Dos años después, el derecho de los niños ucranianos a la educación sigue enfrentándose a crecientes amenazas

Eva, estudiante ucraniana, en una escuela de Leópolis
Eva, estudiante ucraniana, en una escuela de Leópolis - WORLD VISION
Publicado: domingo, 4 febrero 2024 8:23

MADRID, 4 Feb. (Por Laurentia Jora, directora de Comunicación de World Vision en Ucrania) -

La guerra en curso ha comprometido el acceso a una educación de calidad para alrededor del 71% de los niños y niñas ucranianos de entre 3 y 17 años. Además, casi dos tercios de los niños del país están desplazados internamente, al igual que 43.000 profesores ucranianos.

Desde el comienzo de la guerra, al menos 363 guarderías y escuelas han quedado destruidas y 2.246 han sufrido daños en Ucrania, cifra que probablemente aumente durante este periodo.

A pesar de las instalaciones y plataformas 'on line' que se proporcionan, el Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania (MOES) informó de que millones de personas se enfrentan a la dificultad de estudiar a través de teléfonos móviles, lo que disminuye significativamente la calidad del aprendizaje y la falta de conectividad hace que se pierden sesiones importantes.

EDUCACIÓN INTERRUMPIDA

En una gélida mañana en la región de Leópolis, al oeste de Ucrania, la pequeña Eva, de 9 años, se despierta a las 6.30 con el estridente sonido del despertador. Lleva a cabo su típica rutina matutina, a pesar de que los casi dos años anteriores no se han caracterizado en absoluto por la rutina, sino más bien por lo inesperado, la agitación y el miedo.

Entra corriendo en la cocina, después de ponerse unas cuantas capas de ropa de abrigo que había dejado meticulosamente colocadas en la silla desde la noche anterior. Coge el bocadillo que le ha preparado su madre y lo mete en la mochila, repleta de libros de texto, apuntes y un colorido estuche de bolígrafos.

De camino al colegio va acompañada por su hermano mayor, de 16 años, que asiste al mismo centro. El frío cala más hondo a cada paso, mientras se hunde en la nieve. Eva se sienta en un aula poco iluminada, con mesas y sillas desgastadas dispuestas en cuatro filas. Cuando la profesora entra en clase, los susurros de los niños y niñas resuenan en las paredes blancas y desconchadas.

La clase de ucraniano ha durado unos 25 minutos cuando suena una alarma. Abandonan sus pupitres en una procesión apresurada pero organizada. El parpadeo de las luces de emergencia conduce a losniños y niñas por los estrechos pasillos hasta el refugio de hormigón. "En el último año, no recuerdo una semana sin que se interrumpiera al menos una clase", explica Eva.

Como la mayoría de los niños y niñas ucranianos del país, Eva ha estado expuesta al aprendizaje híbrido desde que comenzó la guerra el 24 de febrero de 2022. Debido al importante riesgo de bombardeos y explosiones en la zona, muchas de las clases se impartían 'on line'. Sin embargo, la educación 'on line' presentaba ciertos inconvenientes.

"Cuando hay una escasez persistente de energía y de conexión a Internet, es extremadamente difícil asistir a las clases 'on line'", explica Iryna, la madre de Eva. Los profesores y los niños se enfrentan a varios apagones diarios, lo que limita el acceso a la enseñanza.

"Los primeros años de la escuela primaria son fundamentales para la educación de la infancia y su futuro desarrollo cerebral", explica Roman, profesor en la región de Leópolis. Mi mayor reto es proporcionar conocimientos comunes a todos los niños y niñas a los que enseño de forma equitativa, porque no todos tienen los mismos recursos. Algunos de los alumnos pueden no tener acceso a los dispositivos adecuados, mientras que otros pueden sufrir apagones más frecuentes y todo esto supone la pérdida de clases".

"No tenemos ordenador; por lo tanto, mis dos hijos deben acceder a las clases 'on line' a través del teléfono", dice la madre de Eva.

Mientras el tiempo se ralentiza, Eva y sus compañeros pasan más de dos horas entre las paredes gris oscuro del sótano. La profesora se esfuerza por mantener su atención y les hace repasar las lecciones de los días anteriores. Otros grupos de niños y niñas se sientan dentro del mismo perímetro cuadrado. Es difícil concentrarse.

Esa es la realidad a la que se enfrentan los niños y niñas ucranianos cada semana, pero siguen adelante con su educación. Mantienen la esperanza. Siguen soñando con una Ucrania libre de sirenas antiaéreas y bombas. "Quiero ser astróloga, pero mi mayor deseo es que mi padre vuelva de la guerra", concluye Eva, de nueve años.

"El reto para todos nosotros es proteger y defender el derecho de la infancia ucraniana a la educación a pesar de los tiempos inciertos. Las barreras no deben detenernos. Como trabajadores humanitarios, incluso como padres, tenemos el deber de asegurarnos de que este derecho se respete y se apoye de la mejor manera posible", explica Chris Palusky, director de Respuesta a la Crisis en Ucrania de World Vision.

"Sólo podemos insistir y recordar que la necesidad sigue siendo grande. Millones de niños y niñas ucranianos están sufriendo, y el futuro que merecen está en juego. La petición de más ayuda debe ser más fuerte y más urgente, ahora que la guerra se acerca a su segundo año. El lema del Día de la Educación de este año, 'Aprender para una paz duradera', es también una llamada al compromiso y a la acción".

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