Fernando Rueda reconstruye en un libro la historia de los 8 espías españoles asesinados en Irak

Los agentes del CNI Carlos Baró (izquierda) y Alfonso Vega (derecha) junto a un uniformado (centro) en unas prácticas de tiro en Irak
Los agentes del CNI Carlos Baró (izquierda) y Alfonso Vega (derecha) junto a un uniformado (centro) en unas prácticas de tiro en Irak - FERNANDO RUEDA (CEDIDA)
Actualizado: sábado, 15 febrero 2020 20:36

Le sorprende la "falta de reacción" del CNI y novela un desenlance ficticio pero verosímil

BARCELONA, 15 Feb. (EUROPA PRESS) -

El escritor Fernando Rueda acaba de publicar 'Destrucción masiva' (Roca Editorial), la historia novelada de los ocho espías españoles asesinados en 2003 en Irak, mezclada con un final ficticio pero que considera verosímil.

En una entrevista de Europa Press, Rueda --periodista especializado en espionaje y autor de 16 libros-- ha explicado que la primera parte narra fielmente el paso de los espías por Irak desde el punto de vista de ellos mismos, limitando la ficción a los diálogos y algún personaje.

A finales de 2003, tras la invasión de Irak, un espía fue acribillado y otros siete murieron poco después en una emboscada en una carretera.

Rueda eligió la ficción en vez del género periodístico porque necesitó añadir un final novelado, ya que le pareció "muy triste como acaba realmente"; no solo por los asesinatos, sino por actitudes del CNI y del Gobierno: la desprotección con que trabajaban en vida y el insuficiente reconocimiento una vez muertos, afirma.

'Destrucción masiva' (que ya tiene segunda edición) es la historia profesional y personal de estos espías, desde que los dos primeros llegan a Irak (antes de la invasión irakí) hasta que los ocho están en el país tras ser invadido: la percepción que el espionaje irakí tuvo de ellos antes y después de la invasión es muy diferente, y fatalmente decisiva tras el apoyo del Gobierno de José María Aznar a EE.UU., según el autor.

Rueda se "obsesionó" con los personajes y profundizó durante años entrevistando a familiares de los muertos y fuentes diversas: con eso construyó la primera parte del libro, con la voluntad de reflejar lo que hacían y opinaban esos espías.

VEN "DETERMINANTE" EL PETRÓLEO

En esta parte, Rueda constata que esos miembros del CNI "concluyen que el petróleo es determinante" en la invasión y advierten a sus superiores de que Saddam Hussein no tenía armas de destrucción masiva en ese momento, advertencia que se elevó a Aznar.

Pero, según Rueda, a Aznar "le daba exactamente lo mismo lo que decía el CNI" porque estaba decidido a cambiar la proyección mundial española, y recuerda la frase atribuida a Aznar y extraída de las actas de su visita de 2004 al rancho de George W.Bush en Texas: que su gobierno del PP pretendía cambiar la política española de los últimos 200 años.

El libro refleja que los espías españoles se sentían desprotegidos por el CNI e incomprendidos por el gobierno de la época, pese a lo cual cumplieron todas las órdenes y aceptaron los riesgos, porque eran el ejemplo perfecto de "los funcionarios absolutamente leales".

También los retrata como leales con sus principios militares, hasta el punto de que uno de ellos permanece con otro ya moribundo, aun teniendo posibilidades de escapar, lo que el autor contrasta con el único superviviente del ataque.

El libro narra que este espía se salvó porque abandonó el lugar en el ataque, mientras que el propio superviviente aseguró al volver a España que un superior le había ordenado buscar ayuda.

Sin embargo, la versión del escritor y la del espía sí coinciden en que se acabó librando de un linchamiento tras el ataque porque un hombre de la zona apareció entre la muchedumbre y le besó: "Tal como me lo cuentan, es un acto de casualidad", explica Rueda.

La segunda parte del libro es ficticia, pero "algo así pudo haber pasado" tras los asesinatos: Rueda no afirma que pasara necesariamente así, sino que en los servicios secretos de muchos países han ocurrido tramas como las de este desenlace pero no se suelen descubrir.

"SIGO TENIENDO MIS DUDAS"

Después de tantos años investigando, Rueda admite que continúa sin entenderlo todo, y se limita a narrar con el punto de vista de las víctimas: "Sigo teniendo mis dudas sobre una parte de la historia".

Sus fuentes le han explicado que el CNI no tenía entonces la experiencia necesaria para protegerles en esas circunstancias concretas, pero a Rueda le sorprende que no dotaran a los espías de escolta y de un coche blindado, y también que, a raíz del ataque, "no les busquen" sobre el terreno.

Para él, se debe a "una falta de reacción" del CNI ante el extremo riesgo de aquellos espías, lo que atribuye en parte a una mentalidad funcionarial excesivamente burocrática, por la cual se retrasaba la aplicación de medidas.

Rueda cree que no se asumieron responsabilidades y que el entonces director del CNI, Jorge Dezcallar, "debió reconocer en su momento el grave error"; pero le consta que hubo mejoras cuando le sucedió Alberto Saiz, aprendiendo de esa experiencia.

FERNANDO SAN AGUSTÍN Y SANTIAGO BASTOS

El autor incluye en su novela personajes reales --entre espías y políticos-- y otros ficticios, entre los que destacan dos homenajes a profesionales a los que admira.

Uno es 'Jaime San Agustín' (en honor a Fernando San Agustín, y al que nombra Jaime evocando a James Bond) y el otro, 'Arturo Bastos' (en alusión al recientemente fallecido Santiago Bastos: Rueda le considera un gran modernizador de los servicios secretos españoles, además de combatir el golpismo en la Transición).

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