RSC.- Tribuna de Expertos: Luis González, director general de Philanthropos Consultores

Actualizado: lunes, 6 febrero 2006 13:06

"El grupo de interés imaginado: todo para el pueblo pero sin el pueblo"


MADRID, 6 Feb. (EUROPA PRESS) -

La necesidad de las empresas de contar con referentes claros y compartidos para generar información sobre su desempeño en materia de RSC ha determinado en los últimos años la asunción de esquemas y convenciones provenientes de 'agencias' especialistas (Global Reporting Initiative, SiRi Group, SAM, etc.), que han ido componiendo un "corpus" más o menos coherente y estructurado de recomendaciones y orientaciones para la comunicación del desempeño de la organización.

Este corpus tiene como elemento común a la mayor parte de sus planteamientos teóricos la participación de los grupos de interés como origen y fin de las prácticas responsables de las empresas, y quizá sea la principal aportación y rasgo distintivo del quehacer de las empresas responsables en los últimos años.

De este modo, las compañías que han comenzado a avanzar por la senda de la Responsabilidad Corporativa han asumido como parte de su discurso y, en buena medida, como parte de sus obligaciones, el "diálogo permanente" con los grupos de interés y la consideración de sus demandas y necesidades para la toma de decisiones.

No obstante, lejos de dar lugar a un diálogo profundo con estos grupos este compromiso --no exento de problemas teóricos y prácticos-- se ha realizado a partir de políticas de RSC muy sofisticadas que entroncan con un planteamiento de gestión del riesgo; es decir, el diálogo permanente se ha concretado en la ubicación de una serie de sensores en diferentes puntos de la sociedad, con objeto de pulsar su opinión respecto a acciones muy concretas y de máximo interés para las compañías.

Descendiendo a un nivel más concreto, definir los propios grupos de interés es una tarea muy compleja, entre otras cosas porque se trata de una noción muy dinámica y escalable. Los intereses respecto al comportamiento de una empresa de telecomunicaciones no serán iguales si el cliente es una pyme, una gran empresa o un particular. Además, el "mapa" de grupos de interés de una empresa variará en la medida en la que varíen técnica, sectorial o geográficamente sus operaciones.

Por otra parte, dado que el proceso de consulta no puede ser una votación asamblearia, para identificar las demandas y necesidades de los grupos de interés, hay que poder seleccionar a agentes que cuenten con la legitimidad y representatividad suficiente, cosa que no es posible en todos los casos. Por último, los responsables de la empresa deberían poder valorar en caso de colisión de intereses a quién se debe prestar más atención.

En suma, estamos ante un proceso complejo no exento de contradicciones y, a día de hoy, con grandes lagunas en su concepción y en sus planteamientos.

La solución por la que están optando las empresas es la de prestar más atención a las "agencias", en especial a las de "Rating Social y Medioambiental", convirtiéndolas de esta manera en los principales grupos de interés atendidos. Estas agencias solicitan y analizan la información que aparentemente interesa al resto de grupos, situándose en este proceso como intermediarios entre partes.

Operando de esta forma, la empresa que pretende abrir un diálogo con sus grupos de interés está en realidad renunciando implícitamente a profundizar en las necesidades que aquellos manifiestan, puesto que resulta más práctico y abarcable responder a los complejos cuestionarios de las agencias, además de que resulta mucho más rentable desde un punto de vista estratégico tener a la empresa en alguno de los índices de sostenibilidad (FTSE4 Good o Dow Jones Sustainability Indexes).

Este pragmatismo lleva a que empresas y agencias compongan una suerte de "juego de espejos" en el que las agencias se instituyen en intermediarios --y únicos intérpretes-- de las preocupaciones de los grupos de interés, mientras que las empresas definen sus políticas de Responsabilidad Corporativa siguiendo la partitura de las agencias, lo cual acaba por convertirse en un proceso comunicativo bidireccional donde sólo existe diálogo entre la empresa y la agencia, quedando el grupo de interés implicado fuera de los márgenes del proceso de consulta y propuesta.

El mejor ejemplo se puede encontrar en la contradicción inherente a la generalidad de los informes anuales en materia de Responsabilidad Corporativa, cuya vocación explícita es acercarse a los grupos de interés que componen y rodean a la organización, mientras que en la práctica sus contenidos resultan inaccesibles para la mayor parte de éstos, no sólo por ser de un nivel técnico muy elevado sino también por algo tan simple como sus estrechos canales de distribución.

Los grupos de interés son, en este juego de espejos, colectividades imaginadas por las agencias y las empresas, grupos de personas cuyos atributos quedan dibujados de modo muy esquemático y tópico, pudiendo ser perfectamente atribuibles a cualquier otra empresa de incluso otro sector.

La publicación el pasado mes de enero de la primera versión para consulta de la guía Global Reporting Initiative G3 nos muestra una especial preocupación por la implicación de los grupos de interés, no sólo en el diseño y desarrollo de políticas de RSC sino también en la construcción de la "materialidad" de las memorias. Este énfasis de GRI, unido a los avances teóricos y prácticos que la norma AA1000 de AcountAability ha realizado en la implicación de los grupos de interés, nos sitúa ante un punto de inflexión importante en ámbito de la Responsabilidad Corporativa.

Para resolver las inconsistencias de la Responsabilidad Corporativa, y ésta es una de las principales, quizás sea necesario asumir riesgos de una vez por todas. Habrá que experimentar con modelos más participativos, como algunas grandes empresas españolas ya lo están haciendo, e ir construyendo poco a poco las condiciones de posibilidad de esta implicación activa de los grupos de interés.

Como en la versión anterior, GRI nos ubica frente al problema; su solución, no nos quepa la menor duda, va a ser únicamente tarea nuestra.

Luis González.

Director general de Philanthropos Consultores