Una mujer con un bebé en Mauritania
Foto: JOE PENNEY / REUTERS
 
Actualizado: sábado, 4 julio 2015 18:01

MADRID, 4 Jul. (EDIZIONES) -

   En Mauritania viven aún unas 155.000 esclavas, en su mayoría mujeres de la etnia negra haratin, pese a que legalmente la esclavitud se prohibió en 1981 y se criminalizó en 2007. Las víctimas de esta esclavitud sufren abusos de sus "dueños", pero también de las autoridades, que discriminan incluso a las libertas.

   Como ejemplo de estas discriminaciones, violencia e injusticias sociales, la agencia de noticias humanitaria IRIN ha recogido el testimonio de varias mujeres que han sobrevivido a la esclavitud.

   "He sobrevivido a todo esto, pero todavía tengo pesadillas", ha relatado Umul Jairi, de 52 años, que fue liberada en 2010 después de que el hermano de su "amo" le recomendara "deshacerse de ella".

   Ahora intenta normalizar su vida, pero es difícil tras haber sufrido las peores consecuencias de la esclavitud: violaciones, deshumanización, salarios robados y palizas al borde de la muerte.

   Jairi pertenece al pueblo haratin, históricamente esclavizado por la mayoría árabe. El 85 por ciento de los haratines son analfabetos y el 90 por ciento no recibe salario alguno por su trabajo. Las mujeres de esta minoría sufren particularmente los maltratos: más del 80 por ciento de los casos de violación registrados en 2014 fueron contra estas mujeres.

MATRIMONIOS FORZOSOS

   También es de la etnia haratin Zeinabu, de 42 años, que añade al estigma de su antigua esclavitud el hecho de sacar adelante sola a su familia. "El padre de mis hijas nos ha abandonado, así que he sido yo la que he estado luchando por cuidarlas", relata Zeinabu mientras arranca malas hierbas en una fábrica de refrescos de Nuakchot. Ahora se enfrenta a la "vergüenza" de algunas personas al encontrarse con una cabeza de familia.

   Estos matrimonios suelen celebrarse dentro de la propia minoria haratin y muy a menudo contra la voluntad de los contrayentes. Ahora al estigma del divorcio, Zeinabu suma el éxito de su negocio de venta de plantas, flores exóticas y plataneras. "La libertad es para erguirse, para asumir la responsabilidad dependiendo solo de uno mismo", ha argumentado.

   Algunas mujeres libertas van un paso más allá, como Habi, de 41 años, dedicada ahora a ayudar a quienes siguen en la esclavitud en "condiciones inhumanas". "Me golpearon y atacaron. Pasaba más tiempo con los animales que con los seres humanos", ha relatado.

DISCRIMINACIÓN DEL ESTADO

   Además de la discriminación social, estas mujeres enfrentan la falta de ayuda pública. "El Estado nunca ha hecho nada por mí ni por mi familia", se ha lamentado en referencia a las ayudas del Estado, con la distribución de alimentos y agua.

   Reparten "muslos de pollo, pescado, arroz e incluso dinero, pero a mi nunca me han dado". "Los camiones cisterna con agua pasan de largo sin parar donde viven los antiguos esclavos, nunca paran en mi casa", ha explicado.

   En otros casos, se suma la falta de ayuda a la utilización de las instituciones públicas contra los esclavos. Es el caso de Alchana, de 50 años, que recuerda cómo su "ama" llamó a la Policía después de discutir con ella porque no permitió al marido de la esclava visitarla.

   Los policías se llevaron a Alchana separándola de sus hijos y la trasladaron hasta su aldea natal. "Ahora no tengo trabajo. Mi salud es muy mala", se ha lamentado. "Luchar. No puedo dejar de luchar. Mientras viva, seguiré luchando. El haber sido liberada no es lo más importante. No significa nada mientras haya más esclavas. No abandonaré a mis nietos y sobrinos. Les voy a defender mientras me quede aliento", ha apostillado.

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