Un 23% de los menores es víctima de solicitaciones sexuales en Internet, según un estudio de UNIR

Un estudiante utiliza el ordenador para realizar tareas en casa, en Madrid (España), a 12 de enero de 2021
Un estudiante utiliza el ordenador para realizar tareas en casa, en Madrid (España), a 12 de enero de 2021 - JESÚS HELLÍN - EUROPA PRESS
Publicado: lunes, 14 noviembre 2022 14:41

   LOGROÑO, 14 Nov. (EUROPA PRESS) -

   Un 23 por ciento de los menores es víctima de solicitaciones sexuales de adultos a través de Internet y un catorce por ciento mantiene alguna interacción, según una investigación liderada por el grupo Ciberpsicología de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

   El estudio, realizado con la colaboración de investigadores de la Universidad del País Vasco, la Universidad de Deusto y la Universidad de Barcelona, ha contado con la participación de 1.029 estudiantes de toda España (57 por ciento chicas y 43 por ciento chicos).

   Los menores, de entre doce y quince años, son de escuelas de Castilla La Mancha, Aragón, Castilla y León, la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana, el País Vasco y el Principado de Asturias. La consulta se realizó en tres momentos a lo largo de trece meses: diciembre de 2017, mayo de 2018 y enero de 2019.

   En este tiempo, uno de cada cuatro reportó haber sido contactado con fines sexuales por un adulto a través de Internet y un de cada diez llegó a interaccionar con el mayor de edad, por ejemplo, compartiendo alguna foto o vídeo de índole sexual o a través de la webcam, e incluso manteniendo encuentros sexuales en persona.

   El estudio es uno de los pocos longitudinales -es decir, que analiza a los mismos participantes a lo largo de un periodo de tiempo- realizados en este asunto, y pone de manifiesto la magnitud y gravedad del problema. El ciberembaucamiento y/o la propuesta sexual telemática a menores por mayores de edad es un delito tipificado en el artículo 183 del Código Penal.

   La investigación analiza la prevalencia del problema y la incidencia (nuevos casos a lo largo del tiempo de estudio). Durante los trece meses de duración del estudio, los investigadores detectaron aproximadamente un diez por ciento de casos nuevos tanto en las solicitaciones como en las interacciones con fines sexuales de mayores de edad hacia menores a través de internet.

   El estudio ha sido publicado en el número 131 de la prestigiosa revista Child Abuse & Neglect, indexada en el primer cuartil (Q1) del índice Journal Citation Report (JCR), que clasifica a las principales revistas científicas del mundo. Los otros autores de la investigación son Juan Manuel Machimbarrena (UPV/EHU); Esther Calvete e Izaskun Orue (Deusto); y Noemí Pereda (UB).

CONSECUENCIAS EN LAS VÍCTIMAS ESTABLES

   Asimismo, la investigación de UNIR muestra que ser víctima estable de estos tipos de abuso reduce significativamente la calidad de vida en relación con la salud (Health-Related Quality of Life) de los menores.

   Así, ser víctima en el inicio del estudio se asociaba a una pérdida significativa en su calidad de vida a los trece meses. Esta situación podría llevar asociadas otras consecuencias psicosociales como depresión, ansiedad, aumento de la percepción de la propia soledad y una menor satisfacción con la vida.

   Los resultados indican que hay una mayor proporción de chicas "víctimas estables" (63 chicas frente a seis chicos) durante las tres oleadas del estudio, y que las "víctimas nuevas" también son en proporción casi un 40 por ciento más de chicas que de chicos (92 frente a 52). En general, hay tres veces más casos de "víctimas nuevas" (144) que de menores que han dejado de sufrir acoso (46).

   "Por desgracia, este estudio viene a confirmar y ampliar el conocimiento sobre un problema prevalente y preocupante en nuestro contexto educativo y social. Además, desde el enfoque dado al estudio, hemos podido conocer que también hay un conjunto de menores que son victimizados de forma estable y ello tiene importantísimas consecuencias para ellos", ha indicado Jéssica Ortega-Barón, investigadora del Grupo Ciberpsicología de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR).

   Por otro lado, Joaquín González Cabrera, investigador principal del grupo Ciberpsicología de UNIR afirma que "la salvaguarda y protección de la infancia y la adolescencia es tarea de todos y estos datos reclaman una vez más la necesidad de formar a las familias para que realicen una mediación parental online activa; y a los poderes públicos, que doten de recursos a los centros educativos para abordar esta realidad en el marco de la acción tutorial, con el fin de ayudar a su prevención o detección".

CONVERSACIONES, ENVÍO DE FOTOS Y ENCUENTROS SEXUALES EN PERSONA

   Los investigadores consultaron a los menores sobre si habían "sido preguntados sobre tener cibersexo con un adulto vía webcam" o, en el caso de las interacciones, si habían "hablado de sexo con un adulto por internet" o "enviado fotos o vídeos con contenido sexual propio a adultos", lo que puede implicar una manipulación o chantaje por parte del mayor de edad hacia el menor.

   También se les preguntó si habían llegado a conocer en persona al adulto que les había contacto por internet. Respondieron de forma afirmativa 13 menores (1,3 por ciento) en el primer momento de la consulta; 23 (2,3 por ciento), en el segundo; y 26 (2,6 por ciento), en el tercero.

   Asimismo, los menores que reportaron haber mantenido un encuentro sexual en persona con el mayor de edad que les interpeló a través de la red fueron 6 (0,6 por ciento) en la primera consulta; 19 (1,9 por ciento), en la segunda; y 18 (1,8 por ciento), en la tercera.

   La solicitación sexual más común en las tres oleadas del estudio fue "un adulto me preguntó sobre contenido sexual explícito a través de internet o el teléfono móvil", mucho más frecuente en chicas (88,9 por ciento, en el primer momento; 85,1 por ciento, en el segundo; y 74,5 por ciento, en el tercero) que en chicos (11,1 por ciento; 14,9 por ciento; y 25,5 por ciento).

   En el caso de las interacciones, hablar de sexo con un adulto por internet fue la más prevalente, también sobre todo entre las menores (76 por ciento; 82,6 por ciento; y 60,9 por ciento) que entre los varones (24 por ciento; 17,4 por ciento; y 39,1 por ciento).

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