LOGROÑO, 7 Oct. (EUROPA PRESS) -
La antigua fábrica de cerámicas de Logroño, ubicada entre las calles Fuenmayor y Paula Montal, junto a la pasarela sobre las vías del tren, ha sido la construcción elegida para abrir, este lunes, las visitas a edificios emblemáticos y poco accesibles de la ciudad.
Una iniciativa organizada por la Fundación Cultural del Colegio de Arquitectos de La Rioja (COAR) coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Arquitectura y que se completará con las visitas a la nueva estación de autobuses mañana martes y, este miércoles, a la sede del Consejo Regulador de la DOCa Rioja.
Como ha explicado a los medios de comunicación el responsable de la visita, Javier Peña, "lo que se intenta con estas visitas es aproximar la arquitectura a la ciudadanía, con edificios que parecen herméticos desde fuera, para comprender qué hay detrás la construcción y de la mente del arquitecto".
Ha incidido en el inicio de los recorridos por la antigua fábrica de cerámica -luego, de galletas y, finalmente, de anodizados-, un edificio obra del arquitecto Fermín Alamo, fechado en 1924, que, en palabras de Peña, tuvo gran importancia "para la ciudad y para la comunidad autónoma" y que, con el tiempo, tras su abandono, fue reformado para viviendas por los arquitectos Ana Achiaga y Antonio del Castillo, hoy presentes en la visita.
Peña ha recordado, además, que, en días siguientes, "estas visitas van a profundizar en otros edificios emblemáticos de la ciudad". Mañana, en la nueva estación de autobuses, "un edificio en proceso, que va a significar algo muy relevante para la fisonomía y urbanismo de la ciudad"; y el miércoles, el Consejo Regulador, "un edificio recuperado también para la ciudad y que es ahora icono del vino de Rioja".
Por su parte, Antonio del Castillo ha reseñado que, en la rehabilitación llevada a cabo en el año 1985, "hemos mantenido la imagen que tenía, siendo la obra que se aparta más de la línea de Fermín Alamo, con un estilo un poco neoárabe, que se ve en los arcos que se han mantenido".
En un primer momento, se necesitaba hacer ocho viviendas para cada uno de los hermanos de la familia propietaria del edificio, los Moreno Yangüela, muchos de los cuales siguen viviendo en el inmueble. Para ello, en primer lugar, Del Castillo ha explicado que "se tuvieron que hacer estructuras para poder acceder a las viviendas, dejando la esencia del edificio".
Algo que tampoco supuso demasiadas dificultades, ya que, como ha señalado el arquitecto, "no era una fábrica típica", porque no se hacía producción al por mayor, "sino que se centraba en la cerámica ornamental". Por eso, "tenía una estructura interior de pilares y de habitaciones" que facilitaron el trabajo.
Ana Achiaga ha apuntado la pervivencia de "elementos impresionantes", como la chimenea de la fábrica, en cuya parte más alta se puede leer, en una de las cerámicas fabricadas en ella, Cerámica Riojana, con las letras M y A entrelazadas, "de Moreno y de Alamo, que, al final, se hizo socio de la empresa", ha dicho Del Castillo.
La recuperación se realizó en tres fases: la primera, la zona más próxima al centro urbano y la zona más singular de la edificación porque tiene tres fachadas, que se convierte en una promoción para varias viviendas por parte del contratista Benito Vázquez; la segunda, la que mantiene la familia Moreno sobre el resto de la nave de la antigua fábrica; y la tercera, la realizó José Rudiez sobre la última nave adosasa a la inicial que tenía mayor fondo de edificación.
Achiaga ha detallado que, además de la propia recuperación para pisos, "poco a poco se han ido haciendo zonas comunes2, como un merendero con barbacoa en la zona de la chimenea, que sirve aún como tiro cuando se cocina; aparcamientos; una pequeña piscina; y una cancha deportiva; además de zona verde.
