MADRID, 15 Mar. (Por el equipo de respuesta de World Vision en Siria) -
La ansiedad y el miedo, aunque son emociones primarias arraigadas en el ser humano desde el principio de los tiempos, siguen teniendo un profundo impacto, afectando directamente tanto a la salud mental como a las funciones corporales.
El 5% de los niños y niñas mayores de 10 años se orinan en la cama, y uno de los principales factores es el estrés fisiológico. Desgraciadamente, a menudo se pasa por alto esta afección, a pesar de su importante repercusión en el bienestar mental de los afectados, ya que actúa como un ciclo de estrés; el estrés desencadena la enuresis, intensificando así el estrés y fomentando sentimientos de vergüenza.
En una Siria devastada por la guerra, donde innumerables niños y niñas soportan el miedo incesante de los continuos bombardeos, esta afección se hace más probable. Por si fuera poco, la falta de la atención sanitaria más básica hace que muchos niños y niñas se sientan desesperanzados ante la posibilidad de encontrar una cura para su afección.
Tamara --todos los nombres son ficticios--, una madre preocupada, cruza las puertas de nuestro centro médico en el centro-norte de Siria y nos dice lo siguiente: "Mi hijo, de 10 años, se orina en la cama día y noche, y temo que esté enfermo. Esto se ha convertido en una fuente de preocupación para mí y para la familia".
Obligado a huir de su hogar debido al conflicto en Siria y al control de su zona por parte de las Fuerzas Armadas, Adam nació a la sombra de la guerra y el desplazamiento. Su familia, que una vez vivió en la prosperidad, se enfrentó a innumerables luchas, perdiendo todo lo que conocían y teniendo que depender de la ayuda para sobrevivir. "En 2014, huimos, aferrándonos a la esperanza de estar a salvo en un campamento que vimos caer en manos de un grupo armado. Una vez más, buscamos refugio en otro campo, donde sufrimos brutales bombardeos. Con cada huida, parecía que nuestro mundo se hundía en una desesperación más profunda", cuenta Tamara.
La familia de once miembros huía de una tragedia sólo para enfrentarse a otras múltiples. Finalmente se asentaron en el centro-norte de Siria, pero los problemas seguían acuciandoles. "Una de mis mayores preocupaciones era el estado de Adam, que comenzó a deteriorarse hace cuatro años debido a los bombardeos. Con cada nuevo ataque cerca de nuestra casa el miedo y el estado de Adam empeoraba", explica Tamara.
LLENO DE MIEDO
Aunque la ayuda humanitaria nunca puede borrar el sufrimiento que experimentan los sirios, para Adam y para muchos otros, ofrece una oportunidad, una forma de seguir adelante y aliviar sus luchas diarias. Tamara y su hijo fueron recibidos calurosamente por el personal médico del centro. Tras realizar varias pruebas, se determinó que Adam no padecía ninguna enfermedad subyacente. En cambio, estaba lleno de miedo y ansiedad debido a años de presenciar guerras y bombas, lo que influía directamente en su bienestar. El estigma social que rodea a esta afección tampoco lo ponía fácil.
Cuando empezó el proceso de recuperación, nos centramos en capacitar a Adam y proporcionarle métodos para superar sus miedos. Un simple cuaderno de dibujo se convirtió en su herramienta mágica, permitiéndole verter y expresar sus emociones sobre el papel y, con sesiones psicosociales educativas, pudo gestionar mejor sus pensamientos y miedos.
Progresivamente, se fueron entretejiendo estrategias en su rutina a través de un plan de recuperación a medida, empezando por un plan biológico exhaustivo que incluía la evitación de diuréticos, un medicamento para reducir la acumulación de líquidos en el cuerpo, y la implantación de una alarma nocturna para ayudar a controlar la enuresis. Después de que los controles posteriores mostraran mejoras con estos métodos, se presentó a Tamara la estrategia de "nube y lluvia".
A lo largo del proceso, el equipo se aseguró de que la comunicación diaria y el refuerzo positivo se utilizaran con Adam y Tamara para comprender y abordar los miedos de Adam, prestando especial atención a la construcción de sus puntos fuertes. El plan de recuperación concluyó con una sesión final que se centró en enseñar la estrategia esencial para el control de la vejiga, ayudándole en una recuperación a largo plazo.
El proyecto no solo se ocupó de su salud y le permitió volver a su vida normal, sino que también le ayudó a controlar sus miedos y los de sus familias y le permitió adquirir resiliencia mental.
"Los cuidados que recibió Adam no hicieron sino cambiarle la vida. Además, las esclarecedoras sesiones transformaron mi forma de conectar con mis hijos, profundizando aún más mi sabiduría sobre cómo criarlos y guiarlos; realmente enriqueció mi viaje como madre".
