Almuzara reedita la primera obra de Chaves Nogales, 'La Ciudad', con prólogo de María Isabel Cintas

Portada De 'La Ciudad' De Manuel Chaves Nogales
ALMUZARA/EUROPA PRESS
Actualizado: jueves, 2 junio 2011 14:14

SEVILLA, 2 Jun. (EUROPA PRESS) -

La editorial Almuzara acaba de reeditar 'La Ciudad', la primera obra del periodista y escritor sevillano Manuel Chaves Nogales, que en esta ocasión está prologada por María Isabel Cintas Guillén, máxima especialista en la obra de Chaves Nogales y autora de una biografía sobre el escritor recientemente galardonada con el premio Domínguez Ortiz.

Según ha destacado el sello en una nota remitida a Europa Press, en 1920, a los 23 años, y cuando marchaba para Madrid para hacer carrera en el mundo del periodismo, Chaves Nogales quiso dejar constancia escrita sobre el alma de su lugar de nacimiento, Sevilla. Se trata del primer libro de este ilustre periodista y escritor, que con la increíble lucidez que le imprime siempre a su obra y ese aire de actualidad retrospectiva, escudriña y desmenuza las entrañas de la ciudad.

Así, Chaves describe una especie de dinamismo modernista en el carácter de su tierra, que le ayuda a digerir los antagonismos y contradicciones, los tópicos y las formas extrañas con una despreocupación inconcebible.

En 'La Ciudad' "está todo" como comenta en su nota el editor David González Romero: "el pretil de azotea y el incomparable crepúsculo, el tipo sevillano y la reivindicación de la mujer, las gentes de barrio y las santas Justa y Rufina, la Sierpes y la Macarena, los patios y los cafés, la Semana Santa y el Gran Poder, los gitanos y el cante, el extrarradio y las tensiones sociales, las peinetas y el romanticismo, el turista y la Expo, la tragedia de Andalucía y el andalucismo...".

Con una enorme clarividencia, este libro encierra quizás "los párrafos más agudos que se han escrito sobre Sevilla". Con esta edición, desde Almuzara se quiere hacer justicia a "una obra fundamental" y dejar una edición cuidada y de referencia de este libro en todas las librerías del territorio nacional, "ya que tiene muchos ingredientes que sobrepasan el tema sevillano, empezando por la lucidez literaria, siempre sorprendente, de Chaves Nogales".

Entre sus páginas, el autor afirma rotundamente que el carácter de la ciudad viene condicionado porque el hispalense ha hecho de su vida su propia religión, y afirma que "alguna vez pensamos en que estas inquietudes sevillanistas no sean sino una aberración; se nos ocurre imaginar que acaso todas estas perplejidades, toda esta complejidad, no sea realmente más que una sensación primitiva, bárbaramente subjetivada, que se repite de modo invariable ante el espectáculo de lo que nos es familiar".

"Tal vez el alma de Sevilla esté solamente en una aberración espiritualista de los sevillanos; pero si esa aberración fuese general, si hubiese sido infundida en nosotros y nosotros pudiéramos infundirla a nuestra vez, alma de Sevilla sería ella", relata el escritor.

LITERATURA SEVILLANA TOTAL

Asimismo, guarda incluso una velada respuesta a lo que se ha escrito sobre su tierra por algún que otro "arbitrario divagador". Según Chaves Nogales, al pensar en una literatura sevillana total, "nos sobrecoge el imperativo de una erudición monstruosa y de una ordenación perfecta, sin embargo debemos rectificar a cada hora y a cada sensación, ya que eso es lo único que podemos aprehender de Sevilla, que, a fuerza de butacones y heterogeneidades, ha llegado a gozar de una suprema simplicidad".

"No es la nuestra una preocupación de analizador inhábil; a cada paso la ciudad se contradice, se modifica. Con una despreocupación inconcebible, adopta formas extrañas, copia arquitecturas, remeda exóticos jardines, aunque con tan indiferencia en la asimilación, tal gracia, que las modalidades apresadas dejan de ser plagios al infundirles su espíritu", comenta el autor.

Chaves Nogales critica a quienes clasifican a Sevilla como "ciudad típica", ya que sólo conocen la plaza del Triunfo, el barrio de Santa Cruz y la Macarena y todo gracias a la diligencia municipal de quien ha expuesto "una Sevilla fácil, ordenada, llena de arte y de cicerones". A su juicio, no es censurable este aspecto para quienes aspiran a hacer de Sevilla una Meca de la emotividad moderna, pero el autor va más allá de este simple planteamiento y detecta la potencia que hace de Sevilla una ciudad eterna: "hay un certero instinto, una misteriosa potencialidad crítica, que sin ser precisamente el pensamiento, destruye las ficciones y burla todos los artificios demoníacos, conservando a todo trance, aún en el negro trance de ignorancia, la elevación espiritual de los ciudadanos, su predisposición a una misión providencial no determinada".

"Alguna vez se estudiará, con un criterio laico y nuevo, lo que ha sido y lo que es el misticismo sevillano; entonces haremos que se compadezcan esos antagonismos espirituales, esa religiosidad fundamental y esas irreverencias formales", defiende Chaves Nogales.

EL ESCRITOR

Cabe destacar que Manuel Chaves Nogales nació en Sevilla en 1897 y murió en Londres en 1944. En 1921, justo mientras dejaba preparada la publicación de su primer libro, 'La Ciudad', precisamente como redactor jefe de El Heraldo y director de Ahora se convirtió en la referencia más avanzada del periodismo en la época de la República, llegando a ser contertulio del presidente Azaña. En esos años conquista la cima periodística con sus grandes reportajes denuncia sobre la Rusia bolchevique y los regímenes fascistas.

Su obra literaria, entre el periodismo y la novela, dejó varios libros fascinantes de tema ruso: 'La vuelta a Europa en avión', 'La bolchevique enamorada', 'Lo que ha quedado del imperio de los zares' y 'El maestro Juan Martínez que estaba allí'. Y en 1935 conquista un enorme éxito editorial con su archiconocida serie periodística sobre Juan Belmonte en La Estampa y La Nación, que sería publicada en forma de libro y le daría fama internacional.

Con la guerra tuvo que abandonar España y, tras un periodo en París, del que surge buena parte de su libro 'La agonía de Francia' (1941), se instala en Londres donde seguirá desarrollando una labor periodística internacional de primera fila. En el clima de exilio y guerra, con la salud muy desmejorada, una desafortunada intervención quirúrgica le produjo la muerte mientras preparaba un libro con los testimonios de refugiados de la ocupación alemana.