Publicado 10/02/2021 10:01

"Tendencias empresariales en el primer año de la reconstrucción sostenible". Por la Red Española del Pacto Mundial

Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial
Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial - DANIEL SANTAMARIA - Archivo

   Acabamos de dejar atrás un 2020 que estaba previsto fuera el año decisivo para el desarrollo sostenible. Voces en todo el mundo clamaban que 2020 sería el año del planeta, de la reducción de las desigualdades, del auge de la responsabilidad empresarial, de la creación de un nuevo mundo. Y, de hecho, teníamos motivos para pensarlo. Primero, porque era el año que inauguraba la Década de Acción sobre los ODS proclamada por el Secretario de Naciones Unidas: diez años para acelerar la acción hacia el cumplimiento de la Agenda 2030. Y segundo, porque la sostenibilidad había adquirido, por fin, un peso más importante en todas las esferas: la empresarial, en la que el 86% de las empresas del Ibex 35 se mostraba comprometido con los ODS; la gubernamental, donde la Agenda 2030 pasaba a ser abordada por una Vicepresidencia y múltiples comunidades autónomas trazaban sus planes en ODS; y la social, con una sociedad cada vez más concienciada con el desarrollo sostenible y en especial con el cambio climático, un tema que se consideraba como mayor prioridad para los europeos en 2019, según la encuesta sobre el clima del Banco Europeo de Inversiones.

   Lo que no imaginábamos es que el primer año de la década decisiva para los ODS fuera el año cero, un tiempo de transición en el que sobrevivir a la COVID-19 se posicionaba como el objetivo principal, y en algunos casos, único. Una pandemia que ha arrasado con un sinnúmero de vidas y destruido millones de puestos de trabajo, invirtiendo años de progreso y aumentando aún más las desigualdades existentes, pero que también ha servido para poner en el centro lo más importante: las personas. Un concepto que hace honor al lema de la Agenda 2030 de "no dejar a nadie atrás" y que sentará las bases de la reconstrucción post COVID-19.

   Mirando a 2021, muchos coincidirán conmigo en que nos podemos permitir que este sea otro año de transición, sino que ahora, más que nunca, tenemos que dar la vuelta a la situación y conseguir cambios a favor que nos hagan avanzar hacia el logro de los ODS. Se nos agota el tiempo y los retos que nos planteábamos en 2020 siguen vigentes, pero con un carácter más urgente y unidos al desafío de vencer al virus que ha puesto patas arriba al mundo.

   Ha llegado el momento de actuar, de pisar el acelerador del progreso sostenible de forma decidida y con todos los recursos que sean necesarios para avanzar. Y para conseguirlo, se deberán involucrar todos los actores, y en especial, el sector empresarial, dado su poder de transformación de la economía global. Con los recursos a su alcance y la innovación de la mano, son capaces de transformar el modelo económico actual en un nuevo modelo más sostenible y resiliente, preparado para los desafíos que nos plantea la Agenda 2030, como el acuciante cambio climático.

   Entre las tendencias que guiarán la actuación empresarial durante este año, se encuentra este último concepto, el de apuesta por resiliencia. Las organizaciones, conscientes de las posibles disrupciones a medio y largo plazo, deberán regenerar sus modelos empresariales hacia unos más resilientes, dejando a un lado lo que llamamos el "business as usual" para convertirse en "empresas de futuro", es decir, negocios sostenibles, respetuosos con las personas y el planeta. Y es que cada vez son más las organizaciones que toman conciencia de que el futuro empresarial será sostenible o no será y que, a pesar de la crisis económica provocada por la pandemia, no han abandonado su apuesta por los ODS. Muestra de ello es el hecho de que en la Red Española del Pacto Mundial sigamos creciendo en número de socios. En concreto hemos registrado un aumento de un 10% durante 2020.

   En el plano de la gestión empresarial, la tendencia estará marcada por el establecimiento de compromisos cuantificables, que les marquen el camino a seguir y les ayuden a medir su progreso. Esto ya se ha dado con las empresas del IBEX35. Prácticamente la mitad de la cuales tienen este tipo de compromisos. Ahora toca que el resto de empresas se incorporen de manera decisiva a esta tendencia, si queremos cerrar la brecha existente entre el compromiso empresarial y la implementación. En el último año hemos lanzado diferentes iniciativas que perseguían precisamente este objetivo de las que veremos resultados ya en 2021.

   Por otro lado, en un escenario en el que las personas se han puesto en el centro de todas las estrategias, el enfoque de derechos humanos es imperativo. Esta es una de las áreas en las que existe un mayor margen de mejora respecto a su implementación dentro de las empresas. En este sentido, esperamos que el nuevo Plan de Acción Nacional de Empresas y Derechos Humanos que se pone en marcha este año sirva como revulsivo para implicar a las empresas en esta materia.

   El último punto que va a marcar diferencias y que se materializará con más fuerza este año es la financiación sostenible. Ésta ha venido experimentando un crecimiento exponencial en los últimos años y se espera que alcance su punto álgido con la puesta en marcha de la nueva taxonomía verde europea, que determina los requisitos por los que se pueden considerar inversiones o productos financieros sostenibles. En este aspecto, la Unión Europea ya ha puesto la maquinaria en marcha para que este y otros ejercicios promuevan la transición hacia una economía más sostenible.

   Todo ello nos hace pensar que, ahora sí, estamos en el año uno de la reconstrucción y de la acción a favor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Y en este camino no debemos olvidar una de las mayores enseñanzas de la pandemia: el trabajo en alianza es un arma poderosa, que nos hará cumplir con mayor éxito y premura las metas marcadas. Por ello, en el año uno del cambio, debemos actuar todos juntos como si fuéramos uno solo.

   Cristina Sánchez es directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial.