Más de 1.000 vidas marcadas para siempre por Boko Haram

Niña afectada por el conflicto con Boko Haram
UNICEF/TANYA BINDRA 
Actualizado: viernes, 13 abril 2018 14:37

Las niñas de Chibok son el símbolo visible del sufrimiento de los menores raptados por el grupo islamista

Los menores que consiguen escapar se encuentran con el rechazo y la incomprensión, lo que les deja susceptibles de radicalización

MADRID, 13 Abr. (EUROPA PRESS) -

Cuando el 14 de abril de 2014 milicianos del grupo islamista Boko Haram irrumpieron en el dormitorio de la escuela secundaria de Chibok poco podrían imaginar que el secuestro de 276 niñas se convertiría en todo un símbolo del sufrimiento que su insurgencia ha generado en el noreste de Nigeria, y por añadidura en los vecinos Níger, Chad y Camerún.

El rapto de las 219 menores, después de que 57 de ellas escaparan inmediatamente después del convoy en las que eran trasladadas por los milicianos que se hicieron pasar por soldados, cobró alcance mundial generando una campaña de apoyo bajo el lema #BringBackOurGirls (Devolvednos a nuestras niñas) que se mantiene hasta hoy, cuando alrededor de un centenar de las menores siguen en manos de sus captores.

El resto de niñas, fueron liberadas en dos tandas, 21 de ellas en octubre de 2016 y 82 en mayo de 2017, en el marco de negociaciones entre el Gobierno y Boko Haram y previo pago de dinero y la liberación de milicianos, o consiguieron escapar de sus captores.

FOTO: UNICEF/TANYA BINDRA

Pero lo cierto es que su caso, aunque se ha convertido en un símbolo, no es único. "Más de 1.000 menores han sido secuestrados por Boko Haram desde 2013", incluidas las niñas de Chibok, explica en una entrevista a Europa Press el representante adjunto del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en Nigeria, Isiye Ndombi.

"Los derechos de numerosos niños y niñas se han visto gravemente violados durante el conflicto en curso en el noreste de Nigeria", subraya, puesto que "muchos han sido reclutados, raptados o detenidos por Boko Haram", subraya el responsable de UNICEF.

TESTIGOS Y VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DURANTE EL CAUTIVERIO

Durante su cautiverio, que en el caso de las niñas de Chibok es ya de cuatro años, "a menudo son testigos y experimentan violencia física y sexual", destaca Ndombi. En el caso de los chicos, "en ocasiones se les obliga a atacar a sus familias y comunidades" mientras que a las chicas "se las obliga a casarse y a menudo experimentan violencia sexual extrema, incluidas violaciones y agresiones sexuales", denuncia.

FOTO: UNICEF/TANYA BINDRA

Algunas de las niñas de Chibok liberadas, pero también otras de las que siguen secuestradas, han dado a luz a hijos de sus captores. Entre las que siguen en manos de los hombres que lidera Abubakar Shekau, algunas se niegan a ser devueltas a sus familias, según sostienen los milicianos y algunas de las menores en las últimas grabaciones que han publicado.

"Damos las gracias a nuestro padre, Abubakar Shekau, que es quien nos ha casado con nuestros maridos. Todas vivimos de forma digna y no nos falta de nada", aseguró una de las menores en el vídeo publicado en mayo de 2017, si bien los expertos señalan al más que seguro síndrome de Estocolmo que tendrían las víctimas tras cuatro años de cautiverio.

Pero Boko Haram ha ido incluso aún más lejos en su uso de los menores. "Algunas niñas son reclutadas y usadas como bombas humanas", subraya el responsable de UNICEF. La agencia de la ONU contabilizó en 2017 en el noreste de Nigeria y Camerún el uso de 135 menores como terroristas suicidas, casi cinco veces más que en 2016.

EL SUFRIMIENTO NO ACABA CON LA LIBERACIÓN

Sin embargo, ser liberado o escapar de las garras de Boko Haram no supone el fin del sufrimiento para estos menores, que cuando vuelven con sus familias a sus comunidades se topan con el rechazo y la hostilidad por su pasado. "Su sufrimiento ha recibido escasa visibilidad", lamenta Ndombi.

"Las niñas y las mujeres que sobreviven al secuestro y la violencia, y sus hijos fruto de la violación o la violencia sexual, a menudo se encuentran con desconfianza, discriminación y rechazo", explica. "A menudo son vistas con suspicacia por sus familiares y miembros de la comunidad por tener hijos de Boko Haram o porque temen que se vuelvan contra ellos", añade. En algunos casos, ha habido menores que han vuelto con los milicianos porque no eran aceptados en sus lugares de origen.

El responsable de UNICEF reconoce que "existe información y comprensión limitada de las experiencias vividas por los menores así como apoyo para su recuperación y reinserción en la comunidad". Pero no atender adecuadamente este problema y ofrecer a estos menores la ayuda y la atención que requieren podría resultar caro a largo plazo.

"No ofrecer este apoyo no solo tendrá un impacto a nivel individual en los niños sino que también podría llevar a la delincuencia y la futura radicalización de la próxima generación de jóvenes desafectados", advierte Ndombi.

ES FUNDAMENTAL APOYARLES PARA EVITAR SU RADICALIZACIÓN

Para ayudar a afrontar el trauma sufrido por estos niños, UNICEF junto con sus socios trabaja ofreciéndoles apoyo psicosocial y tratando de reunirles con sus familias. Además, explica Ndombi, se organizan charlas a nivel individual, familiar y comunitario con el fin de "mitigar el riesgo de exposición a un segundo trauma como resultado del rechazo, la estigmatización y la violencia, así como los riesgos de una futura radicalización".

También es clave para devolver la normalidad en sus vidas a estos menores, precisa el responsable de UNICEF, "trabajar con los líderes religiosos y los ancianos de las comunidades para reducir el estigma y facilitar la reinserción" de estos menores.

Igualmente, es vital el ofrecerles formación práctica ya que con ello, no solo se les ayuda a recuperarse sino que también "se les ofrecen perspectivas de futuro", defiende el responsable de UNICEF. En este sentido, subraya, es fundamental su "empoderamiento económico", sobre todo de los que tienen más de 14 años y que han perdido parte de su educación.

En el caso de las niñas que han sobrevivido a la violencia sexual y la violación, "necesitan centros para supervicientes con servicios integrales como atención médica y psicosocial, acceso a la justicia y que se les pueda remitir a otros servicios de apoyo", sostiene Ndombi.

En realidad, los millones de niños afectados por el conflicto con Boko Haram en el noreste de Nigeria "necesitan apoyo psicosocial y espacios seguros para recuperarse", defiende el responsable de UNICEF. Entre esos espacios seguros deberían estar las escuelas pero desde 2009 al menos 2.295 profesores han sido asesinados y más de 1.400 colegios han sido destruidos.