El mal uso de las cremas anestésicas predepilación puede producir graves trastornos

El malo uso de las cremas anestésicas predepilación
GRUPO BASSAT OGILVY
Actualizado: viernes, 22 junio 2012 14:13

MADRID, 22 Jun. (EUROPA PRESS) -

La reciente advertencia del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad sobre los efectos nocivos de la crema anestésica Emla, ha producido un gran revuelo entre la población española y los usuarios de dicho producto, aplicado, en la mayoría de los casos, para llevar a cabo sesiones de fotodepilación.

El medicamento, de venta únicamente con prescripción médica, ha producido casos graves de metahemoglobinemia, un peligroso trastorno por el que los glóbulos rojos dejan de transportar correctamente el oxígeno a los tejidos del cuerpo humano.

Debido a la gravedad de los casos detectados y a la utilización generalizada de este tipo de cremas anestésicas sin un estricto seguimiento de sus indicaciones de uso, las Clínicas Mato Ansorena quieren apoyar el mensaje transmitido por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) en relación al correcto uso del producto y su adquisición bajo receta médica.

Las Clínicas Mato Ansorena, especialistas en cirugía y medicina estética, utilizan Tecnología Laser (Soprano o Alejandrita), prácticamente indolora en sus dos modalidades por lo que no necesitan anestesiar previamente la piel de sus clientes.

En los casos en los que los pacientes prefieran utilizar la crema Emla, se recomienda que la aplicación del producto sea realizada con arreglo a un protocolo.

QUÉ ES EMLA Y PARA QUÉ SE UTILIZA

Emla es un anestésico local que se emplea sobre la piel para disminuir la sensibilidad dolorosa en el área sobre la que se aplica. Está indicada para aliviar el dolor en la piel antes de pequeñas intervenciones quirúrgicas y pinchazos.

Siguiendo el protocolo de las Clínicas Mato Ansorena, el paciente debe acudir al centro sesenta minutos antes de la realización del tratamiento para la aplicación de Emla, en el cual siempre es atendido por personal sanitario, quienes rellenarán un exhaustivo historial clínico de la persona para garantizar que no existe ningún impedimento para su uso.

Tras las pertinentes comprobaciones, la aplicación sobre cualquier paciente se hace después de haberle tomado la tensión y siempre controlado por un pulsioxímetro, además de realizarse bajo supervisión médica en la propia clínica, aproximadamente una hora antes de la realización del tratamiento y en zonas nunca superiores a 20x30 cm. Asimismo, la dosis habitual nunca supera los 10g por cada 10cm2.

Tras finalizar el tratamiento, el paciente permanece bajo la vigilancia de un facultativo durante media hora aproximadamente, facilitándole además un teléfono de urgencias por si necesitara realizar alguna consulta adicional.