Actualizado 30/05/2011 15:18

Un libro ahonda en el uso del latiguillo verbal 'polla', que ya afronta su segunda edición

JAÉN, 30 May. (EUROPA PRESS) -

El periodista jiennense Andrés Cárdenas es el autor del libro 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas (Tratado de la palabra más común en el léxico callejero en las provincias que componen el antiguo Reino de Granada)' en el que aborda el uso de esta suerte de latiguillo verbal, especialmente para granadinos y jiennenses que usan esa palabra "en casi todas las conversaciones".

"Lo que para uno que no es de aquí puede ser una palabrota o una expresión soez, para nosotros es tan común que ni nos damos cuenta de que la pronunciamos", ha declarado a Europa Press Cárdenas, quien ha precisado que la primera edición ya se ha agotado y que ya está en marcha la segunda edición.

Así, a lo largo de esta misma semana el libro estará disponible en librerías de Jaén después de que los 700 ejemplares de la primera edición se agotaran en menos de una semana, durante el tiempo en que se ha prolongado la feria del libro.

En tono humorístico, con anécdotas, curiosidades y chistes, el autor desmenuza esta palabra, juega con ella y aborda su sentido en el "devenir diario". Por ejemplo, reproduce una conversación en la que un granadino quiere rechazar algo gracias a esta palabra: "-¿Oye? Tienes cien euros pa prestarme. -Sí, por la polla. O sea, que no".

Según él mismo explica, la idea germinó a partir de un columna que publicó hace unos años en la que explicaba a un personaje, Harry, los usos de la palabra 'polla' ya que al ser de nacionalidad irlandesa estaba confuso ante la abundante presencia de este vocablo en todo tipo de conversaciones.

El artículo tuvo una repercusión importante, especialmente por Internet y recibió numerosos nuevos ejemplos o usos y todo ello le ha servido para parir 'Dejaos de pollas, vayamos a pollas', con prólogo de Andrés Sopeña e ilustraciones de Antonio Mesamadero, Port-Royal Ediciones, 2011.

Entre otros hechos curiosos, Cárdenas detalla que en Jaén una polla era la masa de pan fermentada que manipulaban y amasaban los panaderos antes de ponerla en el horno y que precisamente de esa acepción procede la coletilla jaenera de 'ni pollas'.

"Me han contado que por la zona del Pilar del Arrabalejo donde, por cierto, hay buenas tabernas, existía una panadería cuyo propietario era famoso en todo el barrio por las pollas tan gordas que amasaba. Tanto era así, que muchas amas de casa iban a comprarlas para hornealas ellas en su propio hogar. El panadero se llamaba Manuel pero todo el mundo lo conocía, debido, como digo, a sus voluminosas piezas de masa, por 'Polla Gorda el Hornero'", tal y como se especifica en el libro.

En clave de humor, el periodista también analiza en su obra dedicada a este término que la traducción literal de 'polla' "no significa lo que el hablante quiere expresar", de manera que si alguien te dice "¡me vas a chupar la polla!, no quiere decir que te esté pidiendo relaciones sexuales, sino que lo tienes harto y que lo que acabas de decir no es de su gusto". "Tienes que tener cuidado Harry, que con el verbo 'tocar' dependerá del tiempo en que esté conjugado para tener acepciones diferentes. Así el presente indica molestia o hastío ('me toca la polla'), el reflexivo significa vagancia ('se tocaba la polla'), pero el imperativo significa que lo que acabas de decir es una tontería (¡tócate la polla!)", señala.

A lo largo de los diferentes capítulos del "opúsculo", Cárdenas analiza la importancia de distinguir en la procedencia de la persona que pronuncia la palabra o si va precedida de un artículo o entre admiraciones así como la palabra polla en la Lengua y la Literatura --"¿En qué momento la palabra 'polla' (cría que nace de cada huevo de ave y en especial de la gallina) se convierte en el órgano sexual masculino?", se pregunta en la obra-- o su repercusión en el refranero y como apellido o apodo.