MADRID 10 Sep. (OTR/PRESS) -
En casi todas las películas de adulterio y alcobas, hay un momento en que el marido o la esposa sorprende a su pareja, en la cama, con otra persona. Y el sorprendido, o la soprendida, suele exclamar una frase que se copian los guionistas unos a otros: "¡No es lo que parece!". Como si el adúltero/a hubiera buscado ayuda para encontrar a un peligroso insecto en el lecho y, con objeto de que la caza y captura del animalito fuera más segura, se hubieran desprendido de las ropas. El primer guionista que escribió esa frase es desconocido, pero le deben sus colegas un montón de dinero por derechos de autor.
Hace ya varios días que, cuando escucho a la ministra de Hacienda contestar, enfadada, a la pregunta sobre el concierto fiscal catalán, parece que su verborrea barroco-andaluza podría reducirse a estas cinco palabras: "No es lo que parece". Lo que parece es que nos han puesto los cuernos a más de 40 millones de españoles, pero este gobierno, que gobierna exclusivamente para permanecer en el poder, se niega a admitir la evidencia, con la complicidad de los militantes socialistas que, a pesar de advertir el hurgamiento constante que van a sufrir en el bajo vientre fiscal, quieren creer que no, que, bueno, que el secesionista catalán está desnudo y revolcándose con el gobierno legítimo, pero es por nuestro bien, porque están buscando un bicho peligroso para que no nos pique.
El propio Pedro I, El Mentiroso, a todo su Comité Federal, fue incapaz de explicarles algún detalle del concierto fiscal que se cargará el artículo 14 de la Constitución, porque los españoles dejaremos de ser iguales ante la Ley, dado que los secesionistas van a conseguir ser declarados superiores (singulares para no molestar). En realidad Pedro I, El Mentiroso, como la verborreica vicepresidente, se limitó a decirles a los barones y demás miembros, "No es lo que parece, no es lo que parece".
Como los sectarios catalanistas saben que el adúltero está flojo de votos repiten, sin ninguna cortesía, que no están buscando un bicho, y que no se han desnudado por comodidad, sino que han logrado que un presidente del Gobierno de España sea adúltero e infiel con la mayoría de España. Y los miembros del Comité Federal, sabiendo lo ridículo que es, en este país, salir a la calle como un cornudo consentido, se agarran como náufragos de cargos políticos a la hipótesis de que, quizás, quién sabe, no sea lo que parece. Pero en las próximas elecciones municipales y autonómicas es muy probable que, al acercarse a los colegios electorales, noten el dolor que producen los cuernos, al chocar con umbrales y paredes.