Actualizado 04/09/2007 17:16

Experto en Ecología pide una "nueva cultura" de la costa en Andalucía para evitar un colapso ecológico y turístico

Gómez-Sal critica que, en algunas ocasiones, el POTA no se aplica porque "hay demasiada libertad"


BAEZA (JAÉN), 4 Sep. (EUROPA PRESS) -

El catedrático de Ecología de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) Antonio Gómez-Sal reclamó hoy una "nueva cultura" de la costa y del territorio en Andalucía para evitar llegar a un "colapso" ecológico y del modelo turístico provocado "por la falta de una oferta de calidad" en el mismo.

En el transcurso de uno de los seminarios de verano que la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) organiza en su sede Antonio Machado de Baeza (Jaén), Gómez-Sal apuntó, en declaraciones a los periodistas, que "muchas de las agresiones y actuaciones" que se han producido sobre el territorio andaluz y español suponen "un problema muy grave de cara al futuro" porque, a su entender, se ha "hipotecado un recurso como es el paisaje" de forma que "se ha sellado el territorio".

Al hilo, recordó que, según los datos del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), el primer kilómetro de costa de la mitad del litoral malagueño está ocupado ya por urbanizaciones. Por ello, consideró que "el problema que se plantea ahora es de la viabilidad en el modelo de ocupación del suelo" en las zonas costeras.

Seguidamente, el catedrático explicó que existen dos tipos de sostenibilidad, basados, el primero de ellos, en un modelo "muy exigente" denominado 'sostenibilidad fuerte o ecológica' y que, según detalló, "cree que un sistema de uso de recursos es sostenible si mantiene unos valores naturales más o menos íntegros, como es la calidad del suelo, de los bosques o del aire", entre otros.

Así, continuó aclarando que hay "otra sostenibilidad" llamada 'debil o económica' que entiende que el sistema es sostenible "si es viable económicamente aunque degrade en parte los sistemas naturales". A este respecto, incidió en que "a veces se usa la sostenibilidad sólo desde este segundo sentido", lo que calificó como "un error".

Por ello, señaló que uno de los requisitos de la 'sostenibilidad fuerte' es la planificación previa y la ordenación profunda y debatida del territorio, una condición que, a su juicio, "no se ha cumplido suficientemente".

De igual modo, matizó que la comunidad andaluza, a pesar de estar "avanzada" en el plano teórico con el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), "debatido y aprobado desde hace mucho", en la práctica y, en determinados casos, "esta ordenación necesaria, deseable e imprescindible no se ha aplicado", ya que "ha habido demasiada libertada para la planificación por parte de las instituciones municipales y los ayuntamientos".

APRENDER DEL MODELO RURAL.

Por otra parte, Gómez-Sal hizo hincapié en que también se apela con frecuencia a las "tres patas de la sostenibilidad", que se concretan en lo social, lo económico y lo ecológico, a pesar de que, según aclaró, "debería haber otras dimensiones y con distinta importancia". Entre ellas, citó la ética, la cultural y la productiva y es que el sistema de obtención de recursos y de producción "puede ser valorado con independencia de su rentabilidad y teniendo en cuenta su coherencia en relación con los ecosistemas sobre los que actúa".

En ese sentido, el experto explicó que existe una biodiversidad espontánea "originada sin la intervención humana" y otra debida a la interacción humana con las especies y los ecosistemas, en cuya diversidad se integran los animales domésticos, las plantas cultivadas y los nuevos paisajes creados por el hombre, así como la carga cultural que conllevan.

Así, puso de relieve que esa biodiversidad "ha coexistido" con el entorno rural tradicional, al tiempo que abogó por aprovechar, en esta "nueva situación económica y social" del mundo rural de los 'agroecosistemas' para construir "un nuevo mundo rural" que suministre "la función y los bienes y servicios necesarios para el bienestar de la población".

De esta parte, expuso que los sistemas rurales tradicionales funcionaban con "una vocación muy clara" de sostenibilidad y eran "muy concientes de que su futuro dependía del buen uso que hicieran de los recursos", por lo que añadió que se trataba de una sostenibilidad "muy ligada a la capacidad del suelo para producir alimentos y no degradarse".

"Sin embargo en la actualidad --continuó Gómez-Sal-- el abandono de estas prácticas tradicionales crea un interrogante sobre el mundo rural y no deja claro cuál va a ser su futuro porque, por un lado, se le exige que siga siendo sostenible y, por otro, se le demanda una multifuncionalidad que haga que sirva para variadas demandas sociales y siga suministrando bienes y servicios". "Hacer compatibles ambos términos no es fácil", aseveró.

Por último, el catedrático y presidente del Comité Científico del OSE avanzó que, tras un último informe del citado organismo referido a los cambios en los usos del suelo, en la actualidad se está preparando otro sobre calidad del aire "que también será muy polémico".