Especial Viajes: Marsella, el gran puerto mediterráneo

Vista del puerto y del santuario de Nuestra Señora de la Guardia
Javier Carrión
Europa Press Chance
Actualizado: martes, 27 octubre 2009 12:17

Por Javier Carrión

Marsella ha perdido en los últimos tiempos su etiqueta de ciudad conflictiva y poco limpia, que quedaba reflejada de algún modo en el clásico 'French Connection', y se ha rejuvenecido con un proyecto que culminará en 2013 cuando ostente la capitalidad europea de la cultura. Esta es la gran apuesta de la ciudad más antigua de Francia, la de sus más de 110 barrios y su viejo puerto, con más de 2.600 años de existencia, testigo fiel de la historia del país galo.

La recuperación económica de Marsella, iniciada en 1998 coincidiendo con el Mundial de fútbol organizado en Francia, ha permitido descubrir esta ciudad de 880.000 habitantes al mundo que ha tomado ciertamente un nuevo rumbo. Los focios, griegos de Asia Menor, ya se habían percatado de su posición estratégica cuando establecieron una colonia comercial a la que llamaron Massalia. Y lo hicieron en el puerto, en la misma zona desde la que parten en la actualidad los barcos a Córcega o Argelia, aunque en realidad el "Vieux-Port" es hoy uno más de los 14 puertos de recreo de la ciudad, con una capacidad aproximada de 3.500 puntos de amarre. Todos ellos han contribuido decisivamente para que Marsella sea hoy el primer complejo de barcos de recreo en Europa.

El viejo puerto, con su característica forma en 'U' y protegido por tres fuertes, ha sido siempre el gran referente de Marsella. Los típicos puestecillos que instalan los pescadores todas las mañanas para vender las capturas frescas de un Mediterráneo sorprendentemente muy 'vivo' en esta esquina francesa y los restaurantes, colocados casi en hilera a lo largo del paseo, nos muestran la estampa más pintoresca y marinera de la ciudad. Y el estómago lo agradece. Hay que probar la 'bouillabasse', el exquisito guiso local preparado con pescados de roca (gallineta, congrio) y mariscos, y acompañarlo de entrada con el 'pastis', un aperitivo anisado mezclado siempre con agua. Ambos no defraudan.

Dentro de la ciudad quedan muy pocos restos de su rico pasado histórico. Se pueden ver unas ruinas griegas en el 'Jardín de los Vestigios' (s. II y III a.C), descubiertas al construir un centro comercial al lado del actual Museo de la Historia de Marsella, y el Panier, el barrio más antiguo, repleto de calles serpenteantes, escaleras y plazas tranquilas como la de los Molinos. Sin embargo, sólo queda una pequeña parte de este viejo Marsella ya que más de 1.925 edificios fueron dinamitados en febrero de 1943 durante la II Guerra Mundial. Los nazis destruyeron una gran parte de este casco antiguo en una 'operación de limpieza', que buscaba reducir las posibilidades de ocultación de los miembros de la Resistencia, y de paso acabaron con una buena parte de los judíos, comunistas, contrabandistas y prostitutas que se movían por el barrio.

Algún edificio del siglo XVI, como el Hotel de Cabre (de estilo gótico y renacentista, fechado en 1535) en la Grand-Rue, se libró milagrosamente de la destrucción completa, así como un templo semiderruido, caso de la Iglesia de Accoules, que todavía sorpende por su Cristo exterior y un Campanario desde el que se avisaba a la población de la llegada de todo tipo de peligros (la peste, ejércitos extranjeros, piratas).

En la actualidad, la gran atracción turística de Marsella es un monumento recientemente restaurado. Se trata del santuario de Nuestra Señora de la Guardia, alzado a 154 metros de altitud en la colina de la Garde, con la estatua de la Virgen María con su hijo en brazos que "vigila" toda la gran urbe y sus islas más cercanas (islas del Frioul y el castillo de If, donde Dumas situó la trama de Edmundo Dantés en "El Conde de Montecristo). Dentro del templo, de estilo neobizantino, destaca su iglesia alta donde abundan los mosaicos con fondo dorado y los mármoles policromados en una atmósfera con motivos marineros.

Desde cualquier rincón marsellés se ve la imagen dorada de la Virgen en este santuario que tiene sus orígenes en 1214, pero existe un templo todavía más antiguo en las proximidades del mar: Una iglesia románica (s. XII), actualmente cerrada al público y unida a la Catedral, de 1850, que curiosamente no es muy visitada ni por los propios habitantes de la ciudad.

En verano lo más aconsejable es tomar algún barco desde el viejo puerto para disfrutar de las calas que esconde el macizo de las Calanques a lo largo de 20 kilómetros de costa. Las calanques (calas rocosas de pared abrupta) surgieron de la erosión progresiva de la roca calcárea surcada por riachuelos durante la era cuaternaria. La zona está repleta de cuevas submarinas, alguna de ellas con pinturas, y guarda ejemplos de flora y fauna excepcionales y protegidas. Las Calanques constituye un lugar único para los escaladores, pero no solo para ellos. Un chapuzón en sus aguas resulta una experiencia inolvidable.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar: La compañía Air Nostrum opera diariamente con Marsella desde Madrid y Barcelona. Inf.: www.iberia.com

Para dormir:

- Hotel Kyriad Vieux Port. 6, Rue Beauvau. 13001 Marseille. Muy céntrico, junto al viejo puerto. Tel: 04 91 33 02 33. www.hotel-vieux-port-marseille.com

Para comer:

- Le Miramar. 12, Quai Du Port. 13002 Marseille. El mejor restaurante de la ciudad para probar "La Bouillabaisse". Tel: 04 91 91 10 40. www.bouillabaisse.com

- Restaurant Chez Madie les Galinettes. 138, quai du port. 13002 Marseille. Tel: 04 91 90 40 87

Información: www.marseille-tourisme.com

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