Actualizado 29/04/2011 14:00

Julia Navarro.- Escaño cero.- El partido.

MADRID, 29 Abr. (OTR/PRESS) -

Si el Barca es más que un club, un partido entre el Barca y el Real Madrid es más que una competición futbolística. La rivalidad, o una cierta rivalidad por ganar puede ser positiva, pero no lo es que detrás de cada triunfo o fracaso del Madrid o del Barca quede un regusto político. Si el Barca gana parece que ha metido un gol al Estado, si el Madrid gana parece que ha puesto en su sitio a los díscolos nacionalistas.

Hace unos días me preguntaba un periodista italiano por la rivalidad entre las dos grandes ciudades Madrid y Barcelona, y me decía lo mucho que le llamaba la atención que ambas vivieran de espaldas.

Mi respuesta fue que esa percepción no era real, que Madrid y Barcelona son, efectivamente, dos grandes capitales, cada una con sus características, y que los madrileños y los barceloneses, en general, nos llevamos bien, tan bien como podemos llevarnos con los extremeños, los vascos o los riojanos.

Y es que, en mi opinión, es ficticia esa supuesta inadversión entre madrileños y barceloneses, o entre catalanes y madrileños, o catalanes y el resto de España. No digo que no haya sectores que sientan esa animadversión fruto de cuarenta años de franquismo y de esa ecuación tan simple como injusta de que Madrid era quien subyugaba al resto de España.

¡Pobre Madrid! como si en Madrid no se hubieran sufrido los cuarenta años de franquismo. Le contaba a mi colega italiano que la gente de a pie, ya sea de Madrid o de Barcelona, se entiende, hace negocios, tiene amigos, familia, va y viene de una ciudad a otra, admirando mutuamente lo que de bueno tienen. Otra cosa es el discurso político que tanto daño hace. Hay partidos nacionalistas empeñados en crecer en contra de... y continúan con el cuento de Madrid.

De manera que yo creo que hay dos realidades, la de los políticos que defienden determinados intereses y la de la gente común. Jamás me he sentido extraña en Barcelona, y tengo un montón de amigos catalanes encantados con vivir en Madrid. Todos los días, miles de catalanes se embarcan en el puente aéreo o en el AVE rumbo a Madrid, y lo mismo hacen los madrileños en dirección a Barcelona.

A mí me parece que esa supuesta animadversión es cosa del pasado, es una antigualla que habría que olvidar para siempre. Por eso, me causa perplejidad que haya quienes se empeñan en fomentar en negativo esa supuesta rivalidad.

Con el partido de la semifinal de la Champions hemos visto parte de lo peor de esa cara del pasado empeñada en mostrar como irreconciliables a dos ciudades. Y la verdad es que las declaraciones de José Mouriño han sido totalmente desacertadas ante el fracaso de su equipo.

A veces se gana y a veces se pierde, el fútbol es un juego, nada más, por mucho que haya millones entre medio. Pero no es creíble que hay una conspiración internacional para favorecer al Barca contra el Madrid, y lo peor es que haya alguien que lo diga y otros que se lo crean.

A mí me gustaría que nos dejaran en paz a los madrileños y los barceloneses, y que a la gente de a pie nos dejen jugar el partido de la amistad, de la competitividad, de la solidaridad y del entendimiento. Somos muchos más los que estamos en ello.