El Papa recuerda a las víctimas de la "violencia atroz" en Nigeria

Actualizado: miércoles, 10 marzo 2010 20:26


ROMA, 10 Mar. (EUROPA PRESS/ Gloria Moreno) -

El Papa Benedicto XVI recordó este miércoles a las víctimas de "la violencia atroz que ensangrienta Nigeria y que no ha evitado ni siquiera a los niños indefensos", en alusión a la matanza perpetrada este fin de semana en este país y en la que perdieron la vida unas 500 personas, muchas de ellas mujeres y niños.

"Una vez más repito con el ánimo afligido que la violencia no resuelve los conflictos, al contrario, acrecienta sus trágicas consecuencias", razón por la que "apelo a cuántos en ese país ostentan responsabilidades civiles y religiosas para que trabajen en favor de la seguridad y la convivencia pacífica de toda la población", reclamó el Pontífice.

Finalmente, expresó su "cercanía" a los pastores y a los fieles nigerianos a quienes pidió ser "testigos auténticos de reconciliación". Las víctimas son de etnia Berom y religión cristiana y murieron a manos de ganaderos nómadas de etnia Fulani y religión musulmana.

Aún con todo, tanto el Vaticano como las autoridades eclesiásticas del país africano han señalado que el motivo de la matanza no tuvo un origen religioso sino más bien étnico y social.

El Papa, que hizo estas declaraciones al final de la audiencia general de hoy, también manifestó su "profunda cercanía a las personas afectadas por el reciente terremoto en Turquía y a sus familias". "A todos les aseguro mi oración y pido a la comunidad internacional que contribuya con prontitud y generosidad en las operaciones de socorro", expresó.

Durante la audiencia, que estuvo dedicada a la figura de San Buenaventura de Bagnoregio, el Papa aseguró que la Iglesia no es "inmóvil" ni está "fija en el pasado", sino que, como decía este santo en sus escritos, "las obras de Cristo no cesan, sino que progresan".

En este sentido, recordó cómo, "después del Concilio Vaticano II, algunos estaban convencidos de que todo es nuevo, de que existe otra Iglesia, que la Iglesia pre-conciliar había terminado, y que habría otra, totalmente diversa, un utopismo anárquico".

Luego, "gracias a Dios", los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, a quienes definió como "timoneles sabios de la barca de Cristo", defendieron "por un lado la novedad del Concilio, y al mismo tiempo, la unicidad y la continuidad de la Iglesia".)