Actualizado 12/02/2010 12:51

Eduard Vinyamata, conflictólogo: "Nuestro mundo es un mundo de conflictos"

Eduard Vinyamata, conflictólogo
Eduard Vinyamata

El catedrático y delegado del Campus por la Paz de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Eduard Vinyamata, experto en resolución de conflictos, analiza en esta entrevista concedida a Europa Press la situación que se vive actualmente en Haití, un país devastado tras el terremoto registrado hace un mes, así como la situación en otros lugares del mundo donde millones de personas viven en una situación precaria.

.- Como conflictólogo, ¿de qué manera definiría la situación que se está produciendo en Haití tras el terremoto?

La situación en Haití es un reflejo de muchas de nuestras sociedades agravada por el terremoto y el antecedente de ser uno de los países más pobres del planeta. Al nivel de destrucción física debido al terremoto también habría que añadir la muy deficiente construcción, el desgobierno y la pobreza, que hacen que este desastre humanitario tenga grandes proporciones.

Por otra parte, las intervenciones exteriores se producen sin orden ni concierto, al menos hasta el momento, lo que nos muestra una falta organizada de reacción frente a estas situaciones. Parece ser que también se están provocando reacciones interesadas y que el país pudiera acabar dependiendo de los Estados Unidos.

.- ¿Cuál era la situación del país caribeño antes del seísmo?

Haití, además de registrar unos niveles de pobreza muy elevados, era un país donde la corrupción, la criminalidad, la injusticia social, el subdesarrollo y la falta de seguridad eran muy altas. Me consta que cuerpos de policía como Guardia Civil o Carabineros chilenos se veían superados por una sociedad desestructurada, armada incluso con armamento de guerra y abocada al crimen para sobrevivir.

Los niveles educativos también eran bajos y deficientes, con honrosas excepciones. La sanidad también era muy deficitaria y la necesaria autoestima de ser haitiano prácticamente inexistente, lo que sumía al país en la desesperanza. Además, Haití ha padecido en las décadas pasadas dictaduras crueles, intentos de dominio por parte de otros países y cuenta con más de un millón de desplazados y apátridas en la República Dominicana.

.- ¿Existe solución a la situación actual? ¿Todos los conflictos la tienen?

Siempre existen soluciones a los conflictos y a todos los problemas. Seguramente, frente a la extrema desgracia, Haití mejorará. Lo importante es poder contar con la voluntad y recursos suficientes.

Sin embargo, aún sin recursos, se puede hacer mucho para resolver conflictos. Los conflictólogos acostumbramos a trabajar en situaciones extremas, donde todo parece imposible, donde existe caos y desesperación... Pero es justamente en estas situaciones y condiciones, donde se hace más necesario actuar para encontrar soluciones. Nuestro trabajo es eminentemente pragmático y mucho más realista que las propuestas desde intereses políticos o comerciales. Las soluciones surgen, sobre todo, de uno mismo, en procurar que sean los propios actores del conflicto lo que lo resuelvan, aunque, evidentemente, la ayuda exterior es importante y conveniente.

.- ¿Podemos hablar de diferentes tipos de conflictos?

Todos los conflictos son diferentes y, sin embargo, todos poseen características similares. Normalmente, la presencia de la violencia es un factor definitorio fundamental. Una violencia de expresiones múltiples: física, estructural, económica, judicial, política, psicológica. Una violencia definida como todo aquello que perjudica a uno mismo, a los demás, al entorno social.

Sin embargo, todos los conflictos poseen escenarios diferentes al que hay que adaptarse. Los medios y las soluciones acostumbran a ser siempre las mismas adaptadas a cada caso: procurar el desarrollo de la autoestima, encontrar soluciones concretas a los problemas reales acuciantes, convencer que los métodos No Violentos son de una superior eficacia que cualquier sistema violento e impositivo; que los derechos humanos una forma de relacionarse positivamente.

.- Si de pronto, una mañana apareciéramos en Haití, ¿con qué nos encontraríamos y qué podríamos hacer?

Nos encontraríamos con un extremo desorden e inseguridad. Es difícil imaginarse cómo se vive en la inseguridad sin haberlo vivido directamente. Europa es como un balneario y difícilmente desde aquí podemos imaginar lo que se siente viviendo en la inseguridad. La sensación de inseguridad desmonta al más fuerte.

Encontraríamos también mucha miseria que te subleva, que te produce mucho miedo de no poder salir nunca de tal situación... Pero en Haití también encontraríamos en haitianos y cooperantes muchas muestras de humanidad, de alegría, de solidaridad, que no siempre encontramos en nuestras sociedades.

¿Qué podríamos hacer? Vivir junto a los haitianos, participar de la búsqueda de soluciones con nuestras capacidades, cooperar para reconstruir con ilusión un país, Haití, desde todos los puntos de vista, físicamente pero, a la vez, establecer un sistema educativo que les sirva para vivir, con iniciativas micro y pequeñas o medianas empresas que permitan ganarse la vida con dignidad, sin excesivas dependencias exteriores.

Además, hay que tratar de establecer un sistema de seguridad sin necesidad de recurrir a la acción policial o penal tradicionales que no son portadoras de soluciones realistas; e implantar un sistema de salud autogestionado que se preocupe de mejorar las condiciones de higiene y nutrición de la población, de educarla en cómo vivir en salud.

.- ¿Cómo califica la cooperación que se está dando tras el seísmo? ¿Y la anterior al mismo?

Parece que el dramatismo producido por el seísmo está contribuyendo a generar respuestas solidarias, aunque también existe una reacción importante de implantación progresiva de intereses político y económicos exteriores que pudiera mediatizar la ayuda humanitaria hacia el establecimiento de un sistema colonial que pudiera mejorar algunos aspectos pero cronificar la pobreza.

Me parece que la cooperación convendría que fuera directamente a procurar el desarrollo de los haitianos en los ámbitos educativos, sanitarios, de justicia social, organización y estructuración social que conduzca a la democracia participativa y el desarrollo de la vida local, de seguridad no represiva como promueve la conflictología y en el ámbito productivo.

La cooperación dirigida desde lejos a veces olvida las necesidades y los sueños de las personas hacia las que se dirige y acaba transformándose en una limosna, en una dependencia ideológica que no acaba de resolver el problema.

.- ¿Podría hacer también una predicción de cara al futuro?

Más que una predicción se podría pensar en proyecciones, en como lo que está sucediendo ahora generará en el futuro realidades distintas a las actuales, pero no es fácil, debería contar con datos concretos que no dispongo. Seguramente, en general, la situación mejorará gradualmente.

.- La preocupación por Haití es manifiesta pero ¿hacia qué otro lugar del mundo deberíamos mirar en este momento?

Buena parte de África, algunos países y zonas de América Latina, en especial Centroamérica, incluso en nuestras propias sociedades en Europa y los Estados Unidos donde subsisten colectivos en situación precaria; bastantes millones de personas de India (existen unos 600 millones de personas en niveles de pobreza), así como otros países de Oriente Medio.

Nuestro mundo es mundo de conflictos: la injusticia social, la pobreza, la corrupción política, la extensión de la criminalidad y la violencia, los graves déficits democráticos, la escasa o insuficiente educación, la sobreexplotación de la naturaleza, la indiferencia, son fermentos de conflicto grave que conmueven y conmoverán todavía más nuestro mundo.