Zaragoza.-La DGA continúa con los trámites para declarar los molinos de pólvora de Villafeliche Bien de Interés Cultural

Actualizado: viernes, 6 enero 2006 13:55

VILLAFELICHE (ZARAGOZA), 6 Ene. (EUROPA PRESS) -

El Departamento de Educación, Cultura y Deporte, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, continúa con los trámites para declarar los molinos de Villafeliche (Zaragoza) un Bien de Interés Cultural.

En concreto, se pretende que este enclave englose la categoría de Lugar de Interés Etnográfico, que es aquel que se define como un paraje natural, un conjunto de construcciones o instalaciones vinculadas a formas de vida, cultura y actividades tradicionales del pueblo aragonés, aunque no posean particulares valores estéticos ni históricos propios.

Según ha aparecido publicado esta semana en el Boletín Oficial de Aragón, la DGA ha abierto un periodo de exposición pública para que los interesados puedan leer el proyecto y presentar las alegaciones que estimen oportunas.

La mera incoación del expediente conlleva la aplicación inmediata y provisional del régimen de protección establecido para los Conjuntos de Interés Cultural en la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés, así como la suspensión de las licencias municipales relativas a todo tipo de obras o actividades en la zona afectada.

El director general de Patrimonio Cultural, previo informe de la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural, puede levantar esta suspensión total o parcialmente cuando sea manifiesto que estas obras o actividades no perjudican a los valores culturales del bien o de su entorno.

Los molinos de pólvora y la Real Fábrica de Pólvora de Villafeliche constituyeron, en sus más de cuatrocientos años de existencia, una de las principales actividades económicas de la provincia de Zaragoza y de Aragón. Su origen parece remontarse a la época mudéjar, estando en funcionamiento hasta su cierre por orden de Fernando VII en 1830, mandato que implicaba el desmantelamiento de la maquinaria para impedir toda producción posterior.

Los molinos de pólvora conforman en la actualidad un paisaje preindustrial de suma importancia patrimonial que, por su extensión geográfica y la complejidad del proceso productivo, todavía trasluce su pasada trascendencia económica, social y estratégica.

La pólvora negra supuso una gran novedad, compuesta de una mezcla de salitre, azufre y carbón. Era conocida ya desde la Edad Media, pero su fabricación se desarrolló a partir del siglo XV, abasteciendo entre otros la Guerra de la Independencia y Sitios de Zaragoza. La pólvora era imprescindible para la defensa y los conflictos bélicos de la España moderna y contemporánea.

La Real Fábrica de Pólvora de Villafeliche compartió el abastecimiento de la pólvora en España con las Reales Fábricas de Granada, Murcia, Manresa y posteriormente Pamplona y Ruidera. La Real Fábrica de Pólvora de Villafeliche fue un modelo de gestión de titularidad mixta, diferente a las demás Reales Fábricas de España: los molinos eran propiedad particular, la acequia que los alimentaba propiedad comunal y sobre la Corona recaía la gestión de la producción, el abastecimiento de materias primas y concesión de licencias en manos del Administrador real.

Este modelo de explotación mixta de Villafeliche fue exportado e implantado en América y Filipinas para la creación de las fábricas coloniales por su alta rentabilidad y bajo coste para las arcas reales.

Para facilitar la implantación de este sistema la corona encargó un informe a Joseph Campillo, administrador real de la fábrica en la segunda mitad del siglo XVIII. Por ello, el proceso de fabricación de los molinos de pólvora de Villafeliche está muy bien documentado al disponer de este manuscrito de 1764, guardado en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid.

En torno a la fabricación de la pólvora surgieron varios oficios y fueron necesarias varias materias primas que provenían de otras localidades: el azufre de las minas de Villel en Teruel era depurado por fusión, enfriado y molido en tahonas; la madera se obtenía en pueblos de Teruel, los sacos de estopa de Calatayud y Daroca y el carbón vegetal se fabricaba con ramas de sauce.

El salitre se obtenía por un proceso químico artesanal, ya que el salitre natural obtenido por descomposición biológica era escaso. Toda la complejidad de la producción de la pólvora determinó que se sometiera al proteccionismo real.

Llegaron a ser casi 200 molinos de pólvora, emplazados en las afueras del núcleo de población de Villafeliche, en el valle abrigado de los vientos, que se extiende entre el río Jiloca y el Camino de los Molinos, alineados con el eje de la "Acequia de los Molinos" a lo largo de 872 metros en hilera, de la cual toman el agua motriz. Eran independientes entre sí con el fin de que no se propagaran explosiones en cadena.

Cada molino era una construcción de planta rectangular de hasta unos seis metros cuadrados. El conjunto de los molinos se completaba con otras dependencias como almacenes, oficinas, puesto de guardia y edificios de preparación de la pólvora y el molino harinero.

Eran edificaciones sencillas, disponían de un pequeño canal en el que giraba una rueda vitruviana y la mezcla se amasaba en un mortero de piedra con la ayuda de mazas de madera.

En el siglo XIX la fabricación de pólvora entra de lleno en la era industrial, partiendo del invento de la dinamita por A. Nobel. El rey Amadeo I en 1872 concede un privilegio para la fabricación de la pólvora a la Sociedad Española de la Dinamita y Villafeliche pasa a ser un testimonio tras su cierre en 1830, a pesar de que se continuó produciendo pólvora irregularmente hasta comienzos del siglo XX.