Actualizado 05/07/2008 13:46

Los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA aprenden en primera persona las costumbres de la tribu emberá

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   GAMBOA (PANAMÁ), 5 Jul. (EUROPA PRESS/Elsa Triguero García) -

   Los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA aprendieron ayer en primera persona las costumbres y la cultura de la tribu emberá tras llegar el miércoles pasado al poblado indígena de San Juan de Pequení, en la selva panameña del Parque Nacional Chagres.

   Los jóvenes aventureros se levantaron a las seis de la mañana y, tras desayunar, se dieron un chapuzón en el río Pequení para intentar quitarse un poco más esa suciedad incrustada  que parece que nunca se va, y menos aún si hay que lavarse sin jabón para no contaminar el río.

   Después, los monitores les organizaron por grupos y les asignaron distintos talleres, esta vez centrados en la forma de vida de los emberás, una tribu amerindia que habita en el este de Colombia y el oeste de Panamá. Y ¿quién mejor que los propios nativos para ejercer de profesores de los chavales?

   Entre los distintos talleres de actividades se encontraban el de artesanía, el de trabajo de la madera, el de pintura corporal, el de chamanería y el de música. Los emberás explicaron a los expedicionarios desde cómo decoran sus cuerpos con pintura de origen vegetal hasta cuáles son sus habilidades artesanales, pasando por las ceremonias que celebran sus chamanes para alejar a los malos espíritus.

   Tras escuchar atentamente las explicaciones, los 'ruteros' se convirtieron en emberás por un día para imitar lo que habían observado. Así, por ejemplo, se atrevieron a interpretar improvisadas melodías con los sencillos instrumentos musicales de los indígenas.

   Uno de los aspectos más importantes de esta tribu panameña es la artesanía, ya que la venta de las piezas que realizan les reporta gran parte de sus ingresos. Cestas y máscaras de fibra vegetal, figuritas talladas en tagua o nuez de marfil y collares compuestos por semillas son algunos de los objetos que crean a partir de los materiales más sencillos.

   A COMER MAÍZ

   Una de las actividades más curiosas de la jornada fue la recolección de maíz en uno de los campos de cultivo de los emberás. Unos diez expedicionarios se trasladaron en canoa hasta allí para recoger la cosecha y llevarla luego al poblado, donde tienen instalado su campamento.

   Pero lo mejor vino después, cuando los emberás asaron las mazorcas y los chavales pudieron degustarlas. El director de la Ruta Quetzal BBVA, Miguel de la Quadra Salcedo, destacó la relevancia histórica del maíz por ser el único alimento precolombino que sigue comiéndose hoy en día.

   El periodista y explorador se remontó a la época del descubrimiento de América para recordar que Cristóbal Colón fundó inicialmente en Panamá una población denominada Bastimentos, que estuvo abandonada hasta que de Diego de Nicuesa llegó allí en 1509 y la rebautizó como Nombre de Dios, localidad donde acamparon los 'ruteros' antes de dirigirse a San Juan de Pequení. Su nombre original hace referencia a la existencia en aquel lugar de provisiones alimenticias, en este caso maíz.

   Cada actividad que forma parte de la Ruta tiene un significado, tiene un porqué histórico y cultural. Por eso De la Quadra Salcedo intenta que los chavales entiendan quiénes son los emberás, por qué se conmemora el quinto centenario de la fundación de Nombre de Dios o qué significado tiene para España y para Panamá la ciudad de Portobelo. Por eso dice que el sentido de la Ruta Quetzal BBVA es recorrer la geografía de los hechos históricos para comprenderlos mejor y entender así también el panorama actual de Iberoamérica.

   LO QUE SE ESCONDE DEBAJO DE LA PINTURA

   A pesar de haberse dedicado a conocer mejor la cultura y las costumbres de los emberás, los expedicionarios pudieron saber también qué se esconde debajo de la pintura que cubre los cuerpos de los indígenas. El antropólogo Joaquín Arnaiz les ilustró con una conferencia que sirvió para aclarar que, aunque realmente la comunidad emberá tiene esas costumbres que los 'ruteros' pudieron conocer a lo largo de la mañana, las cosas a veces no son lo que parecen.

   Sin ir más lejos, Arnaiz aseguró que ni siquiera los nativos saben qué significado tienen los distintos dibujos que pintan en su piel, aunque digan lo contrario a los turistas. No es que todo sea una farsa, pero la vida de los emberás ha cambiado con el tiempo y hay ciertas características de su cultura que potencian especialmente cuando reciben visitas turísticas.

   De hecho, el llamado etnoturismo es lo que les da de comer actualmente, ya que desde que en 1986 el Parque Nacional Chagres se incluyó en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, los indígenas de San Juan de Pequení, que se acercaron a la capital del país provenientes de la región del Darién, han visto restringidas sus actividades tradicionales de pesca, caza y agricultura de subsistencia.

   A pesar de la pequeña escenificación que llevan a cabo los emberás para agradar a los turistas, lo que no parece fingido es su carácter generoso y amable con la gente que viene de fuera ni la espontaneidad de los niños, que han encandilado a toda la Ruta.

   SIN PERDER EL ÁNIMO

   Mientras, los expedicionarios siguen sin perder el ánimo y la ilusión a pesar de haber agotado sus energías en la larga y dura caminata del miércoles, que les llevó al límite de sus fuerzas pero no consiguió borrarles la sonrisa de la cara.

   Poco a poco se van recuperando físicamente y la ropa se va secando en las hogueras del poblado, preparándose así para dirigirse hoy a Gamboa recorriendo en canoa el lago Alajuela y luego el río Chagres, cuya cuenca está cubierta por espesos bosques tropicales. Mañana navegarán por el Canal de Panamá, donde podrán admirar su imponente magnitud desde Colón (Mar del Norte) hasta la esclusa de Miraflores (Mar del Sur).