Madrid, 12 Nov (EUROPA PRESS) -
Austin Hatch es un adolescente de Fort Wayne, Indiana, que a sus diecinueve años de edad se ha enfrentado a la adversidad y la ha superado contra todo pronóstico.
Criado en una familia muy unida, su sueño siempre había sido jugar al baloncesto en el equipo de la Universidad de Michigan, los Michigan Wolverines, entrenando desde niño para conseguirlo.
Su meta parecía imposible cuando a los ocho años de edad sobrevivió a un accidente de avión pilotado por su padre en el que murieron su madre y sus dos hermanos, pero aun así siguió entrenando con su padre, la única persona que le quedaba en su vida y que se convirtió en su entrenador.
La historia de Austin Hatch volvió a torcerse hace tres años, cuando sobrevivió a un segundo accidente de avión que mató a su padre, que pilotaba el vuelo de nuevo, y le dejo a él en un coma inducido.
Al despertar del coma, no perdió el tiempo preguntándose "¿por qué a mi?", que como explicó en una reciente entrevista con la cadena estadounidense NBC hubiese sido una pérdida de tiempo que estaba mejor empleado "trabajando al máximo para mejorar" y se propuso volver a aprender cómo hablar y andar tras la cirugía cerebral a la que había sido sometido después del segundo accidente.
En la misma entrevista, Hatch dijo que "su padre y su madre le criaron para ser un hombre fuera de lo común. Un hombre fuera de lo común que se levantase a las cinco de la mañana para entrenar, para ponerse fuerte, cuando nadie lo haría", y así consiguió recuperar sus habilidades en el baloncesto para entrar en la liga semiprofesional universitaria.
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A sus diecinueve años de edad, el pasado 20 de agosto Austin Hatch situó sus dos metros de altura bajo la canasta portando el número 30 de la camiseta de los Michigan Wolverines, que le ha ofrecido una beca para jugar en el equipo.
Austin Hatch ha cumplido su sueño, y en el camino ha escrito una increíble historia de superación que quedará ligada durante mucho tiempo a la historia del baloncesto.
