidente cuando llevaba siete años siendo chiclero: se cayó desde lo alto de un chicozapote --pueden llegar a medir hasta 40 metros, pero sólo escalan hasta unos 20-- y se rompió la mano y varias costillas.

Las cooperativas venden el chicle, la materia prima, por unos 70 pesos el kilo (poco más de 3 euros). El Consorcio Chiclero puede obtener hasta 20 millones de pesos (cerca de un millón de pesos) de beneficio, que se distribuyen entre los trabajadores y sus familias.

Hoy en día, el Consorcio Chiclero cuenta con unos 2.000 socios, por lo que los beneficios tanto de la extracción de la savia como de la producción del Chicza podrían redundar en aproximadamente 10.000 personas en total.

Pero la extracción del chicle no es una actividad de la que estas familias puedan vivir todo el año, sino que la resina sólo se puede extraer en época de lluvia, es decir, desde septiembre u octubre hasta enero, aunque la temporada a veces se puede alargar hasta febrero.

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