Actualizado 20/11/2007 14:10

El 85% de los casi 3.000 acogimientos familiares que se producen en Andalucía se realizan con la familia extensa

El 44% de los menores acogidos presentan retrasos evolutivos de distinta consideración, el 29% de ellos muy significativos


SEVILLA, 20 Nov. (EUROPA PRESS) -

El 85 por ciento de los 2.973 acogimientos familiares que se producen en la comunidad autónoma andaluza se realizan con la familia extensa, según señaló hoy la consejera para la Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, momentos antes de la inauguración del VI Foro Andaluz de la Infancia, dedicado este año al acogimiento familiar, una medida temporal que evita la estancia de los menores en los centros de protección.

Concretamente, los acogidos en familia extensa están sobre todo con familiares de la rama materna, abuelos en el 29 por ciento de los casos y tíos en el 26 por ciento. No obstante, los abuelos paternos acogen al 26 por ciento y los tíos al 12 por ciento, mientras que un 11 por ciento adicional está con otros familiares.

Por provincias, Málaga es la que presenta un mayor número de acogimientos con 718. Le siguen Sevilla (617), Cádiz (554), Huelva (316), Córdoba (251), Granada (229), Jaén (139) y Almería (113). Asimismo, entre las familias participantes por tipo de acogimiento se encuentran 151 extensas, 53 ajenas y 14 de urgencia.

La titular del ramo, en declaraciones a los periodistas, subrayó que la Consejería trabaja en potenciar el acogimiento, "teniendo en cuenta que las resoluciones judiciales pueden tardar hasta seis años, una eternidad en la vida de un menor".

Asimismo, Navarro destacó que los servicios sociales procuran que el acogimiento se realice con la familia extensa, que recibe una ayuda económica para hacer frente a los gastos del menor. Además, en la comunidad existen 135 equipos de tratamiento familiar, compuestos por más de 500 profesionales que trabajan de forma directa con las familias.

Durante el encuentro, tuvo lugar la presentación del estudio 'El acogimiento familiar en Andalucía', realizado por el catedrático del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla y vocal del Consejo Andaluz de Asuntos de Menores, Jesús Palacios, y el profesor del mismo departamento Jesús Jiménez Morago, con el objetivo de realizar una valoración sobre cómo funciona en Andalucía este servicio y si los menores están "debidamente atendidos".

Así, tras realizar este estudio entre un total de 218 menores y sus correspondientes familias acogedoras, Palacio consideró que dicho sistema funciona "generalmente bien" y que, aunque las necesidades básicas de los menores están cubiertas, "todavía hay mucho que mejorar". En esta línea, destacó que las mejoras deben ir destinadas primordialmente a la familia extensa, "que suelen tener menos apoyo y menos formación, así como también un escaso contacto con los servicios de protección".

Dicho análisis apunta que los hogares acogedores acreditan una "satisfactoria" capacidad para responder a las necesidades básicas de los niños a su cargo, aunque aún disponen de un pequeño margen de mejora, sobre todo en aspectos relativos a la socialización y a la supervisión educativa de los menores.

Además, según añade, los acogidos presentan más dificultades que sus compañeros no acogidos, "lo que es lógico dado su historial de mayor adversidad". Sin embargo, esas puntuaciones más bajas, como promedio, no alcanzan niveles psicopatológicos, ni de rechazo social, ni de fracaso académico estrepitoso, ni de autoestima negativa.

Los progenitores de los niños acogidos presentan también un "elevado" perfil de conflictividad y riesgo familiar y personal. La mayor parte, según indica el informe, "parece lejos de la recuperación de sus dificultades, aunque en torno a algo más de la cuarta parte parece haber resuelto sus problemas o estar en vías de resolverlos.

Asimismo, el consentimiento al acogimiento ha sido más frecuente en los casos de familia extensa y de urgencia que en los casos de familia ajena. Además, los acogidos tienen más contactos y más frecuentes con sus madres que con sus padres, contactos que están más regulados y organizados en los acogimientos de urgencia y los de familia ajena, siendo más frecuentes, variados e informales en los acogimientos de urgencia.

LOS ACOGEDORES Y LOS MENORES.

Con una edad promedio para el conjunto de acogedores de en torno a los 50 años, los acogedores de familia extensa suelen ser mayores de 62 años y matrimonios biparentales, aunque la presencia de la monoparentalidad también es notable, sobre todo en los acogimientos de familia extensa. El nivel educativo es variado, así como la actividad profesional, destacando los jubilados en el caso de familia extensa, los que están en activo en familia ajena y las amas de casa en el acogimiento de urgencia.

Respecto a los menores, casi el 40 por ciento de los menores analizados en el estudio empezó el acogimiento dentro de su primer año, lo que ocurre con mucha mayor frecuencia en los acogimientos por familiares. En torno a la mitad convive con sus hermanos en la misma familia acogedora y la mitad del total ha pasado por acogimientos previos al actual, con una duración media de 2,5 años. Además, en el pasado de estos chicos hay problemas físicos y psicológicos, así como experiencias de maltrato.

Excepto en la valoración de su autoestima, donde alcanzan valores medio-altos, las puntuaciones medias de los acogidos en diversos aspectos están dentro de la normalidad. Sin embargo, con alta frecuencia se encuentran en el límite con valores problemáticos y diferencias significativas con sus compañeros no acogidos.

Concretamente, el 44 por ciento de los menores de ocho años presentan retrasos evolutivos de distinta consideración. De ellos, el 29 por ciento son retrasos muy significativos. Asimismo, el cociente intelectual promedio de los niños de esta edad es de 87, una cifra muy cercana al límite que marca la separación entre la inteligencia normal y la que representa algún retraso.

Asimismo, la mayoría de los acogidos conocen su historia previa, pero casi un 40 por ciento de los acogedores no ha hablado nunca con el menor sobre su situación, lo que ocurre con más frecuencia en familia extensa que en ajena. De este modo, pueden pasar varios años en acogimiento antes de que el tema se aborde. Además, los acogidos no son muy propensos a hablar de su historia y de su situación, según apunta el estudio.