RSC.- Tribuna de Expertos: Annie Yumi Joh, responsable de la 'Campaña Ropa Limpia' (CRL) de SETEM Madrid

Actualizado: lunes, 6 noviembre 2006 13:05

"Hacia una ropa made in Derechos Humanos"


MADRID, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -

La globalización en un sector como el textil y de la confección, muy intensivo en mano de obra, pone de relieve sus efectos más perversos en el último eslabón de la cadena de producción: las personas trabajadoras. Se estima que hasta el 90% de los trabajadores de este sector son mujeres y que tres de cada cinco de éstas trabajan sin contrato ni cobertura social de ningún tipo.

Las empresas transnacionales, en su afán por minimizar los riesgos y abaratar los costes de producción, externalizan la producción contratando a proveedores en países empobrecidos en Asia, América Latina, Europa del Este y África que a su vez subcontratan a empresas, muchas de las cuales operan con talleres de economía informal y utilizan el trabajo a domicilio para sacar la producción en los plazos, cada vez más cortos, exigidos por las multinacionales. Por otro lado, los gobiernos de estos países alentados (cuando no obligados) por las doctrinas de los organismos multilaterales (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional), tratan de atraer inversiones extranjeras a cualquier precio: mediante exenciones impositivas, interpretaciones laxas de las legislaciones medioambientales e incluso a costa de menoscabar las ya precarias condiciones de vida de su población ofreciendo costes laborales cada vez más bajos a las empresas.

Hablamos de las maquilas o 'fábricas del sudor' --sweatshops--, fábricas donde los derechos más elementales de las personas trabajadoras no son respetados, como es el derecho a trabajar en un lugar saludable y seguro, donde no se paga el salario mínimo, se pagan los salarios con meses de atrasos, las jornadas superan las 12 horas diarias, las horas extraordinarias son obligatorias y no remuneradas, se reprimen los esfuerzos por formar un sindicato, no hay relación contractual con la empresa, etc.

A través del Secretariado Internacional de la 'Campaña Ropa Limpia' nos llegan denuncias de violación de los derechos laborales en las fábricas donde se confecciona la ropa que abarrota nuestros escaparates. Sólo en Bangladesh, entre febrero y marzo pasados, murieron 200 personas en diversos accidentes en fábricas textiles, sin contar con el derrumbamiento de la fábrica Spectrum Shariyar que producía para conocidas empresas multinacionales europeas y que causó la muerte a 64 personas el 11 de abril de 2004.

Las empresas transnacionales pueden y deben contribuir a frenar esta situación: son responsables de garantizar el respecto de los derechos laborales en todos los eslabones de la cadena de producción. Cada vez más, las empresas transnacionales se dotan de departamentos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y tienen códigos de conducta --en ocasiones a disposición del público a través de sus páginas web-- algunos de ellos, a priori, muy avanzados.

Sin embargo, todo esto fácilmente puede caer en saco roto o utilizarse meramente como lavado de imagen si además las empresas no dan muestras reales de su compromiso con el respeto a las condiciones laborales participando activamente en iniciativas 'multistakeholders' creíbles, realizando auditorias serias e independientes para verificar el cumplimiento de sus códigos de conducta, permitiendo e incluso promoviendo la existencia de sindicatos, pagando salarios dignos que permitan subsistir a las personas trabajadoras y a sus familias, adoptando prácticas de compra que sean compatibles con el cumplimiento de sus códigos de conducta y prestarse a trabajar con otras empresas, con el gobierno, con la patronal y con los sindicatos del país en cuestión para resolver casos de conflicto (como las recientes revueltas en Bangladesh o Filipinas).

Annie Yumi Joh.

Responsable de la 'Campaña Ropa Limpia' (CRL) de SETEM Madrid.