Actualizado 25/09/2006 14:05

RSC.- Tribuna de Expertos: Aurora Pimentel & John Scade, asociada y socio director, respectivamente, de MAS Business

"Desempeño social: más allá de la acción social y del GRI"


MADRID, 25 Sep. (EUROPA PRESS) -

A la vista del creciente número de compañías que están realizando sus memorias de Responsabilidad o Sostenibilidad o del alto número de eventos, conferencias o formación al respecto, se podría concluir de modo optimista que esto de la RSC está calando mucho en el tejido empresarial español.

Sin embargo, a la ya tradicional confusión entre la denominada "acción social" (mucho más acertadamente llamada community investment o community relations fuera de nuestras fronteras) y la RSC (más amplia que el mero colaborar con las entidades no lucrativas), se une otra retahíla de "debilidades" o carencias, tanto de visión o comprensión como de práctica, que dibujan un panorama cuando menos complejo.

Para empezar, España cuenta con una honda tradición que ve a la empresa como el villano y trata de explicar la RSC como una estrategia de necesaria "legitimación" social de las empresas, ajena al propio corazón de la actividad empresarial.

De ahí el énfasis en la denominada "acción social", única posible capaz de redimir la maldad innata de las compañías. En esta línea, también la RSC, vista de modo más avanzado como diálogo con stakeholders, puede acabar vacía de sentido cuando algunas compañías justifican "cuan responsables son" esgrimiendo programas de gestión de stakeholders de tipo formal que no hacen sino ocultar una pésima calidad de servicio al cliente, ponemos por caso.

Efectivamente, la RSC puede acabar siendo una mera actividad cosmética de "acción social" o, también, un andamio de formalidades para rendir cuentas según los indicadores del GRI, para poder "contar algo", para comunicar más que hacer.

Para superar la "moda" de la RSC, su enfoque como "tendencia de esta temporada", y hacerla avanzar de verdad antes de que muera por estar en boca de todos y en el corazón de pocos, hace falta no sólo fundamentarla bien, sino, sobre todo, mostrar el cómo sin complejos, ligándola a la innovación que es el elemento "connatural" a las empresas y, desde luego, a la actividad que les es propia: la producción de bienes y servicios.

Hay que ir un paso más allá y considerar que la colaboración empresa y tercer sector no sólo debe medirse al modo tradicional (qué damos en efectivo, equipos, voluntariado), sino también qué impacto generamos, directos e indirectos, en las comunidades donde operamos y en la sociedad. Y en su caso, qué efecto apalancamiento podemos producir. En este ámbito el London Benchmarking Group ofrece un sistema de medición que permite considerar la acción social más en términos de inversión social (y de retorno para la empresa y para la sociedad) que como mero dar.

Pero también habría que ver por otro lado los marcos de reporte en sostenibilidad como lo que son --orientaciones-- pero levantar el vuelo e ir más allá de poder rendir cuentas siguiendo el modelo del GRI. Habría que pensar en el campo del amplio concepto de "desempeño social" qué indicadores podríamos establecer los pida o no el GRI. Porque cada empresa, cada compañía, es responsable de modo distinto.

Sin duda la actividad empresarial de muchas compañías viene repercutiendo favorablemente en el desarrollo económico y social en las comunidades donde operan y sin embargo todo esto siga opaco. Y es que lo cierto es que en muchos países en vías de desarrollo, y pese a todas las críticas que se puedan hacer, cuando una empresa se establece y crece no sólo llega a generar empleo local, sino que muchas veces este empleo es de mayor calidad comparado con los estándares del país.

¿Qué pasa con los servicios de salud, la escolarización, la formación, la capacidad de acceso a financiación de las familias de los empleados? Sería bueno empezar a comprobar que realmente muchas empresas no son siempre las malvadas en dichos países y que el desarrollo económico y social es impulsado en muchos casos. ¿Qué ocurre con la contribución social vía impuestos? Porque a veces, solo a veces, se olvida que las empresas también contribuyen vía fiscal independientemente del uso cuestionable que algunos gobiernos hagan de dichos impuestos. Y todo esto, y no sólo lo que pide el GRI, supone que cada empresa debe plantearse nuevos indicadores, para poder mejorar.

Aurora Pimentel & John Scade.

Asociada y socio director, respectivamente, de MAS Business.