Actualizado: jueves, 27 abril 2017 15:07

MADRID, 27 Abr. (EUROPA PRESS) -

La misionera y monja de clausura María Lourdes (María Ángeles Anadón por su nombre de nacimiento), que nació en Villanueva de Huerva (Zaragoza) en 1932 y partió hacia Angola a los 21 años para fundar un Monasterio, explica el florecimiento de vocaciones locales en este país y la mayor "inculturación" del anuncio del Evangelio.

"Un Padre africano puede estar hora y media hablando en un retiro de Cuaresma para religiosas sin que la gente se mueva, incluso hay aplausos al final. ¿Por qué? Está claro, porque todos son nietos de sus antepasados", subraya la religiosa española, en declaraciones a Obras Misionales Pontificias (OMP) recogidas por Europa Press.

María Lourdes abandonó en 1972 el Monasterio 'Madre de Dios de Olmedo', en Valladolid y junto a otras nueve monjas partió hacia Angola para fundar el Monasterio de 'Mae de Deus' en Benguela. Después de 45 años vividos en Angola, confiesa que su vida "ha sido feliz y fecunda".

Durante estos años, la religiosa española no solo se convirtió en misionera sino que ha comprobado cómo se ha hecho también misionera toda la diócesis de Benguela, enviando monjas angoleñas para nuevas fundaciones en Grecia, Puerto Rico, Argentina, Curaçao y Camerún.

Sobre sus primeros años en Benguela, Sor María Lourdes cuenta que las vocaciones nativas para la vida contemplativa surgieron para su monasterio desde la llegada a Angola. En 2008 pudieron hacer una nueva fundación con diez monjas de Benguela en la diócesis de Kwito-Bié, la provincia más afectada por la guerra, donde "los jardines y patios eran un cementerio y había destrucción por todas partes".

AÑOS DOLOROSOS

La situación actual --este año 37 monjas angoleñas han profesado como Dominicas de Olmedo-- tiene, según recuerda la religiosa, una prehistoria dolorosa, en concreto, al remontarse al periodo anterior a la Independencia, que llegó el 11 de noviembre de 1975.

En esa etapa, en la Iglesia en Angola solamente había dos obispos africanos, poco clero y escasas religiosas nativas. En 2015 había ya más de 500 sacerdotes diocesanos y más de 2.000 religiosas, según datos del Anuario Estadístico de la Iglesia y la Guía de las Misiones Católicas.

Con la llegada de la Independencia, según explica, "el país tomó su fisonomía propia y también la Iglesia" y "los misioneros portugueses, holandeses, irlandeses, suizos y españoles dejaron el terreno muy bien preparado para la continuidad con numerosas parroquias, misiones, obras sociales, traducciones de las lenguas maternas de la Biblia, Catecismos, asambleas litúrgicas, cánticos etcétera".

EN LA GUERRA LOS SEMINARIOS SE LLENARON

Después de la Independencia, María Lourdes señala que con la guerra civil, que duró en Angola 27 años, "el papel de la Iglesia fue muy importante", tanto por parte de la jerarquía, que al ser mayoritariamente africana podía dialogar mejor con los líderes políticos, "como en la ayuda de todo tipo que se prestó al pueblo, sobre todo, por parte de los misioneros que se quedaron". Fue entonces cuando el número de sacerdotes, religiosos y religiosas experimentaron un creciente florecimiento, según afirma.

"En este largo período de la guerra, los seminarios y noviciados se llenaron, y la Providencia se sirvió de esta dolorosa circunstancia para que entre todas las vocaciones que entraron, se dieran muchas sólidas que hoy asumen responsabilidades importantes", recuerda la religiosa.

Además, constata que el florecimiento no solo se dio en las congregaciones femeninas de origen europeo, sino que también ha habido una proliferación de congregaciones autóctonas, en su mayoría fundadas por obispos, muchas de las cuales están todavía pendientes de aprobación por Roma.

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