Cultura.- Declarada BIC la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Angeles de Chelva (Valencia)

Actualizado: miércoles, 11 octubre 2006 19:20

VALENCIA, 11 Oct. (EUROPA PRESS) -

El Consell ha declarado Bien de Interés Cultural (BIC) la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de los Ángeles de Chelva (Valencia), lo que supone el máximo nivel de protección patrimonial. Actualmente la conselleria de Cultura, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano, ha concluido las obras de drenaje perimetral que se estaban llevando a cabo para controlar las humedades ascendentes, durante el transcurso de las cuales salió a la luz la entrada a una antigua cripta, según informaron hoy fuentes de la Generalitat.

El templo es una imponente construcción del siglo XVII, inspirada en el Gesú de Vignola, con importantes innovaciones barrocas y una posterior fachada manierista. Guarda grandes similitudes con otras grandes iglesias del momento como la Asunción de Llíria y la fachada de San Miguel de los Reyes de Valencia. Este edificio sustituye a otro más antiguo construido en el mismo solar hacia 1400, que a su vez se había levantado sobre una pequeña iglesia edificada tras la conquista de Chelva por Jaime I, explicaron las mismas fuentes.

La construcción de Nuestra Señora de los Ángeles fue larga y costosa,ya que sufrió demoras e intervalos de inactividad debido a las enormes proporciones del templo. Marés y Tormo narran los hechos de la construcción de la iglesia.

Así, en 1626 es demolida la antigua iglesia y se inicia la actual, colocando la primera piedra el dos de abril de ese mismo año. Entre 1634 y 1644 se encarga de las obras el arquitecto Juan Jerónimo Larrañaga, a quien se le puede atribuir el plan general de la iglesia y la portada. Tormo cita, durante este periodo, a colaboradores como fray Gaspar de San Martín (1638) y a Pedro de Ambuesa (1638-1645 o 46). Ala muerte de Larrañaga se encargan de continuar con lo empezado Ambuesa y el padre Albiniano de Rojas. En 1652 y 1656 las obras se realizan a cargo de Juan Martínez de Arce. Le sustituyó José Artigues hasta 1659, dando Marés la fecha de 1600 como la final de la mitad de la realización del edificio (portada, nave central y capillas laterales).

Ya en 1676 se reanudan las obras con Juan Pérez Castiel, estableciéndose en el contrato la conclusión final del templo, levantando el crucero, la cúpula, el presbiterio y el campanario. Hasta 1702 se llevó a cabo lo estipulado, y además se adaptó lo ya realizado con una nueva concepción decorativa y se remató la fachada principal.

Durante la Guerra Civil sufrió grandes desperfectos en sus bienes muebles, se perdieron las siete estatuas de la portada y fueron destruidos todos los retablos, relataron desde la conselleria de Cultura.

La planta es de cruz latina con capillas laterales y crucero de igual profundidad inscrita en el tradicional rectángulo, que junto con otras iglesias seiscentistas valencianas, como la ya mencionada parroquia de la Asunción de Llíria y el Monasterio de San Miguel de los Reyes, significa un nuevo paso ya casi definitivo en Valencia.

La nave se cubre con bóveda de cañón, reforzada con arcos fajones, en la que se abren en cada tramo sus correspondientes lunetos en cuyos arcos formeros se sitúan grandes ventanas rectangulares que iluminan la misma. El profundo presbiterio también se cubre con bóveda de cañón, pero sin lunetos y sustituyendo los arcos fajones por un casetonado rectangular en el que se inscriben rombos donde se alojan elementos decorativos colgantes en forma de rosetón.

La gran cúpula del crucero es circular y de tambor bajo. En él se abren ocho ventanas enmarcadas de rocalla y todo descansa en cuatro pechinas cubiertas por la típica decoración de Juan Pérez Castiel: ángeles tenantes que portan escudos alegóricos (castillos heráldicos por Chelva y haces de trigo y vides por los labradores que la repoblaron en 1400) rodeados de un vigoroso amontonamiento de retorcida hojarasca.

Destacan las puertas de la sacristía y de la antigua capilla de la Comunión por su densidad ornamental. La profusa decoración se extiende a todo el templo, pero más espaciadamente. Así la cornisa que recorre todo el perímetro interior, excepto en el lugar donde se situaba el retablo del altar mayor no decora todo su friso longitudinalmente, como cabría esperar, sino verticalmente al utilizar un entablamento de ménsulas. En las ventanas del crucero Pérez Castiel adelanta la solución que quince años más tarde se incorporaría al repertorio barroco más utilizado, el arquitrabe escalonado.

En el testero de la nave que carece de ventana, se encuentra una hornacina en la que se sitúa un santo labrador flanqueado de dos figuras coronadas que portan vides y trigo siguiendo la iconografía ya comentada de las pechinas del crucero.

También las ventanas de éste último se flanquean de figuras alegóricas, puesto que a ambos lados dos ángeles tenantes y dos aves fénix, clara referencia al delirante libro de Vicente Marés 'La Fénix Troyana', editado en Valencia, en donde afirma que esta villa fue fundada por los huidos de Eneas de Troya, arrebatándole a la ciudad del Tiber el honor dado por Virgilio. En conjunto la decoración es magnífica y muy característica de Juan Pérez Castiel, cuya fecunda carrera se inicia en 1674 con la renovación del presbiterio de la Catedral de Valencia, con cuyas soluciones ornamentales guarda evidentes similitudes.